Poderes desiguales

1893 Words
Me mantenía serena a pesar de que la presión era grande. Jennifer se acercó en mi dirección e intentó arrebatar mi vestido; no obstante, fui más rápida y pude esquivar tal cosa. —No pienso ceder este vestido ante nadie, yo lo he visto primero y en estos momentos voy a ir a medirlo. No quieras buscar problemas conmigo porque bien sabes que me encuentro dispuesta a pelear; ya estoy cansada de que todo mundo venga a querer pisotearme. No dejé que ella me respondiera y al final fui a medirme el vestido con ayuda de la empleada que me estaba atendiendo. Cuando me miré en el espejo, fue que sonreí totalmente satisfecha al ver cómo me quedaba; era simplemente sorprendente. —Este vestido parece ser hecho para usted —ella comenzó a acomodar la cola que él mismo traía—. ¿Lo va a llevar? —Claro —sonreí victoriosa al ver lo hermoso que me quedaba—. —Ha superado por mucho las expectativas, en serio que me encanta. —Muy bien, entonces voy a empacarlo. Si me permite, lo voy a tener que quitar. —Por favor, trata de tener cuidado porque quiero que todo esté en orden y no me gustaría saber que Jennifer quiere ese vestido y termina por robarlo; no me interesa lo que tengas que hacer para evitar que ella termine por salirse con la suya. —No se preocupe, señorita Endecott, tenga por seguro que su vestido va a estar a salvo. La empleada me dejó a solas y salió con el vestido. Mientras me estaba cambiando, fue que escuché como había una disputa en las afueras; al escuchar la voz de Jennifer, fue que me di cuenta de que ella estaba peleando por mi vestido. —¿Qué es lo que sucede aquí? —fruncí mi ceño con enojo—. Me puedes explicar qué es lo que estás haciendo, Jennifer. —No pienso permitir que uses el vestido que yo quiero llevar a mi graduación, así que renuncias a él o… —¿O qué? —me reí con burla—. ¿Qué vas a hacer en mi contra? ¿Acaso tengo que recordar el abismo de diferencias sociales que existen entre nosotras? Tú perteneces a una familia de menor categoría que la mía, por lo tanto no tienes alguna manera de amenazarme que me haga renunciar al vestido que quiero usar en mi graduación El rostro de Jennifer fue como poesía, no me gustaba usar mi posición social, pero en estos momentos quería usar ese vestido y ella no iba a obstaculizar mi camino. —No me provoques, Aaliyah —su tono era algo nervioso a pesar que intentaba disimularlo —bien sabes que puedo llamar a mi papá para que se haga cargo de este problema. —¿Acaso tengo que recordarte que soy Aaliyah Endecott? Tu papá sirve a mi padre, recuerda que el señor Jonas es quien ganó la licitación cuando se llamó a todas las ferreterías industriales y de la misma manera en que ganó ser el proveedor de todos los materiales que mi padre utiliza en las construcciones, bien puede perderlo solo con una llamada mía —me acerqué a Jennifer y ella retrocedió —así que te aconsejo que me dejes de fastidiar y busques otro vestido. Salí de la tienda con la bolsa que contenía el vestido que yo sí quería usar, pensaba en lo que Felipe iba a pensar ese día cuando finalmente me viera. Lo más probable era que me iba a llevar a cenar y luego de eso iríamos al hotel. —Todo está saliendo más que bien —sonreí con gran alegría —al fin la felicidad toca a mi puerta. Pero para arreglarme iba a necesitar de la ayuda de una estilista, así que era necesario buscar una. No podía presentarme el día de mi graduación en completas fachas, debía buscar alguien que me arreglara para recibir a Felipe como él se lo merecía. —¡Ahí está! —miré una estética —muy bien, vamos a ir. Entré a la estética, la dueña en el momento que me miró fue caminando en mi dirección y le dije qué era lo que iba a querer. —Lo lamento demasiado, señorita Endecott. Espero que pueda comprender que nos encontramos en temporada alta y no podemos atenderla, tenemos la agenda saturada con todas las personas que se van a graduar. —Lo entiendo, no se preocupe. Supongo que tendré que buscar otra estética, espero que tengan las fuerzas para poder atender a todas las clientas que van a venir. Comencé a caminar en las estéticas que estaban a los alrededores, pero todas ellas me cerraban las puertas. —En serio lamento demasiado no poder ayudarla, pero estamos tan saturados que ni siquiera de madrugada podemos atenderla, tal como puede imaginar. —Sí, lo sé —sonreí a pesar de que sentía como mis pies me comenzaban a pasar factura con lo mucho que había caminado —¿No sabe de algún sitio que se encuentre libre? —Lo siento demasiado, pero no. Al final tuve que irme a la casa, todo lo que había planeado salió totalmente fatal y me preguntaba a qué sitio tenía que ir para que me pudieran arreglar. —Cariño —mi papá se puso triste al ver que me encontraba tirada en mi cama mirando a un punto incierto —¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué mi adorada princesa se encuentra triste? Mi papá se puso a mi lado y me abrazó, esos abrazos eran suficientes para que mi angustia se fuera. —Dime qué es lo que pasa, quizás yo pueda hacer algo para que puedas volver a sonreír de la manera en que lo hacías. —No encuentro a una sola estilista que me pueda arreglar el día de mi graduación. Ya tengo el vestido y todo lo que necesito, menos alguien que me peine y que me maquille. —Eso es sencillo, voy a mandar a traer a una estilista del extranjero para que te venga a arreglar. Ella es muy cotizada y estoy seguro que con la suma suficiente va a poder venir aquí sin poner excusas. —¿En serio, papá? —me separé de él y lo miré con esperanza —¿Puedes hacer eso? —Claro, mi amor. Lo que sea por ver sonreír a mi princesa —él me levantó la cara —sé bien que te quieres arreglar por ese muchacho, nunca antes te había visto tan feliz y eso es lo que me hace pagar cualquier cifra sin importar nada. —Papá, te amo —lo abracé con fuerza —quiero que sepas que tú siempre vas a ser mi primer amor y el más puro que he sentido por alguien, mi mamá hizo una gran elección al escogerte como mi padre. —Cariño —pude escuchar como su voz se quebraba —tú has sido una hija que me llena de orgullo día a día, no solo eres noble, sino también una mujer muy inteligente. Mi papá me llenaba de caricias, pero en cierto punto se detuvo y me preocupé al pensar en que quizás había hecho algo malo. —¿Qué sucede, papá? —Sé bien que te has peleado con Rachel y tengo que decirte que no me gusta eso, deberías de hacer las paces con ella, sé bien que ambas se quieren y no me parece la idea de que se encuentran distanciadas. —Papá, ella no se portó bien conmigo, me dijo que Felipe parecía ser demasiado perfecto y que debería de tener cuidado. —No sé qué tanto le has contado a Rachel, y aunque tengo que admitir que ella en algunas ocasiones exagera con sus preocupaciones pues debo de reconocer que tiene un sexto sentido muy agudo. —Está bien, papá, voy a tener cuidado y tomaré en cuenta las palabras que Rachel me dijo —respondí para tranquilizarlo —también hablaré con ella, no me gusta estar distanciada de mi prima, al final de cuentas es la única prima hermana que tengo. —Me alegra saber eso, cariño —mi papá acarició mi rostro con su pulgar —bueno, ahora si me disculpas tengo una llamada que hacer para que te puedan arreglar el día de tu graduación que de paso se encuentra a la vuelta de la esquina. Mi papá se marchó y pensé en lo que me había dicho, realmente no me gustaba estar distanciada de Rachel, así que al final tomé mis llaves para salir. —Papá —lo miré hablando por teléfono —iré donde mi tía, prometo volver temprano. Mi papá se limitó a asentir y luego de eso me fui donde mi tía, cuando llegué, las puertas de aquella casa se abrieron sin problemas en el momento en que mi carro fue visto. —Tía —la saludé en el momento en que la miré leyendo en la sala —hola, he venido a hablar con Rachel. Supongo que ella se encuentra en la casa. —Hola, cariño. Pues mira que no, ya mi yerno se encuentra en la ciudad y se ha ido a su casa, si me hubieras avisado con tiempo te lo hubiera dicho. —Que problema —moví mi boca de un lado al otro —bueno, supongo que tengo que ir a su casa. Gracias por todo, tía. —Cariño, espera un momento —ella me detuvo y dejó de lado su libro —antes de que te vayas tengo que advertirte que mi yerno se encuentra enfadado, él decidió acortar su viaje de negocios porque se dió cuenta del pleito que habías tenido con Rachel, sabes bien lo protector que es con su esposa y pues no le hizo mucha gracia lo sucedido. —Lo sé, no era necesario que me lo dijeras. La realidad es que Rachel se puso en una postura que no era la más adecuada, se preocupa demasiado por mí y piensa que no voy a ser capaz de protegerme. —Escucha, me encuentro al tanto de la situación y me temo que tengo que darle la razón a tu prima. Sé bien que ella a veces se preocupa de más, pero en estos momentos ella dice la pura verdad. —Tía, por favor. En serio que ya no soy una niña, deben dejarme tranquila referente a lo de Felipe, ha sido una de las pocas cosas buenas que me ha pasado y te pones en ese plan. —No quiero verte sufrir, mi amor. Por eso es que te digo todo esto, créeme que hay muchos hombres malos allá afuera y no puedes creer en todo lo que te dicen, porque muchas veces lo único que quieren es llevarte a la cama. —¿Sabes qué? Mejor me voy porque no quiero discutir contigo, al parecer ante sus ojos soy incapaz de atraer a una persona decente. —No es eso, cariño. En serio que no ha sido mi intención hacerte enfadar, te doy mi palabra. —Tía, al parecer ante tus ojos la única clase de hombre que puedo llamar es a la porquería de la sociedad, quizás no tengo la belleza de tu hija, pero al menos creo que soy digna de alguien bueno…
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