El viaje en el auto se sentía cada vez más asfixiante. El silencio hacía que el auto se sintiera más frío de lo que seguramente era normalmente. En la cabina, lo único que se escuchaba era el crujir de dientes de Christian cada vez que Chris lo miraba con culpa, y el tronar de las uñas de la rubia mientras jugaba con sus dedos, buscando la forma de mediar con el temible yeti que manejaba el lujoso auto con olor a nuevo.
—Christian… lo que pasó ayer… yo no sabía que Aarón, bueno… —Chris mordió su labio inferior y cerró sus ojos en medio de una mueca de arrepentimiento.
¿Interceder? Sería bueno, pero no quería cruzar palabra con el sexi idiota.
—Sé que estás molesto pero necesito que hablemos de esto, eres mi confidente en la familia. ¿No has cometido errores nunca?. Además, no es lo que imaginas.
Christin siguió intentando, pero él la ignoró como lo había hecho durante todo el camino. Me miró y yo solo pude encogerme de hombros y negar.
—¡Vamos, Christian! —insistió, tomándolo del brazo, a lo que el ojiazul reaccionó mal, soltándose con brusquedad. —¡No puedes ignorarme toda la vida!.
Reí en mis adentros al imaginar a mis padres en ese momento, y refuté. —De hecho sí —Chris me miró mal —lo siento es que, si es posible, a mí mis padres me han ignorado toda la vida. —Chris me miró con cara de "gracias, Susan, ahora ¡Callate!". Llevé mis manos a mi pecho y aparté la mirada, avergonzada —Lo siento, solo decía que si es posible.
Christian suspiró enfurecido y sin contestarle se detuvo en un alto.
—Escucha, sí es lo que te imaginas, tuve algo que ver con ese sujeto, pero te juro, te juro, que yo no sabía que él y Cindy eran algo…
—¡Iban a la misma universidad! —rompió finalmente el silencio —. ¡Hacían las tareas en casa, juntos, se encerraban en su habitación! ¡¿Y nunca lo imaginaste?!
—¡Estaba enamorada! ¿De acuerdo?.
Nos parqueamos a un lado de la carretera, a lo que Chris lo miró extrañada.
—¿Qué haces? Papá preguntará por qué nos detuvimos.
—Le diré que estaba atendiendo una llamada —bufó —todo el mundo sabe que es malo manejar y usar el teléfono al mismo tiempo.
Mientras los escuchaba hablar, un mensaje de Marti cayó en mi w******p, decía que quería una oportunidad, pero no estaba para relaciones, así que atiné a borrar su mensaje y bloquearlo.
Después de cómo había salido huyendo esa vez del campus, supe que no valía la pena ni siquiera estar con él por sexo.
Luego me cayó un mensaje de Carlos preguntando cómo había estado mi día y una varita con ojos de corazón, y sonreí.
El sujeto se estaba esforzando, pero después de lo sucedido con Amber hace unos días, no sabía si debía contestar su mensaje o solo olvidarlo.
Cerré mi teléfono, lo guardé en mi bolso y me concentré en la discusión de los gemelos en la parte delantera del auto.
Chris estaba a punto de echarse a llorar y Christian había ablandado su semblante. Al menos ya habían superado la fase de ley del hielo en su discusión.
—Escucha —habló la rubia, tomado la mano de su hermano —No te pido que me entiendas, porque aunque te amo y tu siempre serás el amor de mi vida y mi otra mitad, eres un idiota, que juega con todas las mujeres.
Reprimí una sonrisa y elevé una ceja.
Christian me miró de soslayo y negó rápidamente. —No juego con ellas, Chris, ellas saben que yo jamás me enamoro y ellas deciden si tomar el riesgo o no.
¿Era en serio? ¡Ja! ¿Lo tenía hecho de oro o qué?
Este es de los que se creen la última gota de agua del desierto.
Suelto una risotada por mis pensamientos, atrayendo la atención de ambos chicos.
—¿Te parece gracioso?.
—No, es solo que esas mujeres me dan lastima…
—No hables tan pronto.
Muerdo mi labio con coquetería y finjo desinterés.
Este tipo es más puto que… No, no se me ocurre nadie más, Christian White es un caso aparte.
—¿Y tienes algún requisito o solo te acuestas con la primera que cae?.
Me mira a través del retrovisor, sus ojos se han oscurecido y puedo ver la lujuria desbordando de su mirada. Chris ha pasado a segundo plano y ahora pareciera que esto es entre él y yo.
—Me gustan rubias, altas y con cerebro.
Elevo ambas cejas, ladeo mi rostro y lo reto con la mirada.
Eso no fue lo que pareció anoche cuando se metió en mi cama y me hizo sexo con ropa, tratando de proponer algo sin fundamentos.
Le sigo la corriente, acomodándome en el asiento.
—Alto, mi amigo. Ahí debes estar mal, porque si tuvieran cerebro no se irían contigo.
Suelta una risa seca. —¿Quieres probar? —enarca una ceja —. ¿O tienes miedo de enamorarte?.
¿Enamorarme? ¿Yo? ¡Ja! Es mas fácil que mis padres me traten bien.
Apenas dice eso, mi sonrisa se ensancha, mi lado malo se tienta y no puedo evitar provocarlo y seguir con su jueguito.
—¿enamorarme? ¿Eso se come?
—Si tú quieres… —dirige su mirada hacia su amigo, que al parecer va muy despierto.
Niego con picardía. —Si tu equipo es del tamaño de tu intelecto, prefiero morder mi meñique.
Pero no, sé qué tiene ventaja a su favor, aunque provocarlo no está de más.
—Primer lugar en todas las materias, líder del equipo de fútbol, presidente de la clase, cinco veces condecorado por la universidad como el promedio más alto de los últimos 25 años, y condecorado por el periódico local como el próximo "Albert Einstein", graduado con honores, y hay mucho, mucho más. ¿Tienes dudas? O te repito ¿miedo?.
Me quedé callada un segundo, un segundo que pudo ser demasiado largo para ambos. Un segundo que podía decir todo, o no decir nada, pero que para nosotros era suficiente.
Christian me guiñó un ojo y sonrió con victoria.
—¿Entonces?. —preguntó.
Me sentí un poco molesta de pronto, como si estuviera viendo a alguien muy parecido a Amber, algo que lo pude soportar.
—No, ¿Sabes? No es ninguna de las dos. Es más bien algo parecido a la repulsión. Quizá sea tu vanidad o tu narcisismo…
—O su poca humildad. —Chris interfirió, llamando la atención de su hermano de nuevo.
—Tú le dirás a Cindy y punto.
—¡No puedo!
Me pregunto porque dije aquello sin medir mis palabras.
¿Odiaba a Amber? ¿La había reflejado en él? O quizá era cierto.
Tenía miedo.
Miedo a que si lo dejaba entrar, podía lograr lo que ningún otro había logrado.
Hacer que me enamorara perdidamente de él, para luego hacerme sufrir.
No podía escapar de lo que Christian me hacía sentir cuando estaba cerca, y estos días lo tendría muy muy cerca, así que sí debía aceptar el trato, lo haría.
Pero yo… Lo haría caer a él.
Que empiece el juego.