Horas más tarde...
En Dubai, el reloj marcaba las once de la noche. El apartamento de Marissa estaba sumido en una penumbra acogedora, iluminado apenas por la luz ambiental que se filtraba desde la ciudad a través de las cortinas translúcidas. El aroma a la cena que ella había preparado, un cordero especiado con arroz basmati y verduras asada, aún persistía ligeramente en el aire, mezclándose con el perfume caro de Marissa y el olor residual a tabaco de los cigarrillos de Emir.
La cama dominaba la habitación principal, con sus sábanas de satén color marfil perfectamente elegidas para resaltar la piel clara de Marissa. No habían tenido más encuentros íntimos después de la intensidad del sofá. Emir simplemente había comido en silencio, respondiendo con monosílabos a los intentos de conve
