—Vaya fiesta— susurró él contra ella. Ella simplemente asintió, incapaz de formar palabras coherentes ante la intensidad del momento. Carlos unió sus labios en un beso hambriento y apasionado, saboreando su boca con ansia desbordada. Mientras lo hacían, las manos de ambos comenzaban a recorrer frenéticamente el cuerpo del otro por encima de la ropa. Carlos bajó sus labios por el cuello de Samantha, dejando una estela de besos húmedos hasta llegar a su clavícula. Ella gemía suavemente arqueando su espalda, sintiendo como el calor se acumulaba entre sus piernas. Él deslizó sus manos por debajo de su blusa, acariciándola directamente sobre su piel desnuda mientras apretaba posesivamente su cintura. Con cierta torpeza producto de la excitación, Carlos intentó desabrochar el sostén de Samant

