SUSAN Tomé una roca y con fuerza la lancé al mar, luego tomé otra y con mucho más coraje la arrojé lo mas lejos que pude. Estaba molesta, me sentía dolida y ahora entendía que todo este tiempo había retenido aquel dolor en mi pecho y no lo quería más —El mar no tiene la culpa de lo que sea que sientes. Me giré molesta hacia el lugar de donde provenía esa voz y a pocos metros, iluminado por nada más que la luna, vi aquellos bellos ojos zafiro acercarse. Christian llevaba sus manos metidas en las bolsas de sus pantalones, una sonrisa débil que no llegaba a sus ojos y su mirada puesta en mi mano, la cual sostenía otra roca en ella. —Ahora no, White, déjame en paz. —¿Estás bien?. Su pregunta no fue malintencionada, lo sabía, pero aún así reaccioné a la defensiva. —¡¿Te parezco

