ZETA (X)

957 Words
{AILEEN} - Byron me salvó. Esta vez se abalanzó sobre mí en vez de enfrentarse a ellos. De no haber sido por él, nada me habría sacado aquella idea s*****a de la cabeza- susurro cabizbaja y jugando con los dedos de las manos. - Es mi héroe- susurra el chico y suspiro. - Prosigo. Conseguimos llegar a la costa, aunque estaba infectada, muy infectada. Suspiré pesadamente, no sabía qué hacer. Tenía que trazar un plan, y rápido, porque algunos ya se habían dado cuenta de mi presencia. Pero no hizo falta, porque Byron lo llevó a cabo sin mí. Se alejó corriendo y cuando estaba bastante lejos, comenzó a ladrar, muy alto, llamando la atención de todos. Esto me abrió un camino. Había muchos barcos. Corrí enseguida hacia uno que tuviera bastante combustible y lo puse en acción. Sabía algo de barcos porque me enseñó mi tío que era piloto de navegación. De todas formas, con el automático me resultó más fácil manejarlo. Lo acerqué a la costa y llamé a Byron gritando muy pero que muy alto. De nuevo, las lágrimas volvieron al ataque, no podía pararlas. No veía al perro, solo a los enfermos, a cientos de enfermos reunidos en torno a él. "¡BYRON!", gritaba a pleno pulmón, ya casi sin esperanzas. Pero él no me falló, nunca me ha fallado, siempre volvía hacia mí. Y eso hizo. Salió de aquella manada y en cuanto me vio haciéndole señales y gritando su nombre, empezó a correr hacia el barco, mientras los enfermos lo seguían- recobro el aire unos segundos y suspiro-. Noté que iba más lento, que no corría a la velocidad que él podía. Pero aún así seguía viniendo hacia mí. Cojeaba pero no paraba. Cuando estaba cerca dio un pequeño salto y cayó de lado en el barco. Entonces le vi la sangre, las heridas. Me tapé la boca con ambas manos mientras no paraba de llorar. Puse el automático, alejándome de la costa. Los enfermos aún seguían caminando en nuestra dirección, tan obstinados estaban que caían al agua del mar uno por uno, aunque ya no eran un peligro, estábamos demasiado lejos. Pero volviendo al tema que importa, Byron. Busqué por todo el barco y encontré un botiquín. Intenté curarle todas las heridas como buenamente pude, utilizando los conocimientos que había aprendido de mi madre cuando la había visitado al trabajo. Pero de nada servía. Ya era demasiado tarde, su respiración iba disminuyendo y yo no sabía qué más hacer. Sus ojos se cerraban lentamente y yo lloraba a mares, abrazada a él. Todo lo que hizo... todo lo que hizo por mí... jamás tendré palabras suficientes para agradecérselo... Byron me salvó, gracias a él seguía viva, ya era parte de mí, lo amaba, era como si lo hubiera conocido de toda la vida, como si hubiera sido otro más de la familia- paro unos segundos y me limpio las lágrimas. - No tienes por qué seguir...- susurra el chico. - No, déjame terminar- le digo y sigo contando mi relato-. Noté como su corazón dejaba de latir y paré de llorar porque no me quedaban más lágrimas. Byron no solo fue un perro cualquiera que me protegió, fue mi amigo. Perderlo me dolió bastante, me rompió el corazón. Pero no terminó ahí, no. De nuevo, un rayo de esperanza me iluminó cuando Byron abrió los ojos de nuevo. ¡No había muerto al fin y al cabo! Estaba feliz, aún había una oportunidad para él. Pero entonces lo observé mejor y... sus ojos no eran del mismo color. Tampoco su expresión. Me gruñó, me enseñó los dientes, cosa que nunca me había hecho. Retrocedí en el suelo, asustada. Aterrada. Supe que no era él mismo, que estaba infectado. Se lanzó hacia mí, se lanzó y me mordió en la muñeca derecha. Sus dientes se clavaron profundamente y grité de dolor. Intenté debatirme con él pero era muy fuerte. Pataleaba como una loca. Hasta que separó sus dientes y se lanzó a morderme de nuevo. Entonces me preparé y, con los pies, le di una patada tan fuerte que lo lancé fuera del barco. Me quedé mirando como caía al mar y se hundía en el agua. Lo veía hundirse y seguía moviéndose, como si no se ahogara. Normal, era un enfermo, ellos no respiran. - Yo prefiero llamarlos "zombis"- dice el chico sentado a mi lado. - El nombre no importa- hago un gesto quitándole importancia-. Lo importante aquí es que el perro enfermo me mordió y me infectó a mí también. Pero aquí sigo. Viva. - Yo también tengo una mordida- dice el chico mostrándome la herida de su cuello-, y sigo vivo, con lo que podemos deducir que los animales no pueden contagiarnos, solo los seres humanos. - Espera- le digo observando detenidamente su mordida, pero el chico vuelve a cubrirse el cuello con una bufanda-. Eso no es una mordida de un animal. - No. Pero ha pasado semanas y sigo vivo, es lo que importa. - ¿Cómo pasó?- le pregunto curiosa. - ¿Ya has terminado de contar tu pasado?- me contesta con otra pregunta. - Sí, bueno, navegué días y días en solitario hasta que encontré una barca en la que ibas tú. Y de no haber sido por Byron no nos habríamos conocido. He de admitir que al principio me costó confiar en ti, y aún sigo sin confiar del todo- le confieso. - Bueno, el mordisco me lo hicieron por el camino, cuando estaba tratando de encontrar una barca. Eso es todo. - Pero has tenido que pasar por más antes que eso- le digo mirándolo a los ojos-. Escondes muchas cosas, lo sé. - ¿Qué quieres que te cuente? - Tu historia, Zero, cuéntame tu historia.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD