Hizo un gesto con las manos, describiendo los movimientos. Daniel se sintió húmedo en la punta de su hombría y tragó saliva al imaginarse él ese movimiento. Intentó controlarse, mantener la calma y respiró hondo para ponerse más serio ante el quiebre que rondaba en su cabeza. Gabriel tomó un sorbo de su trago, buscando las palabras adecuadas. Pero antes de que pudiera continuar, Daniel lo interrumpió:—Gabriel, yo sé que todo esto es impresionante, y discúlpame por interrumpir... pero ¿no te sentiste mal? ¿Vulnerado? Al fin y al cabo, era tu esposa. La expresión tranquila de Gabriel se desvaneció ligeramente. Daniel notó cómo el pie de su amigo comenzó a moverse bajo la mesa, y sus manos, que antes descansaban relajadas, ahora se apretaban entre sí.—Fue... complejo —dijo finalmente, con

