CAPÍTULO 10 parte.2

1893 Words
—¿Alguna vez has pensado en lo increíblemente pequeños que somos en el mundo? No lo sé, a mí me pasa cada vez que veo el mar. Ethan tomó un poco de arena y lo dejó caer entre sus dedos, dejando que el viento que se formaba con las olas, se lo llevara lejos. —Yo imagino que somos como un granito de arena, pero cada uno con un propósito. —Es justo lo que pensé. Ambos reímos. Entre aquellos pequeños intervalos de tiempo en los que el mar subía y bajaba, se me ocurrió jugar a "Alguna vez" con él, después de todo la noche iba para largo, y sentía que podía confiar en él. —¿Alguna vez has hecho el ridículo de tu vida?. —preguntó, extendiendo sus largas piernas para tocar el mar. Rebobiné un poco en mi mente y asentí. —En el jardín de niños, el primer día de clases me metí en el aula de los más pequeños. Lo feo de eso fue cuando llegó la profesora y me gritó y los demás niños se echaron a reír. —¿Es en serio? —Arqueó una ceja —Eso le pasa a cualquiera. —¿Te pasó a ti?. —No. —Entonces no denigres mi nostálgico recuerdo —lo señalé con falsa molestia. Ethan rió, levantando sus palmas en señal de paz. Era mi turno. —¿Alguna vez te has presentado en una playa?. Me miró antes de regresar su vista al frente y negar. —No, pero puedo hacerlo ahora. —Adelante, caballero. —cedí. —De acuerdo, mi bella dama —tomó aire y se giró de medio lado para verme mejor —Soy Ethan Park Robins, estoy por cumplir 27 años, me gradué de medicina con honores a los 23, trabajo en el hospital de la familia White Park y soy el quinto hijo del matrimonio Park Robins, mis padres, Samantha Robins y Axel Park, mis hermanas Luz, Cindy y Sara, mi hermano Daniel y mis primos, a esos ya los conoces. —Señaló había la cabaña —Soy un libro abierto, me gusta la música, practico vóleibol desde los 10 y natación desde los 3, soy aficionado a viajar mucho y amo ayudar a las personas, por eso la medicina es lo mío. Estoy donde quiero estar. Terminó de hablar y espero una reacción de mi parte, pero para mí aquello era tan impresionante que sólo pude negar con la cabeza y sonreí, mirando hacia la arena. Él era la clase de hombres que caían por Amber, o que ella hacía caer. Era de los que te enamoras con sólo decir "Hola" una vez. —Tu turno, chica ruda. —Yo… —doblé mis labios, buscando una forma de no sonar tan patética —Soy hija única… Tengo una prima, pero solo se acuerda de que existo cuando quiere que la encubra con alguno de sus amantes, o necesita alguien a quien culpar por algún accidente que la pueda meter en problemas con mis papás. —¿Y sus padres?. —murieron en un accidente, al menos es lo que mis padres dicen, también hay rumores de que la abandonaron y también hay quienes dicen que viajan tanto que se vuelven inexistentes para ella. Lo cierto es que mi familia es una locura y estar acá, lejos de ellos, es lo mejor por mucho. —me detuve al sentir un nudo crecer en mi garganta y con mis ojos húmedos miré hacia el mar de nuevo —. Nunca he tenido a nadie, o bueno sí, a mi abuela, pero tenía prohibido verla y cuando lo hacía, era a escondidas en el asilo en el que la habían metido, mis padres siempre trataron de deshacerse de mí, o es la impresión que siempre he tenido, y lo lograron de cierto modo, al meterme desde pequeña en el internado en Londres. Ethan se había quedado en silencio, escuchando con atención cada palabra que salía de mi boca, pero sin mirarme con lástima, era más bien esa clase de miradas que se clavan en tu piel, que transmiten calma y comprensión, forradas de ternura. En ese momento sentía que podía decirle lo que fuera, que lo conocía de toda la vida y que más que una catarsis repentina, podía confiar en él, así que continué. —Cuando la abuela murió me sentí en realidad sola, creí que ese era mi destino, que así debía ser, pero luego llegó Chris y supe que ella sería la persona más importante en mi vida desde entonces… No soy afín a la música, pero me gusta escuchar de vez en cuando, tampoco soy tan buena en deportes, aunque me defiendo en la cancha y no sé mucho de familia, pero sé lo que es la lealtad en una. Lealtad que estaba rompiendo gracias a Christian White. De todo, eso fue lo único que no le dije. —No soy un libro abierto, tampoco pretendo serlo, porque siento que me lastimarán si lo soy, no soy una buena persona, destruyo y daño, y no creo que haya alguien capaz de soportarme. —Resoplé cansada y lo miré a los ojos, tratando de sostenerle la mirada. Ethan ahora sonreía, pero en su sonrisa se colaba un poco de ternura, como si estuviera viendo a un gatito abandonado o algo así. Odiaba esa mirada, pero en él… En él era distinto. —¿cuál es su diagnóstico, doc?. El castaño tomó la botella de vino y me la entregó. —Nostalgia severa, recomiendo dos tragos cada dos minutos. Sonreí tomando la botella para dar un enorme sorbo grande. Ethan no dijo en nada en cuanto a mi relato, y la verdad agradecí que fuera así, porque era de las pocas veces que me abría con alguien y más que eso, la primera vez que era con una persona que llevaba tres días de conocer. Aún no entendía porqué todos le tenían tan mala fama. La versión del Ethan que yo acababa de conocer, me agradaba mucho. Después de quince minutos jugando "alguna vez" y de diez de haber terminado con la botella de vino, un viento frío llegó a mi cuerpo y se sintió refrescante, pues de pronto empezaba a hacer calor en ese lugar. —¿Alguna vez has amado a alguien? —pregunté. Me contestó un largo silencio de su parte. —Si no quieres decirlo, está bien. —No, creo que no. —chasqueó su lengua, sin voltear a verme. —¿Y tú alguna vez has nadado en la playa de noche?. Se levantó apenas dijo eso, se quitó la camiseta y mientras yo estaba embelesada viendo su cuerpo de adonis, duro, musculoso sin llegar a exagerar y perfecto para pasar la lengua por ahí, noté sus oscuras intenciones. —No, Ethan… —retrocedí sobre la arena. —Ni lo pienses, me dará frío. El castaño se echó a reír, me guiñó un ojo y antes de que pudiera tomarme en sus brazos, me levanté de prisa y salí corriendo. —Te gustará, Su. —¡Qué te den, Park! Lanzó una carcajada. Corrí lo más rápido que pude, pero mis piernas eran tan inútiles como mis ganas de nadar, así que no le fue difícil alcanzarme. Ahora sería llamada "popotitos Darcy" El castaño me tomó de la cintura por atrás, me alzó en brazos y contra mi voluntad me sumergió en el agua, y me soltó, creyendo que ya estaba parada con firmeza, sin embargo al soltarme la arena se deslizó y me jaló un poco más al fondo. Como instinto de supervivencia atiné a buscar sus fuertes hombros, me aferre a él como los gatos cuando no quieren que los bañen y salté casi logrando que él se fuera de bruces al agua, enrollé mis piernas en su cadera y hundí mi rostro en su cuello. No entendía porque, pero me sentía asustada, quería llorar y las manos me temblaban. Ethan no reía más, se había quedado quieto, sosteniéndome de los muslos con firmeza. Nos sacó del agua y me dejó sobre la arena, acostada, con su pecho inclinado sobre mí, sus ojos viendo fijamente los míos y sus labios a pocos centímetros de mi boca. —Lo siento, no sabía que te daba miedo… —se disculpó arrepentido. De hecho yo tampoco lo sabía, aquello había sido nuevo para mí. La cabeza me estaba doliendo horrores, pero a pesar de todo eso, no podía ni quería dejar de ver esos lindos ojos. ¿En qué estaba pensando?. —¿Estás bien? —preguntó, apartando con una mano un mechón de cabello humedo de mi rostro. Yo seguía aferrada a él, con mis piernas en presionando sus caderas y mis brazos rodeando su cuello. Asentí con la cabeza y miré por puro impulso a sus gruesos y frescos labios. Ethan copió mi acción y poco a poco fue bajando su rostro, hasta rozar sus labios a los míos. —¿Alguna vez… —susurró, haciendo fricción con su erección a mi centro, mientras respiraba agitado, al igual que yo —Te han besado en la playa?. Sus labios se apoderaron de los míos en un beso frenético, sus manos tocaron mis nalgas y subieron mi vestido mojado, buscando la orilla de mi braga y cuando menos lo imaginé, me vi buscando con mis manos su m*****o duro. No había nadie en la playa, solo estábamos él y yo, así que lo que sea que pudiera pasar, lo sabríamos solo nosotros, o eso creía, pues antes de que pudiera caer ante él deseo y ser suya, el fuerte sonido de un claxon nos interrumpió. Nos separamos con un poco de recelo. No sabía quién, pero estaba segura que alguien nos había visto. —Quizá es mejor que entremos —dije nerviosa, mirando a Ethan con cierto sonrojo. Asintió, y creyendo que por fin este día no podía ser peor, me tomó de la cintura, me atrajo a su boca y me robó un beso. —Por sí nunca te habían besado en una playa. Te veré dentro. —dijo, tomando la botella de vidrio vacía, antes de perderse por el camino que daba hacia la cabaña. OK… Susan, esto no está bien y lo sabes. Mi subconsciente trataba de mantenerme a raya, pero todo había sido jodidamente raro y… ¡Mierda! ¡Excitante!. Sabía que no había amor y que todo se basaba en placer, pero aunque mis bases seguían estando claras, me sentía confundida. ¿Confundida? ¡Puff! Seguramente me estaba volviendo loca. O había sido el vino. Lo que fuera, ya estaba hecho. Entre en la casa esperando las preguntas por parte de Chris de porque había llegado mojada al igual que Ethan a la cabaña, no obstante lo único que encontré fue a una Christin sollozando con sus manos en su vientre, mientras hablaba con su bebé. —¿Chris? —se sobresaltó al escucharme y al notar que era yo, se levantó y me abrazó fuerte. —Estoy perdida, Su. Negué en espera de su explicación. No entendía nada. Imaginé muchas cosas, desde buenas o malas, a mucho peores, pero nada como lo que salió de su boca de pronto. —Me voy a casar mañana, Su…con David Smith. Abrí los ojos espantada. El chico del salón. ¡Joder!
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD