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Una Empresaria al Rescate del Millonario

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Esta claro que el dinero no es eterno, y la suerte tampoco lo es. La vida de Olivier Gagnier había estado llena de lujos, viajes, y muchas más cosas como consecuencia de los buenos negocios que había hecho, pero todo esto se vino abajo en el momento que una seguidilla de malas decisiones en su empresa, A.I.R Inventions, Enterprises, hizo que él perdiera grandes fortunas de dinero hasta el punto que tuviera que vender muchas de sus propiedades y otros bienes, con el afán de intentar salvar su empresa, pero nada de esto dio resultado y ahora él se encuentra al borde de perder lo poco que le queda y con tan solo una ultima carta por jugarse, los planos y patente del prototipo de la ultima aeronave que él diseño gracias a su talento y conocimiento como ingeniero aeronáutico. Sin embargo, sin el capital para producir esta aeronave, a Olivier no le queda más opción que buscar un comprador para la patente del prototipo, y así, intentar volver a recuperar su fortuna.

En medio de esta búsqueda aparece Cairo Becker, una joven empresaria, multimillonaria, que actualmente es la presidenta de la empresa Avis Innovation y además hija del dueño de este imperio aeronáutico. Ella le ofrecerá un trato bastante particular que podría rescatar a Olivier de la situación en la que se encuentra a cambio de los planos del prototipo de la aeronave que él diseño, pero por supuesto no todo será tan fácil ya que ella es una experta en el campo de las negociaciones.

¿Cuál será ese trato? ¿Hasta donde será capaz de llegar Olivier con tal de recuperar su fortuna? ¿Qué es lo que necesita Cairo de él además de esos planos?

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Capítulo 1: Negocios
“Una Empresaria al Rescate del Millonario “ Una obra de: S. Dal Santo IG: s.dalsanto17 © 2022 Todos los derechos reservados No se permite el uso de este trabajo sin autorización Código de registración en Safe Creative 2208021715677  Un nuevo estado de cuenta y lo números vuelven a estar en rojos, dejo los papeles a un costado sobre mi escritorio y agarro una vez más la carpeta de color vainilla que me dejo el asesor financiero hace algunos meses atrás. La abro, voy al índice perteneciente al mes de julio y leo sus recomendaciones “reducir personal en el área de producción” «ya lo hice hace dos meses» me digo por dentro “vender el yate” «hecho has cuatro meses» “cancelar suscripción al country club” «hecho…» pienso y completamente resignado dejo la carpeta a un lado ya que pareciera no servirme para nada y simplemente me reclino en mi silla mientras que observo el techo de esta enorme oficina de la que estoy seguro que un día me voy a tener que despedir también. —¿Qué es lo que vas a hacer Olivier?— Me cuestiono en voz alta, aunque en el fondo sé muy bien que la única salida que tengo es aceptar la propuesta de venderle los planos del prototipo del avión a Sanders. Después de todo son treinta millones de dólares y eso podría salvar la empresa y mi economía ¿no? —Señor Gagnier— Me interrumpe la voz de Carolina, a quien todavía puedo conservar en su puesto de secretaria gracias a que no me ha pedido un aumento de sueldo. De inmediato me siento correctamente y la miro parada abajo del marco de mi puerta vestida de manera profesional como siempre a pesar de su ya avanzado embarazo —¿Sí?— —Me informan que en el lobby esta la señorita Cairo Becker de la empresa Avis Innovation, pero yo no tengo ninguna cita en su agenda— Me informa y esto si que es una sorpresa. —Interesante… la importantísima Cairo Becker en persona— Murmuro y si bien nuestros encuentros han sido muy contados, he escuchado hablar mucho acerca de ella. —Dígales que la dejen pasar, y cuando suba haga venir aquí directamente y tráigame dos cafés de los buenos ¿sí? Escuche decir por ahí que le gusta el buen café— Le pido. Carolina sin hacer más preguntas asiente y se retira para hacer lo que le he pedido mientras que yo acomodo los papeles de mi escritorio con algo de prisa y luego me pongo de pie para acomodar mi saco y corbata frente al espejo que esta detrás de la puerta. No estoy muy seguro a que se deba la visita de la presidenta de Avis Innovation, pero estoy dispuesto a escucharla si es que se trata de negocios, y es que a esta altura todo es bueno si me ayuda a recuperarme de esta terrible situación en la que me encuentro. Una vez que estoy listo, me vuelvo a sentar en mi silla y a los pocos minutos un leve golpe en la puerta me deja saber que ya ha llegado —Señor Gagnier— Dice Carolina y mira hacia atrás —Aquí esta la señorita Becker— Anuncia y la despampanante mujer de curvas pronunciadas, cara de modelo y ojos de ensueño entra a mi oficina vistiendo un traje compuesto de pantalón y saco color blanco que combina con el resto de sus accesorios y acentúa sus labios rojos y esos ojos verdes perfectamente maquillados. Ella me mira muy segura mientras se acerca a mi y por mi parte me levanto de la silla para darle la bienvenida —Señorita Becker, bienvenida— La saludo y por alguna razón ella me observa detenidamente. —Muchas gracias, señor Gagnier, me gusta su traje, Giorgio Armani, muy buen gusto— Comenta y sonrió. —¿Cómo supo?— —Sé reconocer un buen traje a simple vista— Responde y hago un gesto como aprobando su respuesta. —Muy bien, y dígame, señorita ¿Qué la trae por aquí? Llevamos años en la industria aeronáutica y es la primera vez que me visita— Cuestiono y mira las sillas. —¿Me puedo sentar o hablaremos de pie?— Inquiere muy segura y me doy cuenta de que todo lo que había escuchado de ella es cierto. Sin decirle una sola palabra, rodeo mi escritorio y aparto una de las sillas —Siéntese por favor— Le ofrezco y toma asiento mientras que yo regreso a mi puesto —En unos momentos nos traerán café, escuche por ahí que le gustaba solo el buen café— Expreso. —Así es, y respondiendo a su pregunta, vengo a hablarle de negocios— Dice finalmente y es en este instante que Carolina entra con la bandeja que contiene las tazas de café y las ubica en los sitios correspondientes para después retirarse y cerrar la puerta detrás de ella. —¿Negocios? ¿Qué tipo de negocios?— Indago. —Tengo dos opciones, la versión corta o la larga ¿Cuál prefiere?— Me pregunta haciéndome sonreír. —La que usted me quiera contar— Respondo de inmediato y bebemos un sorbo del café. Ella sonríe y me mira fijamente haciendo que quiera entender lo que le pasa por dentro —Usted tiene un plano que yo quiero para mi empresa y sé que tiene problemas económicos. Sé también que le ofrecieron treinta millones de dólares, pero yo le puedo ofrecer algo mucho mejor— Suelta sin rodeos. —La escucho— Me limito a decirle. —¿Sabe lo que es un fideicomiso condicional?— Cuestiona de la nada y la miro un tanto confundido. —¿Estamos en una clase de leyes?— Respondo. —Contestemente— —Si, sé lo que es. No se le transferirá los bienes hereditarios al fideicomisario hasta que se cumpla con la condición del testamento.— —¡Muy bien!— Exclama —Tiene un diez— —No entiendo que tiene que ver con la propuesta que me tiene— —Es muy fácil, cuando falleció mi abuelo me dejo la presidencia de la empresa, pero solo por el periodo de un año con la condición de que en ese periodo yo tenia que cumplir con tres requisitos— Empieza a explicar —El primero fue fácil, hacer que las finanzas de la empresa estuvieran al menos un diez porciento por arriba de lo que él la había dejado— —Felicidades— Hablo sin entender todavía que es lo que necesita. —El segundo requisito es que necesito un negocio extraordinario, algo nuevo… y ahí es donde entra usted— Comenta y la miro con dudas. —¿Por eso quiere mis planos? ¿Para quedarse con la presidencia?— —Es un poco más complicado que eso, pero si… de todas maneras, yo soy una mujer que juega limpio y le tengo una buena propuesta— Aclara. —¿Cuál?— Averiguo. —Cincuenta millones y que las empresas se unan— —¿Usted quiere comprar mi empresa?— Pregunto sorprendido. —Quiero que seamos socios, esta más que claro que si no hace algo tendrá que cerrar las puertas— Expone. —¿Cuál es el tercer requisito?— Pregunto y niego. —Eso no importa.— Dice firme. —Importa, porque si voy a unir mi empresa con la suya y usted no va a ser la presidenta, créame que no me interesa— Digo firme y ella sonríe. —No sé como es que llego al borde de la quiebra, es muy bueno para negociar— Bromea. —¿Y como sabe que estoy al borde de la quiebra?— Inquiero. —Lo investigue, no crea que vine aquí porque si… sé todo de usted— Me confiesa. —¿Ah sí?— Pregunto inclinándome un poco sobre el escritorio. —Si— Afirma. —Respóndame entonces cual es el tercer requisito— Insisto. Ella me mira con dudas, pero en el fondo sabe que no tiene otra salida más que decirme la verdad —Me tengo que casar antes de mi próximo cumpleaños— Contesta finalmente. «Vaya… esto si que no lo esperaba» —¿Y su novio no le propuso casamiento?— Cuestiono sonriente. —¿Cree que una mujer como yo tiene tiempo para esas cosas?— Me pregunta haciéndome reír. —Yo creo que si… o tal vez es que los hombres son muy imbéciles para una mujer como usted, no están a su altura— —Lo dijo usted, no yo— Dice firme. —Dijo que era bueno para negociar ¿no?— Le pregunto y me mira con dudas. —Si— Contesta y entrecierra sus ojos. —Solucionemos nuestros problemas juntos, seamos socios, esposos… usted me ayuda a salir de la quiebra con su habilidad para las finanzas, yo le diseño otros aviones para que tanto su empresa como la mía triunfe. Vuelvo a ser millonario, usted se queda con la presidencia definitiva de su empresa, y todos felices ¿Qué le parece?— Propongo y se ríe. —¿Y me lo propone aquí en su oficina?— Inquiere y rio. —¿Quiere que la invite a mi casa esta noche y lo charlamos con calma?— Le pregunto divertido. —Hablare con mi abogado, hable con el suyo y nos vemos en el Sky Bar… creo que puede ser una negociación viable, ah… eso si… recuerda que es un negocio ¿si?— Me responde mientras se levanta de la silla. —Por supuesto— Contesto yendo hacia la puerta para abrirle —¿Tiene mi número?— Pregunto y me muestra mi tarjeta de presentación que de seguro agarro de mi escritorio. —Es muy lento señor Gagnier— Me dice divertida y niego. —No como cree— Respondo y le muestro la tarjeta que acabo de agarrar del bolsillo de su saco. —Muy bien, creo que haremos buenos negocios— —Yo también— Digo y sin más ella sale de mi oficina dejándome oler su perfume que es igual de sensual que ella.

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