Ya es 17 de mayo, pronto se viene la fiesta de cuarenta años desde que se inició la escuela y todos están enloquecidos tratando de terminar todo a tiempo. Mi Eva le es indiferente todo y solo me entere por el profesor de historia que ella junto a otras niñas estaban haciendo un mural. Ahora solo podía verla en clases y en sus lecciones un poco más distraída que antes pero con siempre su aire de dulzura y grandeza, de vez en cuando jugábamos con temas estúpidos como por que la x no era más fácil de encontrar, su risa era tan angelical que me hizo cuestionar si era humana. Pero a lo largo de estos días sentía como cada vez se habría más a mí y como yo a ella. Como me dedicaba dulces sonrisas, o como me saludaba siempre que me encontrara cerca de ella. Eva me entendía, de algún modo u otro,

