Capítulo 7

2397 Words
Narra Sara Doblo una esquina, agarrando una pila de documentos legales contra mi pecho como un escudo. Han pasado días, pero el recuerdo de la cercanía de Liam persiste, un fantasma no deseado que sigue cada uno de mis pasos. El aire en la oficina se siente denso, cargado de una energía que trato desesperadamente de ignorar. Mantengo la cabeza agachada, los pasos en silencio contra la alfombra de felpa mientras avanzo por el laberinto de cubículos. Hay un arte en evitar a alguien en una oficina de planta abierta: es necesario conocer su horario mejor que el propio. Y desde aquel momento en la oficina de Liam (el que me dejó sin aliento y confundida) me he convertido en una experta en evadir. —Sara—me dice una voz detrás de mí, pero no miro hacia atrás. No es él. Puedo saberlo sin verlo; no hay tensión subyacente, ninguna carga eléctrica que parezca zumbar en el aire cuando Liam está cerca. —Estoy ocupada —grito, acelerando el paso. Sé que suena grosero, pero la alternativa que se le presenta a cualquiera en este momento es insoportable. La sala de descanso está vacía, lo cual es una pequeña bendición. Me tomo un momento para respirar, cierro los ojos y deseo que mi corazón lata más despacio. ¿Por qué me está afectando tanto esto? Es solo Liam, mi jefe, el hombre que se supone que está fuera de los límites en todos los sentidos de la palabra. Pero también es el hombre que ha ocupado mis pensamientos, día y noche, desde aquel encuentro. Sería más fácil si fuera simplemente el multimillonario gruñón que todos creen que es. En cambio, él es el hombre que me hizo sentir que valía algo, me besó hace dos años… frío por fuera pero mostrando destellos de algo más, algo más. Y me aterroriza. Abro los ojos y comienzo a ordenar los papeles de nuevo, creando orden donde hay caos. Concentrarse en algo mundano es, en cierto modo, relajante. —Sara–quienquiera que estuviera hablando conmigo antes parece haberme alcanzado. Me doy vuelta y veo que es Jackie. Ella mira el montón de papeles que tengo frente a mí, con el ceño fruncido—.Sara ¿estás bien? —pregunta ella. —Sí, estoy ultimando el itinerario de Liam para Atlanta —hago un gesto hacia los papeles esparcidos sobre la mesa. Ella se inclina y observa los planes de viaje. —Has puesto mucho esfuerzo en esto. —Gracias, es... —Excepto que vas con él —interrumpe Jackie con suavidad pero con firmeza. Parpadeo y siento que el color desaparece de mi rostro. —¿Qué? Jackie asiente y me mira fijamente a los ojos. –Liam definitivamente necesitará tu ayuda con el caso de Atlanta. No se trata solo de coordinar su agenda; necesita a alguien que lo ayude a sortear las complejidades, especialmente porque tú ya estás familiarizada con el expediente. —¿Es realmente necesario? —las palabras salen a trompicones, mi voz apenas es más que un susurro. La idea de pasar días cerca de Liam, lidiando con lo que sea que esté pasando entre nosotros, hace que el pánico se agite en mi pecho. —Por supuesto —me tranquiliza, y su tono no deja lugar a discusión—. Puede ser... difícil, pero tú eres más que capaz de manejarlo. —Difícil—es una manera de describir a Liam; complejo sería otra. Y, sin embargo, a pesar de la confusión que está causando en mi interior, me encuentro asintiendo. Tal vez este viaje sea exactamente lo que necesito para descubrir por qué me saca de quicio de la manera en que lo hace. O tal vez sea una idea terrible. Sólo el tiempo lo dirá. —Está bien, ajustaré las reservas —digo, ocultando el temblor de mi voz tras una máscara de profesionalismo. —Sara —la voz de Jackie interrumpe mis pensamientos y me doy cuenta de que me ha estado observando con el ceño fruncido—¿Qué pasa? ¿Pareces extraña…? —Nada —la palabra es apenas audible, incluso para mis propios oídos, y puedo sentir el calor subiendo por mi cuello mientras desvío la mirada de su mirada inquisitiva. Jackie se queda callada un momento y, cuando me atrevo a mirarla, veo una expresión de complicidad en su rostro. —No tienes que hablar de eso ahora si no estás lista. Pero ¿qué tal si nos tomamos un trago después del trabajo? Desahogarnos con una copa de vino podría ayudar. Sé que trabajar con Liam puede ser intenso. Mi corazón da un vuelco (no literalmente, porque eso probablemente sería preocupante), pero la idea de hablar con alguien que lo entiende es extrañamente reconfortante. —Claro—acepto con un pequeño movimiento de cabeza, tratando de ignorar la forma en que mi estómago se retuerce ante la idea de compartir incluso una fracción de lo que me ha estado atormentando. —¡Genial!—dice Jackie radiante, y eso me recuerda que, debajo de esa apariencia sensata, hay una calidez a la que es difícil resistirse—.Es una cita. Le devuelvo una sonrisa forzada, pero por dentro soy un manojo de nervios y emociones encontradas. Una cosa es segura: después de hoy, o Jackie lo sabrá todo, o yo seré una actriz digna de un Oscar cuando termine la noche. *** Me encuentro con Jackie en Harbor and Vine después del trabajo, el bar de vinos del primer piso del edificio. Ella me espera justo en la puerta, sonriéndome amablemente e inclinando la cabeza. —Vamos, por aquí —murmura Jackie, llevándome a una de las cabinas apartadas, escondidas en un rincón tranquilo. Mientras nos abrimos paso entre la multitud, veo caras conocidas de todos los departamentos: asistentes legales riéndose de chistes compartidos, asistentes comparando notas sobre los hábitos peculiares de sus jefes, secretarias relajándose después de un largo día y abogados debatiendo sus casos con la pasión de guerreros de la sala del tribunal. Mis ojos se mueven nerviosamente en todas direcciones, casi esperando verlo en cualquier momento: el hombre que ha logrado cambiar mi vida sin siquiera intentarlo. Pero Jackie parece comprender mi repentina tensión, su voz es baja y tranquilizadora —.Hola, es miércoles. Liam va a visitar a su madre esta noche; no estará aquí —me recuerda con dulzura, con palabras pensadas para calmar mis temores. Una ola de alivio me invade y permite que mis hombros se relajen mientras finalmente nos acomodamos en nuestra cabina. Me hundo en el asiento, agradecida por el mullido acolchado y la privacidad que ofrece el asiento alto.El puesto de respaldo ofrece algo. Jackie me hace un pequeño gesto con la cabeza, como si quisiera decirme: —Aquí estás a salvo—y por primera vez en todo el día, me permito creer que podría ser cierto. El camarero se acerca rápidamente, con una sonrisa ensayada en el rostro, mientras nos ofrece la carta de vinos. Jackie le hace un gesto con la mano y pide dos copas de su mejor vino tinto sin consultarme. —Realmente no puedo permitírmelo... —comienzo, pero Jackie me despide con un gesto. —Lo tengo todo bajo control—dice–.Te traje a este puesto y parece que te está pasando factura, así que te lo debo, ¿de acuerdo? —Gracias —digo, mi voz apenas se oye por encima del murmullo de la conversación que nos rodea. Mientras el camarero se va, Jackie se inclina hacia delante, apoya los codos sobre la mesa y su mirada escrutadora. —Bueno, dime. ¿Qué pasó con Liam? —su ​​voz suena baja, pero hay un dejo de preocupación que se abre paso entre el ruido. Dudo, sosteniendo en la mano el tallo de la copa de vino que acaban de colocar frente a mí, observando cómo se arremolina el líquido rojo intenso. Hay tantas cosas que quiero decirle, pero también siento un inexplicable deseo de proteger lo que sucedió (o más bien, lo que casi sucedió) en la oficina de Liam. —No pasó nada... no pasó nada —comencé, levantando la mirada para encontrarla antes de apartarla—. Quiero decir, en realidad no—Jackie no se cree mi respuesta. Ya me conoce demasiado bien y puede percibir la tensión tácita en mi postura, en la forma en que evito su mirada. Pero hay una cosa que puedo compartir, algo seguro, algo verdadero —.Es que conozco a Liam —confieso, las palabras se me quedan pesadas en la lengua—. De antes. –¿Antes?—las cejas de Jackie se juntan en confusión, luego se suavizan mientras espera que continúe. Hay una aperturaEn su expresión se percibe la voluntad de escuchar sin juzgar–¿Qué quieres decir. Respiro profundamente, sintiendo el peso del secreto que he estado guardando. El vino en mi copa parece un charco de coraje líquido, pero sé que solo son uvas fermentadas. No cambiará los hechos. —Salí con su hermano —confieso, y siento que mis palabras arrojan piedras al agua quieta que hay entre nosotros—. Durante unos tres años. Jackie parpadea, claramente sorprendida por esta revelación. —¿Qué? —Su hermano —repito, encontrando un extraño consuelo en la confesión—. Y durante ese tiempo... Liam me besó una vez. En una reunión familiar. El silencio que sigue es pesado, cargado de ecos del pasado. La boca de Jackie forma una pequeña "o" mientras procesa lo que le he dicho. —Sara, no tenía idea —dice finalmente, con la voz teñida de sorpresa. Asiento y se me escapa una risa sin humor. —Ni siquiera me di cuenta de que este Liam era ese Liam hasta que acepté este trabajo. Él y mi ex tienen apellidos diferentes, y simplemente lo supuse, no sé. Ahora me siento tan estúpida. —Vaya —Jackie se recuesta y absorbe la información—. Es... complicado. —La subestimación del año—digo, esbozando una débil sonrisa. Tomo mi copa de vino y bebo un sorbo para humedecerme los labios repentinamente secos. El rico sabor no logra ocultar los matices amargos de la situación. Jackie me observa con atención, su mirada se agudiza. –¿Y él ha sido malo contigo? ¿Es eso? Asiento y hago girar el vino en mi copa. —Sí. Es bastante cruel y no sé por qué. Es como si la tuviera tomada conmigo —Tal vez necesites que te reasignen —sugiere Jackie con gentileza—. Hay abogados jóvenes que... —No —la interrumpo, con más fuerza de la que pretendía. Mis dedos se aprietan alrededor del tallo de la copa—. No, yo... quiero quedarme con Liam. —¿Estás segura?–ella me mira, su expresión es una mezcla de sorpresa y preocupación. —Sí —exhalo, intentando aliviar la tensión que se acumula en mi interior—. Puedo con él. —Está bien—la actitud de Jackie se suaviza, las líneas alrededor de sus ojos se arrugan con empatía—. Sabes, Liam es un tipo complejo. Da la impresión de ser frío y cruel, pero... —hace una pausa, buscando las palabras adecuadas—. En realidad, es extremadamente amable una vez que le quitas las capas. —¿ Amable ?—la palabra me resulta extraña al pronunciarla. —Lo creas o no— dice ella asintiendo—.Está enterrado muy profundamente bajo ese exterior brusco. Quiero decir, ahora mismo está cenando todas las semanas con su madre, y un tipo que visita a su madre una vez a la semana no puede ser tan malo—considero la posibilidad de que Liam sea algo más que sus bruscas desestimaciones y sus miradas gélidas. Tal vez haya una razón por la que es tan cauteloso, una razón por la que mantiene a todos a distancia, incluyéndome a mí. Jackie se inclina más cerca y su voz baja a un tono susurrante que es casi conspirativo—.No debería contarte esto —comienza, mirándome a los ojos con una intensidad que me hace sentarme más erguida—. Pero te juro que guardarás el secreto, ¿de acuerdo? —Está bien —susurro, con curiosidad. —Liam tiene una relación muy mala con su padre, su madrastra y su medio hermano–confiesa, mirando por encima del hombro como si esperara que alguien pudiera oírla—.Es un tema delicado para él.Y bueno, probablemente por eso ha sido cruel contigo. Por tu conexión con... ¿cómo se llama? —Chris. Puedo ver a Jackie encogiéndose como si acabara de decir una mala palabra. Honestamente, entiendo esa reacción hacia Chris. —Sí, ese tipo —dice Jackie—. El padre de Liam se divorció de su madre y se casó con su amante. Supongo que fue muy duro para Liam crecer; solo tenía diez años en ese momento–se me corta la respiración. De repente, gran parte del comportamiento de Liam encaja como la pieza que falta en un rompecabezas. La dureza, la distancia... no se trata de mí, se trata de los fantasmas de su pasado con los que está luchando —.Y puede ser exigente —continúa Jackie, volviendo a mirarme—. Exigente, preciso y, a veces, inflexible. Pero una vez que le pilles el ritmo al trabajo, Sara, serás genial. Créeme, no deja que cualquiera se quede a su lado. Si no viera potencial en ti, no estarías aquí. —¿En serio?–hay una chispa de esperanza en mi pecho ante sus palabras. —Por supuesto —le dice con una sonrisa tranquilizadora—. No te rindas. Eres más fuerte de lo que crees. ¿Más fuerte de lo que creo? Quizás. O tal vez soy lo suficientemente terca como para querer demostrar que puedo manejar todo lo que Liam me ponga en el camino. Pero el conocimiento interno de Jackie me brinda algo nuevo: un contexto para la frialdad de Liam que antes no tenía. Y con eso, la semilla de la determinación echa raíces. —Gracias, Jackie —le digo, sintiéndome un poco más fortalecida—. Por todo. —Por supuesto— responde ella con calidez— Para eso están las amigas.
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