Seduciendo Al Enemigo

SUSAN Bien, Susan… aquí vas… Me he dado ánimo, me he repetido lo mismo desde hace mucho tiempo y ahora es como un mantra para mí. Es desgastante, pero al final es satisfactorio, es insípido, pero al final es suave, es… —Suerte con tu tesis, Susan. ¡Exacto, eso es! Mi tesis. Reviso mi teléfono por segunda vez… De acuerdo no, es la séptima vez que lo reviso, pero hasta ahora solo encuentro mensajes de Chris, la única familia que tengo, mensajes que ya respondí. Sí, nada nuevo. Soy una tonta. ¡Era obvio que ellos no llamarían! ¿Qué me hizo creer que sí? No han estado toda mi vida, y creer que ahora lo estarían me hace sentir la persona más estúpida sobre la faz de la tierra. —¡Suerte, hermosa! —Marti, mi "novio", llega y me abraza, me da un beso en los labios y se aleja emocionado, pues es su turno de presentar su tesis. Mis nervios afloran de nuevo, ajusto mi corbata y seco el sudor de mis manos en mis caderas. Es un paso, solo un paso más para tener mi título en negocios internacionales, un poco más y puedo verme regresando a la aduana después de hacer mis practicas, como jefa… —Susan Eleonor Darcy Una sofisticada voz femenina me llama por el micrófono. Estoy a punto de echarme a correr, estoy aterrada, siento que olvidaré toda mi presentación y en un segundo me quedaré en blanco. Entonces pienso en las palabras de la única persona que me apoyó mientras estaba con vida. Mi abuela. "Nunca des un paso hacia atrás, al menos que el paso hacia delante que vayas a dar, sea hacia el abismo" Cierro los ojos de nuevo, me llamó al orden y pensando en ello, doy un paso al frente. Aún tengo mucho camino por delante, abuela… no hay límites para mí. (...) —¡Salud!. —¡Por la futura ministra de agricultura del país! —Sonríe Marti, sujetándome de los hombros, apretandome más a su cuerpo. —Oye, soy fabulosa, y no me quejo, pero aspiro a algo más que un órgano gubernamental. —Bebo de mi copa, pensando en lo que el último juez dijo antes de calificarme. Pero luego lo pienso y es una tonteria, era un simple inmaduro que se creía empresario, un idiota que se creía la última botella de vivo del bar, pero no, ni eso, no llegaba ni a cerveza barata de bar de mala muerte. Al final había pasado con excelencia, así que no vale la pena recordarlo. Me levanto, tomo de la mano a Marti, al notar que de verdad Chris me dejó botada en el baile de graduación, dijo que vendría y no está por ningún lado; lo guió hasta la pista de baile y una vez ahí, lo tomó del cuello de la camisa, besos sus frescos labios rosa y llevo una de sus manos a la orilla de mi vestido. —¿Quieres hacerlo ahora? —inquiere sorprendido. Mi respuesta es una simple sonrisa lujuriosa. Muerdo mi labio inferior, lo jalo de la mano y lo llevo a una de las partes más solitarias del campus. No soy virgen, no soy de las que espera, no soy de las que sufre. ¿Amor? No, esa palabra no existe en mi vocabulario. Marti no se resiste, me toma de las caderas con firmeza, me pega al tronco de un árbol y sube mi vestido hasta mi abdomen. Lo dejo llevar el ritmo, tomar el control. Saca su m*****o erecto. No es el más grande que he visto, pero estoy segura que me hará llegar, de eso me puedo encargar yo. Tomo impulso de sus hombros y enrollo mis piernas en su cintura. Marti aprovecha para acomodar su m*****o en mi entrada, sin embargo, una voz imponente y ruda al fondo nos detiene. —Es increíble como se van perdiendo las costumbres cada vez más. ¿Darcy, cierto?. Me bajo rápidamente, acomodo mi vestido y noto como Marti se torna rojo de la vergüenza. ¡Tenía que ser ese idiota de nuevo! Marti, como todo cabellero, se pierde por el campus, dejándome sola con uno de los jueces de la tesis, solo murmura un "Te veo luego, cariño" y se va. La sonrisa de ese tipo se ensancha, camina unos pasos al frente y es ahí cuando me pierdo en el color de sus ojos. Sin azules, un azul cielo extraño, tan claros y brillantes que parecen ser de mentira. Sin darle importancia a lo que piense, detallo al sujeto de arriba hacia abajo. Sus cabello es n***o, aunque por el reflejo de la lámpara que ilumina el campus, puedo ver un tenue tono rubio, es alto, al menos 1.85 de estatura, su cuerpo es un sueño, como ninguno antes visto por mis ojos, y sus labios, se ven sumamente apetitosos. Pero todo eso se pierde, cuando abre la boca. —¿No hay moteles en Londres?. Sonrió de medio lado con incredulidad, pidiendo paciencia al universo y a todos mis ancestros, doy media vuelta ignorando sus provocaciones, y camino unos pasos, dejándolo atrás. —Ese tipo. —me detengo cuando habla a la distancia, pero no lo volteo a ver —. Déjelo, señorita Darcy… No le conviene. —No te conozco, y tampoco me interesa. —sigo caminando. El guapo idiota ríe, pero no dice nada más. Es un sueño, pero tiene un defecto, es igual que yo. Dos personas que definitivamente no deben estar cerca. Lo único bueno en todo esto, es que no lo volveré a ver.