Jeremy:
Observé a Verónica sin poder quitarle la vista de encima, es que aparte de hermosa, no podía dejar de estar..., celoso.
Ese niño con sus manos de adolescente desperdiciada todo ese cuerpo tan bien formado. Yo debería estar acariciándola, no Zack. Maldici*n debí callarme ese día, ahora ella me odiaba.
Seguro, Verónica creía que estuve con otras mujeres, debo decir que lo intente, en serio, pero solo llegué a primera base con todas, incluso encontré a una bien parecida a Verónica, pero ni ella le llegaba a los talones, no sé, tal vez era su forma de sonreír, quien sabe.
Hice de todo por olvidarme de esa noche tan candente que pasamos juntos, pero nada surtía efecto. Suspiré frustrado apartando la mirada de ella, debí insistir más ese día, tal vez no la amara, simplemente estaba obsesionado con su cuerpo, pero de idi*ta me puse a coquetear con otras mujeres y Verónica por supuesto lo vio todo.
Ahora este era mi pag*, su indiferencia.
La reunión familiar avanzó a escenarios más tiernos, llegó el momento de obsequiarle a Amanda sus regalos.
—Este es para ella, espero le guste —dije dándole a Noah una gran caja.
La verdad no sabía ni para qué servía ese juego, pero la vendedora me advirtió que era lo último en juguetería y que servía para alguna mierd** de motricidad. Así que supongo le ayudaría mucho a la pequeña.
—¡Gracias! —dijo Noah con voz forzada—. Caraj** Jeremy que hay en esta caja, ¿una persona muerta? —Me burle de él.
—Noah el vocabulario. —Lo reprendió Allie en un susurro, la nena aún dormía.
—Lo siento, cariño. —Respondió él en disculpa y oí que los familiares de Allie se rieron.
Negué y casi me burlé de mi amigo. Hace unos meses nadie se habría atrevido a ordenarle a Noah para nada, pero aquí estaba Allie controlándolo como su muñeco personal y lo peor eran esas miradas idi*ta enamorado que tenía mi amigo.
¡Dios, me libré de pasar por eso! No me vería así tan perdido por una mujer.
—Bien, lo dejaré por aquí. —Noah dejo la caja en una esquina de la sala.
—Gracias Jeremy. —Allie me dio una sonrisa cálida.
Asentí en acuerdo, me gustaba más esta versión, que la Allie descontrolada y enojada. Bueno, aunque sabía que eran las hormonas del embarazo y era absolutamente normal, pero esperaba que ya hubiera pasado todo.
—También tengo algo —dijo Verónica de repente.
Esa s3xy voz me sacó de mis pensamientos y rápidamente dirigí mi mirada hacia ella. Bueno, en realidad, es que no había apartado mi atención de ella más de cinco segundos, era inevitable.
Desde esa noche parecía que no había podido dejar de verla. Estos últimos meses estuve observándola de lejos, cosa que ella por supuesto no sabía y no esperaba que se enterara.
Suspiré, había roto por completo esa regla, de no espiar, ahora me estaba volviendo un loco maníaco y obsesivo en lo que se refería a Verónica.
La vi levantarse y observé su figura voluptuosa. Me encantaban los atuendos que ella usaba en la oficina, solo resaltaban más su porte.
Hoy Verónica vestía unos jeans sueltos y un saco de lana color naranja, lo combinaba todo con unos zapatos deportivos, a pesar de este estilo tan relajado, se veía muy bien. Formal e informal, no importaba definitivamente cualquier cosa que se pusiera, le quedaba bien a esta mujer.
—Gracias —dijo Allie recibiendo el pequeño obsequio.
—Ábrelo, quiero saber si es de su agrado, ya sabes para cambiarlo por una talla más, si es necesario —Respondió Verónica y volvió a sentarse en su lugar entre clarisa y la mamá de Allie. Los hombres, por el contrario, nos hallábamos casi todos en el mismo lugar.
Creo que era algo s3xista, pero bueno que se le podía hacer, necesitábamos ser caballeros.
—Estoy segura de que me encantara —dijo Allie con una sonrisa y observó a Noah. Él inmediatamente lo abrió.
Increíble el control que tenía esta mujer en mi amigo. Me deshice del botón superior de mi camisa sintiéndome ahogado y volví a observar a Verónica como un idi*ta. Caraj**, tenía que detenerme, ya estaba actuando como Noah.
—Oh, vamos a ver —dice Noah destapando el regalo y nos reveló un vestido estampado con girasoles, y traía una pequeña diadema a juego.
—Oh, es precioso. —Pronuncio la madre de Allie, seguida de Clarisa y por último Allie. Todas exclamaron su acuerdo, les había encantado el obsequio.
Suspiré cansado, prefería estar en cualquier otro lugar que aquí viendo ropa de bebé, como en la cama teniendo s3xo con Verónica, pero bueno..., no podía ser grosero y no asistir. Además, no era como si Verónica me permitiría tocarla.
—Escogiste el correcto. Te lo aseguro. —El semblante de Allie era más cálido, ya no estaba tan tensa como en meses pasados. Bueno, eso era algo bueno, así no tendría que ver a Noah tan frustrado, aunque me divertía ver como Allie le gritaba.
—Quedará precioso en ella. ¿Verdad que si cariño? —Preguntó Allie con una sonrisa mirando hacia Noah.
—Es verdad, aunque sé que, todo lucirá bien en nuestra pequeña. —Respondió mi amigo guardando la pequeña prenda en el empaque de regalo.
—Oye, abre el mío también, sé que le gustará —dije con fastidio fingido, quería molestar a Verónica.
Ella rodó sus ojos, pero fue la única porque hasta la pequeña Cora brinco en su lugar, ya había terminado de comer sus galletas y quería ver de que se trababa todo. —Sí, por favor me encantan los regalos.
—Cora, pero son para tu prima. —Le dijo Ángelo con dulzura.
—¡Aahh! —La niña se dejó caer en el piso dramáticamente.
—Ven aquí cariño, ya te compraré algo —dijo el abuelo de Cora y a ella se iluminó el rostro por la nueva noticia.
—Papá, no, deja de malcriarla, ya tiene muchos juguetes. —Clarisa quitó la mirada del rostro de su padre y luego observó a su hija—. Ya tienes muchos.
—Pero mami...
De repente, un pequeño llanto se escuchó en la sala. La pequeña Amanda había despertado y con esto la abertura de mi regalo había quedado en el pasado. Bueno, ya tendría oportunidad de molestar a Verónica con otra cosa.
—Ya se despertó —dijo Allie sonriéndole a su hija.
—Perdón tía es mi culpa. —Cora hizo ese puchero adorable. La verdad es que esa niña era muy tierna.
Allie negó restándole importancia. —Ya era hora de que despertara, debe comer.
—Cariño, déjame, te ayudo. —Se ofreció Noah.
Rodé mis ojos, cielos esté no la dejaba ni respirar.
—No amor, quédate tú con mis padres, ya lo hago yo.
—Si quieres puedo ayudarte —dijo de repente Verónica levantándose de su lugar.
Resople y ella me observó con molestia. Todos me observaron con curiosidad y no me quedé callado. —Es que Verónica tiene mucha experiencia con niños, ¿no es cierto?
Verónica abrió sus ojos y la vi apretar sus dientes. En ese momento Allie habló cortando la situación.
—Gracias Verónica, ven vamos, ayúdame a llevar la silla de ruedas.
—Pero yo quería ir... —dijo Noah molesto y no pudo terminar de hablar porque las dos mujeres se fueron.
Los padres de Allie se rieron. —Vaya que eres bastante comprometido con nuestra hija. Eso me gusta —dijo el señor Scott.
La expresión de Noah cambió a una de felicidad. —Es que las amo mucho.
Asentí sintiéndome gusto por mi amigo, a pesar de que era alérgico a todo el asunto de los bebés y del matrimonio, me alegraba ver a Noah más feliz.
—Bueno, eso se nota —dijo la madre de Allie con cariño.
Me fui levantando del sofá y al parecer nadie lo notó, estaban tan enfrascados en la conversación que tomé la distracción y salí de la sala. Aunque bueno, siempre podría haber pequeños duendes fisgones.
Me di la vuelta y vi a Cora de pie en medio del pasillo, observándome con una mirada divertida.
—¡A donde vas! —Preguntó su vocecita tierna.
—He..., esto. —No le podía decir que a ver a Verónica—. ¡Que necesitas! —Pregunté en su lugar.
—Mmm, quiero más galletas, pero mi mamá ni me da, ¿puedes alcanzarlas de la cocina?, no alcanzo —dijo levantando sus brazos—. Soy muy pequeñita.
Sonreí con ternura, era alérgico a los bebés, pero no era frío de sentimientos y esta niña me hacía querer abrazarla.
En ese momento una idea vino a mi mente, podría funcionar y serviría de excusa.
—¿Tienes ganas de ir al baño? —Le pregunté.
Cora frunció el ceño. —Nop..., ya fui —dijo confundida.
Me agaché a su nivel. —Hagamos una cosa, te alcanzaré las galletas y tú fingirás ir al baño conmigo.
La niña se cruzó de brazos. —¡Para qué! —preguntó con inteligencia.
Negué con una sonrisa, esta niña era bastante lista.
—Quiero ver a la mujer que se fue con tu tía —dije sinceramente, después de todo, ¿qué podía hacer esta niña con una información así?
Cora abrió sus ojos con sorpresa. —Oh, ¿te gusta? —Preguntó.
Asentí estando de acuerdo. —Me encanta.
Cora saltó y río por lo bajo. —Dame las galletas, tengo una mejor idea, distraeré a la tía Allie.