Tom ya me había cogido con fuerza y casi diría que bestialidad 2 veces hoy, entonces tenía mucha curiosidad de saber si le quedaba energía y ganas para una tercera o simplemente pensaba que nuestros encuentros sexuales pasaban en el marco de la cotidianidad y la noche, como antes, sería sólo para dormir. Especialmente me preocupaba saber si había cedido el control de nuestra relación, la cual antes estaba bien equilibrada, frente al ímpetu s****l de este muchacho. Tom trabajaba afuera, no era realmente necesario tanto esfuerzo pero a él le gustaba la actividad física (sí, también la que no implicaba desnudarme y empotrarme contra alguno de los muebles de la sala). Lo observé de reojo, su musculosa espalda desnuda brillaba con una fina capa de sudor bajo el ardiente sol. No pude evitar qu

