Prólogo: el novio secreto
✿ Valencia Carlsen.✿
—No puedo creer que esté aquí. Esto es… —Gemma se detiene al verme—. ¿Me estás escuchando, Valencia?
Me vuelvo hacia ella y le respondo con una sonrisa, ella entrecierra los ojos con expresión de sospecha, últimamente me he acostumbrado a sus gestos acusatorios.
—Enfócate, ha llegado tu noche. —Esta vez me sonríe y le devuelvo el gesto asintiendo.
Ha llegado el día. Voy a ser una mujer comprometida y ahora mismo mis nervios están al borde; siento que la piel se me eriza y no se debe al frío que me abraza cuando salgo de coche, sino al hecho que seré la prometida del hombre más enigmático y deseado de todos. Eso me asusta y emociona a partes iguales, porque luego de meses de ocultarnos, él me presentará ante el mundo como la mujer que quiere. Me eligió a mí.
—Gracias, Arturo —digo con una carismática sonrisa cuando él cierra la puerta del coche.
Arturo, que ha sido mi chófer los últimos años, asiente con su peculiar gesto formal. La otra puerta del auto se abre y sale Gemma mirando encantada el extravagante lugar al que hemos llegado.
—Mira eso, es un verdadero palacio —comenta mi mejor amiga, ajustado el escote corazón de su vestido menta—. Eres muy afortunada de que tu familia sea invitada a estos eventos.
—Lo importante es la recaudación de fondos.
Gemma sonríe mientras envuelve su brazo en el mío.
—Tú solo piensas en las cosas buenas, Valencia. Se nota que no conoces el mundo real. La gente viene para mejorar su imagen y algunos a buscar un buen partido.
—No todos. Estoy aquí por…
—Por tu novio. Por fin voy a conocer a ese chico que te tiene así, ¿estás segura de que pedirá tu mano esta noche?
—Confío en él.
Antes de que ella comente algo más, nos acerco al hostess que nos deja ingresar luego de leer mi nombre: Valencia Carlsen. La fascinación aparece en los ojos de Gemma al observar la decoración de la propiedad Wright, el apellido del hombre que amo. Siempre me saca una sonrisa pensar en lo que tenga que ver con él. Igual que Gemma, nadie sabe quién es el hombre del que estoy locamente enamorada, aunque todos lo conocen. Al principio acordamos mantener nuestra relación en secreto porque no sabíamos a donde llegarían las cosas, y yo no quería decirle a mi prima Samara que estaba saliendo con el hermano de su exnovio. Ahora, hemos llegado aquí, dispuestos a revelar nuestro amor y decirle a nuestras familias que vamos a cansarnos.
—Se nota que son asquerosamente ricos, mira los cuadros y las esculturas.
—Gemma, no uses ese vocabulario… no es…
—Elegante. Lo sé, perdón, princesa Valencia.
—No es eso, sabes que…
—No te juzgo amiga, comprendo que eres así porque te han criado como una princesa.
Me da pena responder a su comentario. Ella tiene razón, todos dicen que parezco y vivo como una princesa porque mis padres me tratan como tal, soy la luz de los ojos de papá y la vida entera de mi madre, quisiera ser más libre, poder ir a la universidad o dejar de tener guardaespaldas porque mis padres quieren cuidarme a toda costa. Su mayor excusa es mi enfermedad, pero sé que soy capaz de vivir como las demás chicas de mi edad. Por eso me emociona la vida de casarme, sé que él no me limitaría, podría ir a la universidad y ser una buena esposa a la vez.
—No quiero que la gente te vea extraña por esos comentarios, no es un buen momento para ti —digo empática, a lo que ella me mira triste—. Lo siento, no quería recordarte lo que pasó.
—Descuida, amiga. Yo jamás podré olvidar lo que me hizo ese mal hombre. —Sus manos viajan hasta su vientre plano, lo acaricia suavemente—. No sé qué decisión tomar.
—Sé que ese hombre te pidió que abortaras, pero no lo hagas. Ese niño no tiene la culpa. Puedes ser una excelente madre…
—No quiero traer un niño al mundo, cuyo padre no lo quiere. No sé si seré una buena madre, Val.
Aparto un mechón de su cabello castaño rizado para acariciar su rostro. Cuando Gemma me confesó que estaba embarazada, no podía creerlo, mucho menos cuando me dijo que el padre de su bebé le estaba pidiendo que abortara y, además, ese tipo terminó su relación con ella porque el infeliz no quiere que mi amiga dañe su imagen. Gemma dice que es un hombre poderoso y millonario, lo conoció en la universidad porque él tiene poder ahí y mantuvieron una relación secreta. No lo conozco y espero no conocer a un desalmado como aquel.
—Te apoyaré si decides quedarte con el bebé.
—Si tu madre no te prohíbe que me hables. No creo que le guste que te juntes con una madre soltera.
—Mi madre no te juzgaría por eso —refuto.
—Lo siento. Estoy sensible con todo esto que digo tonterías. —Suelta un suspiro—. A veces me gustaría una vida como la tuya. Quizás conozco a alguien esta noche…
—No pienses en eso. Vamos, tengo muchas ganas de presentarte a…
—A tu futuro esposo, ya lo sé. ¿Cuál es su nombre?
—No comas ansias. Te lo presentaré pronto. —Tomo su mano mientras nos adentramos al jardín de la propiedad.
Este es un evento anual de la familia Wright, aprovechan su poder en los negocios para organizar una noche benéfica. El anfitrión suele ser el señor Enzo, es un hombre muy respetado, incluso mi padre le guarda un respeto admirable. El señor Enzo Wright no solo es conocido por ser un destacado empresario, su apellido ha tenido una gran historia en la alta sociedad británica. A mí me intimida, lo que incrementa mis nervios al saber lo que pasará esta noche. El señor Enzo sabrá que uno de sus nietos pedirá mi mano y no cualquiera, sino el más misterioso e impredecible de todos: Denver Wright.
Denver o Den, como yo prefiero llamarlo, es un caballero que a simple vista da miedo, pero nadie lo ha conocido como yo. Es reservado hasta los extremos, aunque no por engreído, él tiene motivos para ser así.
—Deberías presentarme a alguien y, no olvides decir que soy tu amiga —me dice Gemma, abrazando mi brazo.
—Eso no asegura que quieran salir contigo. Con tu sola belleza puedes deslumbrar al hombre que desees.
Ella me ve a la cara unos segundos y luego dice: —Espero tener tu fortuna.
Una camarera pasa frente a nosotras ofreciéndonos champán, niego con un movimiento de manos, por su parte, Gemma toma una y la bebe.
Pongo mi atención a nuestro alrededor. Todo está elegante, el color rey de la noche es el blanco mezclado con el azul diamante. Es típico ya que el sello de la familia Wright es ese, se dedican a la joyería y nadie les gana en ese mercado, ni en ningún otro al que ellos le apuesten.
En uno de los arcos de entrada al jardín, veo que un hombre camina hacia el centro y mis nervios salen a la superficie al reconocer que ese distintivo porte, no es Denver, es uno de sus hermanos, pero significa que él ya está aquí.
—¿Quién es ese?
—Aidan, es el Wright menor.
—Claro, yo sí decía. Preséntame, ya que tu familia es cercana a ellos no le pasaré de desapercibida.
—Ah… Lo siento, pero no creo que Aidan sea el hombre para ti, él ya estuvo enamorado de alguien.
—¿Y tú sabes quién es?
Le respondo con un ligero movimiento de cabeza. Él, es menor que Denver, y, el dilema es que Aidan estuvo en una relación con mi prima Samara, hasta que él la dejó sin decirle nada, es por eso que no le confesé que estoy saliendo con Denver. Ella no vino con la excusa de que se sentía indispuesta, pero sé que se negó porque el evento es en la propiedad Wright, desde que Samara entró en depresión, mi amiga más cercana ha sido Gemma.
—¿Qué tal los otros hermanos?
—No creo. El mayor está casado y Denver, bueno él…
—¡No! Él no. ¿Qué tal de la familia Wilcox?
—Será mejor que no pienses en eso. Disfruta la velada, Gen.
Otra camarera pasa ofreciendo más champán, vuelvo a negarme y Gemma toma otra copa.
—Es una pena que no puedas tomar por eso de tu enfermedad. ¿No probarás un trago? —Ella pone la copa delante de mí y la veo tentada, no es que no pueda tomar, lo evito por precaución.
—¡¿Qué haces?! —exclama alguien, no tardo en darme cuenta que se trata de mi madre: Eloise Carlsen.
Pongo las manos detrás de mi espalda apenada por la mirada preocupada de mi madre, quien reprende a mi amiga.
—¿Quieres matar a Valencia?
—No se la iba a dar, señora.
—Calma, madre. No iba a tomar; Gemma solo bromeaba.
Mamá me abraza y me mira a la cara con atención analítica, sus ojos marrones están preocupados.
—No puedes tomar alcohol, mi vida. No debo dejar que Arturo te pierda de vista, es tu guardaespaldas para evitar estas situaciones. —Se gira hacia Gemma—. Prefiero que evites este tipo de bromas.
—Está bien, señora. Una disculpa y, si me permite las dejo solas.
Mi amiga se aleja apenada con la situación. Mi madre es sobreprotectora, demasiado.
—No seas así de dura con Gemma, ella no está bien en este momento, madre.
—Lo siento, me preocupo mucho por ti. Arturo me dijo que llegaron hace unos minutos y no te veía por ningún lado así que le dije a tu padre que te buscaría por la fiesta.
—Ya estoy aquí y estoy bien. Y no necesito a Arturo, ya soy adulta.
Ella solo sonríe. No me gusta preocuparla, es quien más me cuida y la amo por ese amor tan incondicional. No es mi madre de sangre, pero siento como si ella me hubiese traído al mundo. Nunca me hizo falta mi verdadera madre, porque Eloise siempre ha llenado ese lugar. No todas las madrastras son malvadas.
—Permití que vinieras porque dijiste que esta noche sería especial para ti. No nos has dicho de qué se trata. Tu padre dice que es sobre un chico…
—Así es, es sobre mi novio —confieso emocionada. Ella abre los ojos sorprendida—. Se los presentaré esta noche.
—¿De verdad? Ya quiero saber qué tipo de hombre es quien ha conquistado a mi princesa.
—Es perfecto, madre. Yo quiero compartir toda mi vida con él.
—Compartir toda tu vida es muy serio. —Toma mis manos—. Yo te apoyaré en lo que sea mejor para ti.
—Buenas noches, damas —saluda el señor Enzo, queda frente a nosotras y se posan en su bastón. Mi corazón se acelera al notar que junto al hombre mayor está su nieto: Denver Wright, con un impecable traje gris oscuro, su cabello castaño peinado a la perfección y sus ojos verdes sobre mí. Un cosquilleo me recorre toda.
—Buenas noches, señores Wright —responde mi madre.
Pienso en saludar, pero los nervios me lo impiden, ambos hombre me mira y reconsidero si elegí el vestido perfecto para la ocasión, debo parecer una niña aristocrática al vestir de rosa, pero es mi color favorito.
—Hija, saluda…
Salgo de mi estado de nervios y saludo con amabilidad, es una suerte que no tenga que darle la mano a ninguno de los dos, porque no quiero mostrar cuán alterada estoy; no quiero hacerlo antes de que Denver pida mi mano.
—Tan bellas como siempre. Si algo puedo halagar sin descanso de los Carlsen es su auténtica belleza femenina, nada más británico que esos rostros angelicales —comenta el señor Enzo—. Ha hecho usted un gran trabajo con su hija, señora. Y con su sobrina también. Ambas serían las cándidas perfectas para mis nietos que me sacan tantas canas verdes. Pero no sabemos los planes del destino.
Todos ríen con gracias, yo no dejo de ver con disimulo a Denver que me regala una mirada cómplice, él debe saber lo nerviosa que estoy.
—Me gustaría hablar con usted, señora. Hijo, porqué no acompañas a la señorita Valencia a dar un recorrido.
Denver solo asiente, así es él, un hombre de pocas palabras, aunque no niego que intimida. Él me ofrece su brazo y envuelvo el mío en el suyo gustosa de estar así de cerca, mamá me dedica su habitual advertencia maternal antes de enfocarse en el señor Enzo. Mi corazón late ansioso y nervioso, estar junto a Denver me produce esta sensación. Un dato sobre él, habla poco; incluso conmigo y eso me hace preguntarme qué estará pensando.
—Estás tan hermosa que estoy arrepentido —dice.
—¿A-arrepentido de qué?
—De no haber confesado antes que estás enamorada de mí.
Una sonrisa se me escapa de los labios.
—¿Lista para que pida tu mano? —Su voz es grave, suave, y resulta un privilegio escucharla.
—Sí, creo que sí. Estoy nerviosa…. ¿Crees que tu abuelo o toda tu familia me acepte?
—No te preocupes por ellos, puedo negociar todo… Soy un Wright. —Se pone delante de mí, me roza y no se imagina todas las sensaciones que provoca con ese gesto, aunque él no parece querer provocarme porque justo ahora su expresión ha cambiado a una seriedad que me hace mover mi peso de un pie a otro—. Valencia, no quiero arruinar las cosas esta noche. Quiero que confíes en mí, porque tengo algo importante que decirte, es…
Nos vemos interrumpidos por la llegada de su hermano, Aidan.
—Den, acompáñame, pasa algo adentro.
—¿Tiene que ser ahora?
—Ahora.
Aidan se adelanta, mientras Denver me dice que volverá enseguida para reunir a todos y pedir mi mano. No puedo impedir que mi corazón vuelva a acelerarse al escuchar esa promesa.
Él se aleja ante el nuevo reclamo de su hermano. Por mi parte, me doy media vuelta, encontrándome con Gemma. Ella pestañea asustada…
—¿Pasó algo? —pregunto. Ella acaricia su antebrazo que está rojo, cosa que me preocupa—. ¿Gemma, cómo te hiciste eso?
—Yo… Fue él. Vi al padre de mi bebé…, está aquí —llora.
—Oh, Dios. ¿Dónde está? ¿Quién es?
Ella mira detrás de mí, justo por donde desaparecen los dos Wright, lo que me alerta.
—Tú estabas con él… es…
—¿Aidan? —inquiero con el corazón en un hilo.
Ella niega y mi miedo se intensifica.
—¿Hablas de Denver?
Mi corazón se rompe cuando ella asiente. Denver. El hombre que amo y quien está por convertirse en mi prometido es el padre del bebé de mi mejor amiga.