ZETA (VII)

482 Words
Tenía pensado pasar la noche en la cueva y salir al amanecer. El terror aún invadía mi alma, tenía miedo de cerrar los ojos y volviera a despertar como una enferma. Tenía mucho miedo, todo estaba muy oscuro. Noté algo que se echaba sobre mí y grité un poco alto pero enseguida me callé al notar que era Byron. Se recostó sobre mis piernas y me puse a acariciar su pelo suave. De este modo, acabé cediendo al sueño y me quedé dormida. Cuando me desperté, me encontré con una liebre muerta a mi lado. Miré al otro lado de la cueva, a unos metros estaba Byron comiéndose otra liebre cruda. Nuestras miradas se cruzaron y el perro me ladró, como intentando decirme algo. Miró a la liebre y supe a lo que se refería. - No puedo comérmela cruda- le dije con una mueca de asco-. Y para asarla necesitaría hacer un fuego. Obtuve otro ladrido como respuesta. - Está bien...- suspiré y salí de la cueva, en busca de madera para hacer fuego. Encontré algo de utilidad no muy lejos de allí, además de un pequeño lago donde bebí algo de agua. Volví a la cueva y me pasé por lo menos dos horas intentando encender una pequeña hoguera, estuve a punto de darme por vencida pero notaba mis tripas rugiendo y seguía intentándolo hasta que lo conseguí. Era la primera vez que hacía esto, y la primera vez que despellejaba una liebre y la asaba para comérmela. Tenía pensado atravesar la ciudad para llegar a la costa ese mismo día pero ahora que tenía comida y bebida decidí quedarme un tiempo más, por si llegaba la ayuda y la situación en Byron Bay se calmara, así no me haría falta huir de la ciudad. Finalmente, pasamos casi una semana, aprendiendo a vivir entre la naturaleza, sobreviviendo a base de lo que encontraba por el bosque, aunque con la gran ayuda de Byron. Byron, el rottwailer, parecía un perro peligroso pero era muy cariñoso conmigo, y protector, además de inteligente. Le llegué a coger cariño demasiado pronto, siempre me pasa con los animales.  Sin esperármelo, comencé a notar una conexión entre ambos, era algo indescriptible que jamás me había pasado con ninguna persona. Cuando yo estaba contenta, Byron solía estarlo y si me sentía triste, él se acercaba a mí a ladrarme, como si intentara animarme. Él consiguió que no me pasara todo el día pensando el todas aquellas muertes... en mi madre... en todo lo que había pasado... Era muy revoltoso, le encantaba jugar. Le tiraba un palo e iba a por él, me ladraba para llamar mi atención y que corriera tras él hasta atraparle, le gustaba que le hiciera cosquillas en la barriga, él hizo que todo lo que pasaba en Byron Bay fuera como algo lejano, una simple pesadilla. Pero llegó el terrible momento que tuve que volver a la realidad.
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