CAPÍTULO 11 PART.2

1354 Words
6:30 AM —El menú ya está listo, el bufete ya está preparado y las bebidas están seleccionadas —Informa Danna. —El arreglo principal está puesto en el centro de cada mesa, las cortinas delgadas de color blanco ya fueron colocadas en los bambús y la pista de baile ya está más que preparada para abrir el baile de los novios… ¿olvidamos algo?. Sutton me miró con interrogación, luego miró a su gemela, Summer, y luego ambas copias me miraron a mí. Vuelvo en mí al sentir sus miradas, despabilo mi mente y asiento a su pregunta. —¿Los invitados ya fueron acomoda… dos?. Sin querer suelto un bostezo de León, lo que atrae la atención de la señora White. —Deberías descansar un poco, cielo. Muevo mis manos sobre mi pecho, en negación, y fabrico una leve sonrisa. —No… yo estoy bien. Hay que prestar atención en las mesas, hay personas en la familia que seguramente tienen sus diferencias, eso nunca falta... Un pequeño mareo me hace trastabillar hacia atrás, sin embargo siento unas manos fuertes sostenerme de los hombros antes de que pueda caer sobre la arena. —Aún faltan unas horas, deberías hacer caso —susurra una gruesa y varonil voz en mi oído. Christian… —Me siento bien. —Mentira, ayer no dormiste nada. —¡Claro que sí! —refuto. El ojiazul me mira con cierto esceptismo, hasta que su madre lo llama. —Llevala a su habitación, yo ayudaré a Chris con lo que falta. —No pero… ¡Hey! —no me dejan terminar, Christian me toma en brazos y me carga hasta llegar a la habitación, pensé a mis negativas. —¡Te puedes quedar quieta!. Lo fulmino con la mirada. —Ya llegamos, ¿me puedes bajar ya?. Sonríe y entra en la habitación, ignorando mis réplicas. Me deja sobre su cama y cuando trato de levantarme de nuevo, me atrapa entre sus brazos y se acuesta a mi lado, abrazándome de cucharita. —Me dijeron que me asegurara de que descansaras y eso hago. Siento su respiración tibia sobre mi cuello y me es imposible mantener la calma. Parece mentira, pero mientras me dormía parada frente al altar improvisado, algo llamó mi atención. Aquel hombre de cuerpo de adonis, vestido formalmente con un pantalón de vestir n***o que delinean a sus largas y fuertes piernas, su atractivo centro y le quedaba de infarto, esa camisa que remarcaba sus músculos y le daba un toque de elegancia y mucha sensualidad y ese cabello desordenado que resaltaba sus hermosos ojos, esos preciosos zafiros que me hipnotizaban. Aquello me había hecho delirar casi toda las mañana, o lo que iba de ella, y ahora lo tenía aquí. Me di la vuelta entre sus brazos y atenta miré sus ojos, acerqué mis labios a los suyos y solté un suspiro. —¿Crees que puedo enamorarte, juez White? Se quedó en silencio, mirando mis labios. Esa había sido una respuesta clara. —¿Y crees que seas capaz de enamorarme?. Levantó su mirada y asintió, sin titubear. —Yo no lo creo. —¿quiere apostar, señorita Darcy?. Sonreí y buscando sus labios asentí. —¿Cuáles son las reglas del juego, señor juez?. Rozó sus labios a los míos y cerró sus ojos. Era imposible negar lo que estaba sintiendo. —Todas las noches de una forma diferente. Frente a nuestros conocidos seremos apáticos, pero a solas, te prometo el cielo, solo no debemos enamorarnos, princesa. ¿Aceptas el reto?. Su jugada me pareció justa, así que sin dudarlo un segundo y ansiosa por ponerlo a prueba, asentí. —No debemos enamorarnos, y si alguno lo hace pierde el reto. —sugerí, a sabiendas de que me estaba metiendo en la cueva del lobo, y de hecho él era ese lobo. —Hay varias cláusulas que debemos sustentar antes, así que enviaré un auto por ti después de la boda. Llevé mi mano a su rostro, junté mis labios a los suyos sin moverlos y me pegué a su erección. —Acepto el reto, señor White… ¿en su cama, en la mía o en la cocina?. Susurré con gracia sobre sus labios. Christian rió, deslizando una mano por mi cadera. —No me importa, trataré de que lo disfrutes sin importar el lugar… O tus condiciones. Negué a ese caso perdido, metí mi lengua en su boca y al instante lo sentí tomar el control de aquel beso, que ahora disfrutaba más que salvajemente. Me perdí en el dulce sabor de sus labios y me acomodé más entre sus brazos. De no ser porque tenía mucho sueño, empezaría la apuesta justo hoy. Pero en momentos inciertos como en lugares inciertos, cualquier cosa podía pasar, como el hecho de sentirme tan en paz en sus brazos. Reposé mi cabeza en su pecho, mientras él acariciaba mi espalda, me centré en el latido de su corazón y fue así como me entregué en los brazos de Christian White sin llegar a ser amor… O eso era lo que yo creía. 09:45 AM. El peinado ya estaba listo, el maquillaje había quedado perfecto y sólo esperaba que no se arruinara la manicura por estar mordiendo sus dedos como si fueran el manjar más suculento del mundo. Ajusté el velo y saqué mi teléfono para tomarle una foto, antes de enviarla al matadero. Se miraba hermosa, su cabello iba atado en una trenza alta, como la de Rapunzel, la sombra de ojos resaltaba sus bellos ojos azules y los brillitos en la loción de cuerpo le daban un toque mágico a su imagen. Su vestido era estilo tubo, era un poco largo de atrás, pues por delante llevaba el revuelo que le había añadido (y con suerte nadie notaría que eran a base de manteles) sus zapatos eran blanco de tacón corto y con la tiara que su madre le puso en el cabello al terminar de arreglarla, parecía toda una princesa, pero su semblante lo estropeaba todo. Estaba triste por la discusión con su papá. —Debemos bajar ya —alentó la señora White, llamando a su hija. Sonreí y le di ánimos a Chris. —Ve, estaré abajo en un segundo. O quizá un poco más ya que aún no me arreglaba del todo. Llevaba puesto un vestido rojo holgado, libre de la espalda y corto hasta dos centímetros por sobre la rodilla, unos zapatos negros de tacón alto y me había peinado con una media trenza sujetando los mechones de las orillas de mi cabello, por atrás. Me había maquillado lo más rápido posible, por lo que mi maquillaje no era extravagante tampoco y había tratado de ocultar la hinchazón de mis labios con maquillaje, o los chupetes que cierto idiota había dejado en mi cuello a los que había llamado "repelente para Ethan's" pero aún se lograban notar si les ponían mucha atención, y eso era lo que quería tratar de cubrir por completo, no obstante dos toques en la puerta me lo impidieron. —Hola, chica ruda. Parpadeé un par de veces, tratando de no mostrar mi nerviosismo frente a él, quise actuar normal pero me lo dificultaba el hecho de pensar en todo lo que había pasado la noche anterior y como ahora estaba atada a Christian con aquella apuesta. Ethan era demasiado bello como para lastimarlo de esa forma, así que bajando la mirada negué y abrí mis labios para hablar, pero él cortó con todo antes de darme la oportunidad. —Sobre lo que pasó ayer, quiero pedir disculpas, me excedí demasiado. ¿Así o más lindo?. ¡Estúpida, Susan! Sonrió y se acercó a mí, dejándome ver lo lindo que aquel esmoquin le quedaba. —Me gustas, chica ruda, por eso seré paciente. Negué. —Ethan… —Los amores bonitos empiezan con una amistad, continúan con la confianza y terminan en eternidad, lo aprendí de mis padres. Me guiñó un ojo y salió por la puerta, no sin antes darme un beso en la mejilla. Culpa, eso era lo único que podía sentir. Y se sentía horrible.
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