Y así pasó todo. Realmente Carlos sólo tenía que recibir un par de calificaciones más, lo cual era más protocolario que nada. Entonces, pudo acordar la reunión para el siguiente fin de semana. “Gracias por la invitación, guapo, nos vemos el sábado” rezaba la respuesta de Samantha. La aceptación de Lucas y Ricardo fue más… escandalosa que eso. —Pero claro que sí, loco — dijeron los dos, palabras más, palabras menos, entre gritos y al unísono. Y bueno, entonces la residencia íntima hasta el momento de esta historia, se transformó en un improvisado bar para los invitados en cuanto llegó el sábado. El departamento vibraba con el alivio de obligaciones cumplidas, el aire cargado de esa euforia particular que solo llega tras semanas de tortura académica repentinamente levantada. Carlos se m

