Capítulo 4

1150 Words
Aleksandr. —Ahora que están casados sabrán lo dura que es la vida —comentó con diversión mi padre, haciéndonos reír—. Felicidades, chicos y Anastasia, bienvenida a la familia. —En el caso de usted —la madre de mi nueva esposa, me habla—. Bienvenido a la familia y les deseo todo el amor y éxito del mundo. Se acercaron más personas a halagarnos y decir un sin fin de cumplidos que me estaban cansando. Más bien pareciera que se querían ganar el favor con nosotros, o con mi abuela. Ser adulador no es lo mío. —Pareces un robot, deberías actuar más natural —susurró en mi odio, al verme darle el mismo saludo a todos los invitados—. Se darán cuenta muy rápido de lo que estamos haciendo si sigues así. Todos han sido muy agradables y es deshonesto de tu parte pagarles así. Sonrío ante lo que dice. ¿Estoy siendo deshonesto? Pero venga, Ana, si los dos estamos cometiendo el mismo crimen, ¿por qué solo ves lo que se supone que yo estoy haciendo mal? —Pues tú no te quedas atrás. Deberías actuar mejor. Se te ve a tres metros de distancia, lo tensa que estás cada vez que me acerco a ti —me quejo, susurrando en su oído también. —Soy mejor que tú en eso. —Lo dudo, pero te dejaré con la ilusión —respondo. —¡Que vivan los novios! —dijeron los invitados al unísono, sorprendiéndonos a los dos. Alzaron las copas para brindar. —Esperan por nosotros —Ana pone su copa frente a mí. —No me gusta este brindis —igualmente entrelazamos nuestros brazos, y bebimos de nuestras copas. Es agotador... todo lo que se hace por dinero. La próxima vez que me case, será sin tanto protocolo y esta vez espero hacerlo con alguien a quien ame. A pesar de lo incómodo que había sido en algunos momentos la recepción, todo terminó bien. Los invitados disfrutaron hasta el final y antes de marcharse, nos volvieron a desear amor, abundancia, pasión y mucha comprensión. Mi abuela estaba muy feliz por esta unión y el resto de mi familia solo decidió beber gratis. Yo estaba cansado, pero ya era el final del día. —Familia, nos veremos pronto. Gracias por compartir este momento tan especial entre Anastasia y yo —me despedía de mi gente—. Ahora nos iremos a mi casa para descansar. —No, cariño. Usa la mansión. Nosotros nos iremos a un hotel porque tenemos una reservación. Mañana verán que hacen, pero esta noche quédense aquí. Miro a Ana, que estaba hablando con su madre sobre algún tema importante. —¿Nos vamos o nos quedamos? —le pregunto seriamente. —Vamos a quedarnos. Igual saldremos temprano —responde con frialdad. —Bien. —Entonces disfruten de su noche, pequeños bribones —se despide mi abuela, junto al resto y se marchan. Los veo salir del jardín y mirando a Ana, le hago una seña para que vayamos dentro de la casa. —Es hora de terminar el plan y firmar los documentos para que todo esté al pie de la letra —empiezo a caminar. —Bueno, tan mal no salió —admitió, para seguirme en silencio, con rostro de preocupación. Sí, debo admitir que por ahora todo fue bien, a pesar de que la elección la hice yo. *** Anastasia. Me sentía un poco nerviosa, o tal vez intimidada con Aleksandr. Me había casado con alguien después de veinticuatro horas de haberlo conocido. Ni siquiera le había comentado a mi madre sobre la ruptura de Andrés y ahora me estaba casando con alguien nuevo. Algo que agradezco, es nunca haberle presentado ni mi supuesta mejor amiga ni mi novio a mi madre. Su enfermedad no le dio la oportunidad de conocerlos y le he evitado un sufrimiento innecesario. Han pasado algunas horas desde que me casé con Aleksandr y se sienten las cosas como si esto fuera un sueño. No ha sido para nada malo y fue muy respetuoso anoche... sobre todo con las reglas. Me hizo sentir bien, a pesar de cómo son las cosas para nosotros y no hay nada descabellado en sus peticiones y se sintió extraño que justo me enteré en el altar, que era el nieto de la dueña de la compañía. No tendríamos luna de miel por ahora y la dirección de la mansión tampoco me la sabía, así que llegué a la empresa bastante tarde, cosa que no debía, ya que hoy viene el nuevo director a la empresa. Tenía mis ciertas dudas sobre el nuevo director, algo me decía que era Aleksandr, pero que llegara a mi mismo piso a trabajar, era demasiada casualidad. —¿Hasta qué te dignaste a aparecer? —la voz de mi jefe, se escucha por todo el pasillo—. ¿Qué parte de llegar temprano el lunes no entendiste? Dejo las cosas en mi escritorio, tratando de recuperar el aire que había perdido, por venir corriendo a la oficina. ¡Era obvio que se iba a dar cuenta de mi tardanza! —Tuve un problema para llegar más temprano. El autobús en el que suelo viajar se accidentó en la autopsia y fue hasta ahora que pude llegar —respondo, en un intento de escucharme tranquila. En otra oportunidad, yo misma le gritaría. Él también acaba de llegar, pero a mí es a la que se le ve. —¡Solo son excusas para no venir a tiempo! —vuelve a gritarme—. ¿Crees que a nuestro director le va a gustar que seas impuntual? Ni siquiera tuviste la delicadeza de responder el mensaje del viernes. —Tuve un problema familiar y por eso no le he respondido su mensaje —admito, omitiendo los detalles de mi exnovio traicionero. La mirada llena de ira de mi jefe me hace tensarme. ¡Pero no estoy mintiendo y quiero golpearlo! —¡¿Anastasia, qué más descarada serás el día de hoy?! —me apunta con su dedo índice. Muerdo mis labios porque quiero decirle muchas cosas de las que hace mal. El viernes tuve un problema familiar que fue solucionado ayer, pero igualmente existió. ¡Eso no es mentira! —Vaya, esto es agradable. ¿Así de armoniosa es la mañana de todos ustedes? —nos giramos a ver al dueño de esa voz—. ¿Debo decir buenos días o ya no son tan buenos? Oh, Dios mío... —¿Con quién tengo el gusto de hablar? —pregunta mi jefe. —Soy el nuevo CEO de la empresa y estaré trabajando con ustedes a partir de hoy en este piso —trago grueso—. Soy Aleksandr Morozov y antes de que empiecen a sacar conclusiones extrañas, solo comparto el apellido. ¿Estamos de acuerdo, chicos?
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