Soy quien tu quieras que sea

1675 Words
Mientras me veo frente al espejo y arreglo mi esmoquin Prada, no puedo creer que estoy a punto de entrar a mi primera fiesta "de ricos" organizada por la empresa para darme a conocer como el nuevo Señor Montemayor, aunque en realidad no tiene nada que ver conmigo. En estos días me he dedicado a saber ¿qué es lo que hace la empresa que heredé? Y debo confesar que me ha sorprendido mucho. Soy dueño del conglomerado Montemayor que se dedica a todo lo que tiene que ver con avances tecnológicos en los avances de la medicina, en otras palabras dinero mucho dinero. También sé que estoy metido en avances de la alimentación "para el futuro" entre otras cosas que debo entender. Camino con tiento por el lobby del hotel y de pronto llego al gran salón donde me esperan los de la junta directiva, posibles socios, amigos de mi abuelo que "quieren darme su apoyo" y por supuesto, algunas casamenteras que se han dedicado a enviarme uno que otra invitación para asistir a sus reuniones. Me acerco a la barra del bar.―Me sirves un Tom Collins ¿por favor? ― Le pido al barman que inmediatamente comienza a prepararlo. Definitivamente necesito alcohol en mis venas en este momento para poder sobrellevar todo lo que viene. El Tom Collins llega y le doy un gran sorbo dejando al barman sorprendido. ― Otro de favor. ― Comento y él regresa a su puesto  a prepararlo. ―¿Nervioso? ― Escucho una voz femenina que se me acerca y al voltear a verla me quedo sorprendido al ver lo hermosa que es. Una chica de cabello ondulado, castaño, piel bronceada y ojos color verde está detrás de mí con un hermoso vestido que hace que su figura luzca como la gloria.  Sonrió levemente ―Algo ― Comento con mi voz más sensual.― Y debo admitir que me avergüenza haber hecho eso.  ―Se nota, dos Tom Collins de un sorbo hablan por ti ― y se ríe. Ella se acerca a la barra y el barman ya le tiene listas dos copas de champaña que toma con facilidad. ― Hasta luego Tom Collins, espero no verte caer, ―Contesta coqueta y luego se aleja caminando de una manera espectacular. ―¡Guau!― murmuró sin poder evitarlo. En verdad es hermosa, pero mis ilusiones se pagan un poco cuando la veo hablar con un hombre un mayor que inmediatamente la toma de la cintura. Me quedo un momento observándola lamentándome por mi mala suerte cuando siento una palmada en la espalda que me hace voltear. ―¡Así que aquí está el hombre del momento! ― me dice alegre. Yo lo veo con curiosidad y él sonríe ― Mi nombre es Rodrigo Moore. Tu abuelo y mi abuelo eran amigos y aliados.― ―Sebastian Sanz ― contesto. ―Lo sé, todos lo saben, la chica que se te acaba de acercar lo sabe, eres la estrella del lugar ¿eh? Aprovecha que esto se acaba. Otro whisky.― Le dice al barman. ―Esa chica, la que está hablando con el hombre de allá ¿Cómo se llama? ― pregunto tímido pero interesado. ―Como tu quieras que se llame. ― Responde y yo volteo a verlo asombrado. ―¿Cómo que como yo quiera? ― pregunto. Él toma su whisky y comienza a caminar conmigo por la fiesta ― Me alegra que sea yo la persona que te encontró primero en esta fiesta.― Habla seguro ― Porque eso me ayuda a decirte que tu mi amigo, ahora tienes el poder de una mega empresa que tiene tanto amigos, como enemigos, y posibles personas que te la quieran quitar, sólo debes saber cómo lo manejas ¿sabes? Esa chica de allá es una pieza más en el rompecabezas, se mueve y se alía según la llamen, así que... podría ser tuya cuando termine de jugar en ese lado. ―Sigo sin entender ― comento y él se ríe. ―Es una Escort ― Dice sin más ― Ese viejo de allá tiene un número mágico donde marcas y ella viene a ti llamándose como se te pegue la gana y haciendo lo que tu desees, menos lo que en verdad deseas ― Dice coqueto ― Ella, no sé como se llame esta noche, puedes encontrarla en millones de lugares más y será una chica distinta. Cabello, ropa, acento, edad… lo que se te pegue la gana.  ―Pensé que eso sólo existía en las películas.― Le confieso y él se ríe más. ―No, es verdad, tanto que te puedo señalar dos chicas más que están en la misma situación, mmmmm, por ejemplo, la chica de azul que está allá con ese chico que todos aquí sabemos que en realidad quiere estar con ese otro.― Y se ríe.― y la chica de verde. No sé si vengan de la misma agencia, pero aquí son novias, a veces esposas, a veces tapaderas, lo que tu quieras ellas lo pueden lograr. La explicación que me da Rodrigo se me hace irreal, es como si de pronto descubriera un mundo secreto que yo pensé sólo pasaba en James Bond o en películas del Jetset. La mirada de la chica y la mía se cruzan y ella me sonríe. ―¿Quieres el número? ―¿Qué? ― contesto. ―El número, ese número mágico, todos lo tenemos, ya sabes, por si se ofrece. Yo he llamado a una que otra chica y es divertido ¿sabes? Tiene buena plática y son buena compañía. Saben de sus temas.  ―No, no sé ― Expreso mientras la veo de lejos riéndose.  ―Bueno, allá tú, pero ten. ― Y me da una tarjeta de presentación.― Este es mi número puedes llamarme cuando quieras, puedo ser tu amigo ― se ofrece. ―¿Amigos como ella?  ―No, amigo amigo. Tengo ganas de decirle que yo no necesito amigos, pero de pronto me veo solo en este mundo nuevo y sé que al menos necesito a alguien que sepa por dónde va la situación. Tomo la tarjeta y la guardo. ―Gracias.― Murmuro.  ―De nada. No te salgas del camino amigo, porque en este mundo es fácil perderse.― Me conseja sin más y luego se aleja. El resto de la fiesta me la he pasado conociendo socios, platicando con personas bastante interesantes y otras que prácticamente me dijeron que no entendían porqué era yo el heredero de todo y no Simón el asistente/abogado de mi abuelo, pregunta a la que no tuve respuesta. Entre el sentirme cansado y un poco frustrado por la situación, decido salir a la piscina a sentarme en una de las elegantes sillas y fumar un cigarrillo para poder olvidarme del estrés. Definitivamente este mundo es bastante difícil, no basta con tener dinero. ―¿Me regalas uno? ― Escucho la misma voz de la chica y volteo para verla en frente de mí. Estiro mi mano y le ofrezco un cigarro. ―Mmmm, en cajetilla ¿No en cigarrera? ― Pregunta curiosa y sonriente. ―No sé dónde conseguir una de esas, además está se guarda mejor en el bolsa del pantalón.― Ella prende el cigarro con un encededor dorado que saca de su pequeña bolsa y el humo comienza a salir de sus labios. ―No tienes idea de lo que haces aquí ¿verdad? ― Me pregunta y alzo los hombros en respuesta ― Se nota, pareces un perrito perdido, uno muy guapo por cierto.― Yo me sonrojo. ―¿Cómo te llamas? ― pregunto. ―¿Cómo quieres que me llame? ― Me contesta y esa pregunta se me hace extraña. ―¿Cómo te llamas esta noche? ― rehago la pregunta. ―Bruna ― Dice sin más ― Y tú ¿cómo te llamas esta noche? ―Sebastián Sanz, pero eso ya lo sabes, ¿No Bruna? ― Respondo con un aire de seguridad increíble que no conocía. ―Sí, pero siempre es lindo que la gente lo diga por si misma, le da un toque de humanidad.  Nos quedamos en silencio un momento, yo fijo mi mirada en la piscina y veo el movimiento del agua ― ¿Por qué haces esto? ― Pregunto. ―¿Hacer qué? ―Fingir, ya sabes, bueno, ser quién eres.  ―No finjo, me gusta hacer esto, es... estimulante. Es como ser actriz pero con mejor paga. Cada día soy otra, voy a fiestas bonitas, a veces a viajes increíbles, tengo ropa, joyas, zapatos y después regreso a mi casa y puedo seguir siendo yo. ―Suena solitario ― Comento y ella me sonríe. ―Todo depende del ángulo en que lo veas Sebastian Sanz. Tú podrías ver todo esto como un sueño hecho realidad o como una oportunidad de demostrar quién eres.― Ella se acerca a mi, se pega tanto a mi cuerpo que comienzo a sentirme más nervioso, su perfume, uno que sé se quedará en mis sentidos toda la noche, me envuelve.― Podrías demostrar qué es lo que Sebastián Sanz puede hacer cuando le dan una empresa y todo lo que tienes o...― Dice sensual ― Podrías volverte un parásito más de este mundo tan fácil, vivir tu vida, viajar, gastar y dejar que el mundo se caiga pero mientras no te afecte, todo está bien. Jess finaliza su discurso y ahora sé por qué Rodrigo me dijo que se pueden tener pláticas inteligentes y asombrosas con ellas ― ¿Quién eres? ― murmuro mientras tengo unas increíbles ganas de besarla. ―Soy quién tu quieras que sea ― Responde ― con permiso. Ella se aleja lentamente, moviendo sus caderas de esa manera tan sensual y sube las escaleras del jardín para entrar de nuevo al salón. Una sonrisa se dibuja en mis labios y su última frase se queda incrustada en mis oídos como si fuera una melodía "Soy quien tu quieras que sea". 
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