El Uber se detiene frente a la cafetería que Jonathan me ha indicado cuando hablamos por teléfono. Antes de bajarme del automóvil, limpio las lágrimas que he derramado durante todo el camino, mientras pensaba en todos los momentos que viví junto a Jim y que no volverán a pasar nunca más en mi vida. El conductor me ayuda a bajar mi equipaje, le pago y entro al lugar. Busco al agente en toda la cafetería y lo encuentro sentado en una de las mesas del fondo, tomando una taza de café y con actitud indiferente. Camino hacia él y, cuando estoy a unos pasos de su mesa, sus ojos, color marrón, encuentran los míos, se para y me invita a sentarme en la silla frente a él. —¿Qué querías hablar conmigo? —pregunta con tono frío y sin siquiera molestarse en saludar. Lo observo con nerviosismo. No

