Capítulo 6

1596 Words
Me tenía completamente acorralada con su cuerpo, sabía que debía salir de esta maldita biblioteca, huir de él lo más rápido posible, pero aún así mi cuerpo se relajó grandemente al tener cerca el suyo, o al menos se relajó del miedo que había sentido. Porque la cercanía con su tonificado abdomen estaba haciendo que mi cuerpo comenzara a revolucionarse y alterarse en otras áreas. De algún modo logró comenzar a calmar el ataque de pánico que había estado sufriendo y por alguna razón ya no veía como algo tan grave la sangre en su playera o que hubiera matado al tío de allá fuera. Ahora más bien mis pensamientos estaban centrados en lo marcados que estaban sus músculos, lo sexy que resultaba su cabello desordenado, lo carnosos que eran sus labios y lo sensuales que lucieron cuando comenzó a articular las palabras. —¿Por qué mejor no intentas respirar y te calmas? No pienso hacerte el más mínimo daño—dijo y esta vez su voz me pareció incluso dulce. ¿Había tenido ese tono meloso todo el tiempo?— Mira sé que lo que estás viendo no es muy fácil de excusar, pero aún así y tomándome la libertad de citar el típico cliché, voy a decirte que no es lo que parece y qué lo puedo explicar. Solo no salgas corriendo en cuanto te suelte por favor—terminó de decir con una sonrisa cautivadora, no, ¿qué digo?, Su sonrisa era más bien hipnótica y ni siquiera fue consciente de que estaba asintiendo con mi cabeza hasta que ya lo había hecho. Tampoco pude evitar la gracia que me causó su tonto comentario sobre la frase cliché que aún así dijo. Él lentamente se retiró haciéndose a un lado e invitándome nuevamente a sentarme con un gesto de su mano. Yo lo hice como una verdadera automáta mientras me preguntaba ¿por qué aún estaba aquí y no había seguido mi razón y salir huyendo y procurar nunca más volverme a cruzar con este tipo? Y ¿Por qué de un momento a otro estaba viendo a este chico diferente? ¿Por qué sentía este magnetismo que no había sentido al entrar? ¿O lo había hecho? —Mi nombre es Víctor, ¿Cómo te llamas tú? Está claro que eres nueva aquí en el reclusorio y tal vez por eso se te esté haciendo un poco más difícil asimilar lo que viste. Pero estas son cosas que pasan frecuentemente en un lugar como este y deberías empezar a acostumbrarte. Sé que piensas que lo que está en mi playera es sangre, y efectivamente lo es. También tienes razón al pensar que fui yo quien mató a el hombre del patio, pero te equivocas al pensar que sería capaz de dañarte, a ti o a cualquier otra mujer. Aún eres novata en este lugar pero muy pronto aprenderás que a veces hay cosas que no puedes dejar de hacer, que son cuestiones de supervivencia, aquí todo se resume a eso, a ser más fuerte y poder sobrevivir hasta lograr salir. Vas a tener que comenzar a controlar tus ataques de pánico, ¿Tomás alguna medicación?—dijo mientras se sentaba en la silla junto a la mia y me miraba atentamente como si me estuviera estudiando. Sabía en el fondo que sus palabras tenían razón, ciertamente llevaba poco tiempo aquí pero ya comenzaba a sufrir en carne propia lo que era verdaderamente un reclusorio, y sí, comenzaba a entender la supervivencia y fortaleza de la que todos me hablaban, comenzaba a captar el mensaje de que o aplastabas o eras aplastado. —Aslin, aunque por alguna estúpida razón prefieren llamarme anís. Supongo que tienes razón, debo acostumbrarme a ver los cadáveres que vas dejando por la prisión—dije en un tono mordaz pero al ver la mueca que cruzó su cara me arrepentí inmediatamente, pero ya estaba dicho y a pesar de comprender que supuestamente lo había hecho por necesidad era lo que en el fondo realmente pensaba, porque lo único que tenía para creer que lo había hecho por obligación eran sus palabras, y al fin y al cabo eran las palabras de un asesino. Osea había matado a un hombre, ¿Quién quitaba que no matara a más? Incluso él mismo me estaba diciendo que era algo frecuente. Pero tampoco tenía porque ser cruel con él , ni derecho de juzgarlo solo porque mató a ese tipo, más aún cuando no conocía los motivos por lo que lo había hecho, y tampoco cuándo yo también tenía las manos llenas de sangre. Cuando también sabía lo que se sentía que no creyeran tus palabras porque eras una asesina. Una vez más los estúpidos prejuicios se habían adueñado de mí, incluso estando aquí dentro aún seguían todas las discriminaciones que la sociedad me había inculcado durante años en mi mente—¿Cómo te diste cuenta de que sufría un ataque de pánico? Muy pocas personas logran identificarlos en mi caso ya que según me dijo una vez el doctor son muy intensos pero a la par muy similares a una simple crisis de ansiedad o depresión. Aunque nunca los he sentido así—pregunté tratando de cambiar el tema y aligerar un poco la tensión ocasionada por mi comentario. Él volvió a sonreír, pero esta vez fue una sonrisa triste. —Mi hermana menor, padece exactamente ese mismo tipo de síndrome. Desde los 8 años comenzó a tenerlos. Al principio como tú bien dices no pensamos fueran ataques de pánico en si, sino una crisis de la edad. Solo que un día casi deja de respirar, fue tan intenso el ataque que estaba completamente paralizada, recuerdo su tez se tornó pálida en cuestión de segundos y fue muy difícil lograr calmarla. Desde entonces me informé en todo lo que pude sobre este tipo de ataques y como tratarlos.—explicó y me sentí inmensamente identificada con la historia de su hermana. Los mios comenzaron a mis 12 años pero también al principio nadie supo identificarlos y menos aún tratarlos, recuerdo que mis padres se estaban divorciando y ni siquiera me prestaban atención, únicamente les importaba su desequilibrio marital. Hasta el día que casi muero y eso fue como una señal para ellos de que estaban haciendo las cosas mal. —Pero, ¿Qué tenemos aquí? ¿De dónde sacaste está hermosura Victor? Vaya voy a tener que felicitarte, no solo haces un excelente trabajo, sino que también me consigues una belleza para distraerme—escuché la voz de un hombre detrás nuestro y sus palabras me provocaron un terrible escalofrío por todo el cuerpo. Volteé a ver al dueño de esa voz y me encontré con una imagen desagradable, el tipo que había hablado lucía bastante mayor, de unos 50 o 60 años se podría decir, era demasiado obeso y tenía una horrible cicatriz que cruzaba su cara desde el ojo derecho, el cual estaba cerrado, hasta el final del labio izquierdo. Víctor se levantó de la silla y se colocó delante mio. Podía ver qué estaba tenso ante la presencia de este hombre, los músculos de su espalda estaban realmente contraídos y su respiración era casi imperceptible, como si estuviera calculando muy bien la situación. —¿Qué haces en el medio? Me estás quitando la vista—dijo el otro hombre de forma reprochadora y trató de rodear a Víctor pero este le sostuvo y el otro comenzó a reír sonoramente. Hasta que detuvo su risa en seco y su cara se transformó en una máscara de frialdad y miedo.—¿Qué estás haciendo? ¿Alguien tiene ganas de jugar? ¿Acaso has olvidado quién manda aquí?—dijo con la voz gélida y sin aviso golpeó a Víctor en el estómago haciendo que se doblara sobre si mismo. Por consecuencia Víctor liberó el agarre que tenía sobre él y este comenzó a acercarse a mí. Yo me retorcí en el asiento tratando de alejarme lo más que fuera posible de él. Pero era prácticamente en vano porque estaba atrapada entre la mesa y él. Atrapó con una de sus gigantescas manos un mechón de mi cabello y lo retorció entre sus dedos mientras lo observaba. —¿Tienes miedo pequeña? Eso solo lo hace más divertido. No te preocupes, te gustará. A todas siempre les gusta—dijo y solamente sus palabras me causaron náuseas. Era un tipo verdaderamente asqueroso y repugnante y mientras más se acercaba más se me revolvía el estómago. Estaba a punto de meterle una patada para apartarlo de mí. No volvería a dejar que me sucediera lo mismo. Pero no tuve ni oportunidad ni necesidad de hacerlo. Victor se había enderezado y recuperado del golpe en algún momento y ahora estaba agarrando a este hombre por detrás alejándolo de mí. Mientras volvía a recibir otro golpe está vez en el rostro, pero simplemente trataba de retener al hombre lejos de mí y no de defenderse. —Marchate de aquí. ¡AHORA!—grito Víctor y no lo pensé dos veces para salir corriendo de la biblioteca como mismo había entrado. Corrí sin volver a mirar atrás hasta que llegué al pabellón de mujeres y choqué contra Tijeras. —¿Aslin, que traes?—preguntó notablemente preocupada y supuse que mi estado no debía ser nada favorable. De pronto miré hacia atrás y no ví nada más que mujeres por el pasillo. Estaba a salvo, al menos por el momento. Pero, ¿Que había sido de ese chico? ¿De Víctor?

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