Eso era. Se enojó porque, según ella, yo la negué. ¡Maldita sea! No la negué. Quería evitarle un mal rato de miradas y preguntas incómodas. ―No es así, Miranda ―intenté explicar―, yo no te negué, yo... ―Claro, eso vaya a decírselo a sus amiguitas. ¿Por qué seguía con el tema de mis "amiguitas"? ¿Acaso estaba celosa? Volvió a tomar rumbo al ascensor y al subir, yo marqué mi piso, pero ella no el suyo. Cuando pasamos de largo, lanzó un suspiro y marcó el que seguía, pero ya lo habíamos pasado y no paró. Marcó el siguiente y el siguiente... Y se dio por vencida. Quise abrazarla y asegurarle que todo estaría bien. Al llegar a mi piso, se echó hacia atrás para dejarme la vía libre. ―Va a ir parando en todos los pisos ―comenté antes de salir. ―No es asunto suyo. Me volví para mirarla

