No hubo protestas. Simplemente llevó sus dedos a su boca y los chupó. Los lamió. Se estaba probando a si misma. Su peculiar sabor, saladito, le gustó. -¿Está rico, verdad? Ahora me toca a mí. Con el corazón latiéndole con fuerza, Ana vio como Ramón se acercaba lentamente, mirándola fijamente a los ojos, a su sexo...No!, a su coño. Se acercaba a su coño. Primero besó sus rodillas, por la cara interna. Sus labios carnosos y calientes besaban su piel, transmitiéndole fuertes sensaciones. Se acercaba. Cada vez estaba más cerca. Ya iba por medio muslo. Ella tenía las piernas totalmente abiertas, ofrecida. Era suya. Más cerca. Cada vez más cerca. Todo su cuerpo temblaba de excitación. Por fin, llegó a sus ingles. Ramón las notó húmedas, calientes. Aquella mujer estaba muy, muy excitada. Besó

