-Papi..ya tienes la polla limpita. -Así me gusta. A partir de ahora ya sabes quien manda en casa. Y si no te gusta, te largas. Se levantó , se subió el pantalón y se marchó. Diana se quedó en la cama. Hasta ahora, ella siempre había mandado sobre los hombres. Los manejaba a su antojo. Los tenía comiendo en su mano, consiguiendo de ellos lo que quería. Eran tan...previsibles, tan simples. Bastaba una caída de párpados, una sonrisita y se derretían a sus pies. Bastaba abrirse de piernas, dejarse follar dos minutos y ya tenía un diez en el examen. Bastaba arrodillarse delante del profesor de turno, poner cara de niña buena y sonreír mientras le llenaban la boca o la cara de leche, para no tener que hacer ningún trabajo. Ya ahora, por fin encontraba a uno que la trataba como lo que era, co

