Verónica:
Mi ropa de esquí estaba cubierta de nieve por las caídas que tuve, a pesar de esto había sido el mejor día de mi vida.
Papá había dejado de trabajar solo para darme esta satisfacción, él sabía cuánto adoraba esquiar. Estuvo todo el tiempo conmigo, su mano me sostuvo a cada instante. Este era su regalo de cumpleaños, era el séptimo más importante. Aparte de esto, mi padre había prometido dejar su vicio, por mí...
—¡Una carrera! —Grito papá.
—Va, a la cuenta de tres, dos, uno. —Salí disparada.
Solté una carcajada de felicidad al aire frío, me encantaba la persecución y la adrenalina que sentía por la carrera, siempre ganaba o bueno mi papi siempre me dejaba en primer lugar.
Avancé varios tramos aun con la sonrisa en mis labios, el equipo de esquí hacía ese sonido de "zas", "zas" sobre el hielo.
Lo adoraba, el mejor sonido, pero me detuve un momento porque me sentí extraña, no escuchaba más sonidos que los míos. Mire hacia atrás y me encontré sola..., nuevamente.
—¿Papa? —Mi voz se quebró.
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Me desperté de golpe y aspiré aire en mis pulmones, el esfuerzo de hacerlo retumbó en mi cabeza con un fuerte dolor en mi sien.
—¡Carajo!... —Masajee, el lado derecho de mi cabeza. Ese estúpido sueño otra vez, ¿por qué no se va?
Y porque..., me detuve al ver un cuarto extraño, que no recordaba. Recorrí el lugar con mi mirada y entonces mis ojos se abrieron por la impresión al ver al hombre que estaba justo a mi lado. Su espalda desnud** era del tono más rico de dorado, se veía súper varonil y pude ver los músculos que poseía en esta parte.
El hombre tenía cabello castaño claro y su forma se me hacía muy conocida.
Para este punto mi corazón ya estaba palpitando demasiado rápido, cuando descubrí la sábana que me envolvía, me encontré completamente desnud**.
Cerré mis ojos, era muy ingenua para pensar que no estaría así. De repente el hombre a mi lado se removió y ladeo su cabeza para que lo viera mejor.
Abrí mi boca e hice un pequeño sonido estrangulado, cubrí mis labios con mis manos por impulso. —No, esto, no es posible... —dije entre balbuceos.
Jeremy abrió un poco sus ojos verdes y luego me sonrió. —¡Hola preciosa!, ¿lista para otro round? —Me alejé por impulso y por supuesto no calculé bien, me caí de cama.
Gruñí por el golpe.
—¿Verónica, estás bien? —Jeremy fue inmediatamente a auxiliarte.
—¡Aléjate de mí! —Golpee su mano y me levanté del suelo tomando toda la sábana de la cama para cubrir mi cuerpo, lo cual hizo que Jeremy se dejara ver en toda su gloria.
Observé su cuerpo como embobada, pecho, abdomen y brazos musculosos y bien formados, muslos gruesos y torneados. Parecía un salvaje con todo ese bello corporal, aunque muy atractivo y su hombría. ¡Caraj**!, no podía creer que eso entró en mí.
Me mordí el labio al sentirme muy caliente. Ahora sabia que mis suposiciones eran ciertas, debajo de esos trajes de etiqueta, Jeremy escondía el cuerpo de todo un semental y de un dios griego que ha sido obviamente admirado por muchas mujeres.
Él sonrió con descaro. —Mejor así, ¿no crees?, ahora quítate esa sábana y quedaremos a la par. No sabes como muer** por tenerte de nuevo debajo de mí.
Abrí mi boca dejando escapar un poco de aire tanto por la excitación que sentí al escuchar su comentario, como por la indignación. ¿Debajo de él? Lo decía como si fuera una sumisa que estaría a sus pies.
Me iba a volver loca, en serio, y corría el riesgo de hacerle daño a Jeremy. Respiré profundo y levanté un dedo. —¡Que fue lo que paso! —Pregunté confundida y a la vez tratando de estar tranquila para encontrarle sentido a todo.
Jeremy sonrió y se acomodó en la cama poniendo sus brazos detrás de su nuca. —¿Acaso no es obvio? Tuvimos s3xo salvaje. —Respondió con voz ronca.
Se acomodó un poco más y su amigo salió al encuentro, su hombría estaba a la vista y bastante lista, debo agregar.
No pude evitar mirarlo con deseo y mi excitación iba en aumento, lo que me hizo sentir muy enojada. Tomé un cojín de uno de los sofás del cuarto y se lo lancé.
—¡Cúbrete! —Gruñí.
Él rio. —Pero si te gusta..., mmm no, corrección te encanto y te va a encantar muchos más...
Sacudí mi cabeza, recuerdos de mí gritando de placer y los gruñidos de Jeremy en mi oído mientras decía "si así te quería tener, ¿no te encanta?", llegaron a mi mente e invadieron mi cabeza.
Sentí mis mejillas sonrojarse y Jeremy lo noto, su expresión de burla no se iba. Estaba segura de que disfrutaba de mi humillación.
¿Qué fue lo que le dije una vez, precisamente en la fiesta del señor Chan, justo cuando intento besarme y yo se lo impedí?
"¡Nunca me acostaré contigo!" Le dije y en ese momento me hallaba bastante segura.
¿Ahora?..., cielos, ¿cómo había sido tan descuidada? Solo tomé tres copas y ¿por qué cedí tan fácilmente a los encantos de este mujeriego?