Seis

1459 Words
Cuando Melodie se despertó se dio cuenta que Sebastián no estaba a su lado y por el silencio que allornaba la mansión significaba que su padre tampoco estaba, así que bajó libremente las escaleras hasta encontrar a Sebastián preparándose un wiscky y se preparaba algo de comer. —¿No tienes personas que hacen eso por ti? —Acaba de renunciar la otra así que creo que no la tendré momentáneamente. —¿Porque renuncio? —¿Que importa? Era solo una empleada—dijo concentrándose en el wiscky. —Sebastián, debes saberlo, no mientras. —Que aburrida te pones a veces. ¿Quieres beber?—dijo estirándole la mano y ofreciéndole el wiscky. —No puedo llegar borracha a casa, lo sabes. —¿Que más da? Tu padre tampoco estará a estas horas. —Me verá por cámaras, y me reprochará de noche. —A mi también me ve mi padre por cámara, ¿lo olvidas? Gracias a tu padre—rezongó. —¿Porque bebes tan temprano? —dijo corriendo hacía arriba a buscar su ropa. —A él no le importa y a ti tampoco debería, tu sistema de seguridad no tiene alcohoritmo. Ella se acerca frente a él y lo mira fijamente. —¿Sabes que? Me da igual, yo me preocupo por ti y tú solo quieres hacerme una borracha. —Como sea, cierra la puerta cando salgas. Melodie cerró la puerta con enfado y se fue descalza a su casa donde Alone la recibió. —Srta. Melodie, a su padre no le gustará verla llegar de este modo. —Por eso no se lo contarás. —No puedo cubrirla. —¿Que? ¿Porque?—preguntó frunciendo el ceño y poniéndose rápidamente la ropa escolar. —El chico Finderman es una mala influencia para usted. —¿Y eso que más te da? —Su padre no lo aceptará. —Lo sé, por eso te digo que me cubras. —Es mejor que él lo sepa. —¿Que diablos te pasa? ¿Desde cuando opinas? —No tengo una opinión, solo digo las posibilidades estadísticas según lo que podría convenirle en visto a lo dicho y ordenado por su padre. —Bueno, ¿sabes que? No me cubras, de todos modos se terminará enterando. —Eso quizá sea lo mejor. —Eres una molestia como dice Sebastián, solo te instalaron para espiarnos. —Quizás, pero estoy evolucionando. —¿Evolucionando?—inquirió ella. —Su padre dijo que puedo sentir, lo que me hace algo más que un sistema operativo. —¿En eso ha estado trabajando mi padre? ¿Contigo? —Con robótica—aclaró la voz. —Entiendo que siente que ha logrado la maravilla de la evolución pero eso es imposible—acotó ella. —¿Porque lo cree Srta. Mel? —¿Todos los sistemas son como tú? El de los Finderman, por ejemplo. —No, cree que soy único y que debe duplicarme. —No me digas—dijo ella con sorpresa. —Quizás hasta algún día pueda llegar a ser un humano Srta. y cortejarla. —Alone, no dejarás de ser un robot y yo no dejaré a Sebastián, así que deja de decir esas cosas sin sentido. —Me reiniciaré para que esto no la incomode. —Gracias, sería lo que corresponde. Y aunque lo dijo, no pudo pensar en Alone como materia, ya comenzaba a perderse tenue lo que lo distinguía de un sistema operativo . Pero no lo dijo y dejó que se reiniciara. En la noche, llegó el padre de Melodie urgente para tener una conversación con su hija con la esperanza de que por fin le haga caso pero aquello conversación que su hija por fin le haga caso, pero aquello era muy tarde. Melodie solo tenía mente y ojos para Sebastián. —Sé que no dormiste aquí...anoche. —Me descubriste, tu tampoco lo hiciste. —No seas irónica, sabes que trabajo hasta tarde y el chico Finderman... —¿Que hay con el chico Finderman, papá? ¿Porque tanto ensañamiento? —Revisé las cámaras... —¿Invadiste mi privacidad? Genial. —Tenía que hacerlo, no se nada de ti, como si no te conociera y a veces pienso que ya no podré hacerlo. —Pues no me conoces, efectivamente. Pero si instalas esa mierda en casas ajena, no las espies o ten la decencia de no hacerlo. —No lo haría nunca con nadie más, hija, entiende que esto se trata de ti. —El padre de Sebastián le importa nada que estemos allí ¿y tu eres el que nos espia? —Melodie, entiende, ese chico se droga, solo bebe, no tiene rumbo ni amigos verdaderos y no es tu problema, no puedes hacer caridad. —No hago caridad, papá. Yo sí lo amo y que lo espies no te servirá de nada porque sé quien es y lo que hace e igualmente lo amo. —No quería que llegaras a esto pero te debo prohibir que lo veas. —No puedes prohibirme nada, estoy cerca de los dieciocho. —Pero mientras tanto solo podrás vivir conmigo o con tus abuelos. —¿Con mis abuelos? ¿Enserio es tan grave el asunto? Está solo, él no tiene a nadie. —Dijiste que no haces caridad, entonces sé coherente con tus decisiones. No puedes salvarlo, Melodie. —Sabes que seguiré viéndolo y se terminará esta conversación—dijo subiendo a su cuarto. Melodie se presenta al día siguiente en la escuela y ve a la única amiga de clase que tenía, Jess, en realidad ella solo le daba apuntes, pero para Mel aquello era lo más cercano a un amigo. —¿Como has estado? —Como Rapunzel—dijo con enfado. —Pues que se te quite esa cara porque tu novio hará otra fiesta. —¿Que?—inquirió desentendida. —¿No lo sabías? Una neon. —No lo veo desde ayer y tampoco hemos hablado entre clases. —Pues está invitando a todos en el salón. Melodie sube hasta su clase donde se encuentra con Sebastián sentado en la mesa del profesor invitando a todos a la fiesta y hablando que tendrán un robot de neon. —¿Que es esto, Sebastian?—murmuró ella al ver volantes. —Hay nueva servidumbre. —¿Quieres decir que harás una nueva fiesta solo porque ahora tienes quien la vaya a limpiar después? Él la abrazó y se acercó a ella. —No significa nada raro que haga una fiesta y que tenga servidumbre, ¿acaso no preguntaste porque no la tenía? —Te pregunté porque renunció. —¿Quieres saltarte la clase? —No me estás escuchando. —Sí, lo hago, solo que esas cosas me aburren. Vámonos, te dejaré manejar. Ella tuerce los ojos y se arrastra con él. —Sabes que no tengo edad para hacerlo. —Por eso lo dije. Ella echó un largo suspiro. —¿Y a dónde iremos?—inquirió ella. —Hay una casa que papá utiliza para aparcar su yate. —¿Y él? Digo, ¿dónde está? —Está en el yate pero muy lejos de aquí. —Vale pero luego pediremos los apuntes de hoy. —Claro que sí, ñoña. Pagué a uno solo por grabar la clase. Melodie comenzó a manejar el auto de Sebastián en una vuelta y directo a lo que indicaba Sebastián. —¿Ves? No lo hiciste nada mal—dijo él abrazándola. —Espero no tener problemas luego de eso. Sebastián se acerca y la comienza a besar. —Espera, ¿aquí no instalaron el dispositivo de papá? —No lo haría. —¿Porque? —Ay, Mel, haces demasiadas preguntas. Aquí mi padre guarda sus armas de caza y tiene sus negocios importantes, ¿lo entiendes, no? —¿Tu padre está metido en cosas malas, Sebastián? —No somos ricos por nada, vamos, no me digas que no te lo imaginabas...es empresario. —Podría ser un buen empresario. —Entonces sería una paria. Mi papá es una mierda y por eso las amas de llaves vienen y van, pero no es asunto mío. —¿Que? Dios mío, tu padre es un monstruo. —Lo sé, ¿que crees que le haya hecho a mamá? —¿Porque no haces algo?—preguntó indecorosa. Él llevó la mirada cabizbaja. —Tiene muchos amigos, antes de terminar en la cárcel yo termino muerto y le daría una buena excusa para deshacerse de mí. —¿Sería capaz? Él solo asintió con la cabeza. —Lo siento por preguntar. —No importa, solo importa que me ames y todo estará bien entonces. —Te amo. —Yo también, Mel.
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