A esa misma hora, apartamento de Marissa… El apartamento de Marissa olía a café recién hecho y había byrek, esas empanadas albanesas rellenas de espinacas y queso feta que reconoció inmediatamente. Y “Fli” el pastel en capas que su hermana Nina solía hacer en ocasiones especiales. Hasta había conseguido gjizë, ese queso fresco albanés que era casi imposible de encontrar en Dubái. Todo Marissa lo hacía para complacer a Emir. Ella estaba sentada frente a él, observándolo con esa mirada de adoración apenas contenida, pero había algo más en sus ojos esta vez. Una expectativa ansiosa, como si estuviera esperando su reacción a algo importante. Aún usaba su bata de seda, abierta estratégicamente para provocarlo y llamar su atención, eran casi las diez, pero Emir en la cama le dijo que podía ir

