Incontenible, así fue ese momento en el que todos se reunieron para ver la caja que sorpresivamene se encontraba entre los regalos de bodas de los novios. Chris no aparecía por ningún lado, no contestaba su teléfono y me negaba a creer que aquello hubiera sido obra suya.
Daniel sostenía en sus manos una caja pequeña, en la que no había que ser un genio para saber que era de una prueba de embarazo, y sobre ella, una nota con algo escrito a base de palabras recortadas y que fuera lo que fuera que decía, al padre de mi mejor amiga no le cayó para nada en gracia.
—¿Tienes algo que decir? —Preguntó Christian en mi oído, mirando con frialdad la escena de enfrente.
¿Acaso me estaba culpando? ¿O simplemente quería respuestas que yo no tenía?.
A lo mejor buscaba con quien desquitarse.
—¿Por qué ella tendría algo que decirte? —Se paró Ethan frente a Christian, dejándome detrás, a su espalda.
Era notoria la rivalidad que había entre ambos, pero en eso yo no tenía nada que ver.
Christian lo miró con desagrado, dio media vuelta y antes de acercarse a su padre me miró con advertencia.
Podría decir que su mirada no provocó nada en mi sistema, pero lo cierto era que me había estremecido al instante, aún así no le aparte la mirada.
Era extraño, teníamos nuestros momentos, esos en los que apenas nos quedábamos a solas él no desaprovechaba para besarme, y luego había un alejamiento que no podía controlar, en el que parecía no reconocerlo.
Era un tira y recoge un poco aturdidor, pero me gustaba, la drenalina de cada uno de esos momentos me gustaba.
—No entiendo porqué se comporta así.
—Es normal —Respondí al comentario de Ethan, sonriendo con amabilidad —Su familia está hecha un caos, yo estaría peor.
Ethan pareció disminuir un poco su ceño arrugado, miró al frente y observó a una chica castaña de bellos ojos azules, que al verlo sonrió.
Me sentí un poco ajena en ese lugar sin Chris, así que decidí caminar hacia la salida, pero a solo dos pasos escuché como Cindy le arrbataba la nota de las manos a su padre y leía en voz alta.
"Las pruebas son de Christin White, preguntale quién es el padre".
Abrí los ojos aterrada, me detuve en seco y llevé mi mano a mi pecho.
¡¿Cómo rayos…?!
Estaba sudando a mares, los nervios se me alteraron y como reacción decidí ir a buscar a Chris para pedirle que nos fuéramos lo más lejos posible. No obstante, al salir del salón me encontré con la rubia caminando distraída por la orilla de la calle, mordiendo su dedo meñique y sonriendo como boba, como si le acabara de pasar lo mejor del mundo.
Se abrazo y siguió caminando, y aún cuando corrí hacia ella y le pedí que no fuéramos, ella parecía absorta.
No se miraba tan triste como en la mañana, aunque sus ojos seguían estando irritados.
—¿Qué sucede, Su? —preguntó más tranquila que yo en ese momento.
Le iba a advertir del caos que se había formado dentro de aquel salón, pero cuando menos lo esperé, salió su madre y la llamó molesta, mencionando todo su nombre
—¡CHRISTIN SARKA KARENINA WHITE PARK! ¡VEN AQUÍ DE INMEDIATO!
Este era el fin.
(...)
—¿Cómo es posible que teniendo un papá mecánico no puedas arreglar tu auto y dejar de culparme?.
—¡lo vomitaste encima!
—Error, mi amigo, lo vomité por dentro luego lo compense.
Caminé en silencio por la playa, hasta que más adelante vi a Danna discutiendo con un apuesto hombre a la lejanía, pero como no quería interrumpir, me senté a la orilla de la playa y solté un suspiro cansado.
—¿abarcando toda mi cama?
—¿Quién me llevó a su casa en un inicio?.
—¿Perdón? —gritó, haciéndome imposible no escuchar su conversación.
—Y no le creo que Ally hubiera cambiado mi ropa, jefe, confiese que pasó esa noche.
—En primer lugar, señorita White, pregúntese ¿qué No pasó esa noche? —la rubia abrió su boca y movió sus labios sin poder emitir una palabra. Estaba nerviosa —. Y en segundo lugar, no hicimos nada…
La rubia soltó aire con alivio.
—Que no quisiéramos —terminó el castaño, robándole el aliento a la chica otra vez.
—No me acuerdo… Así que no pasó nada.
—Sí, sigue creyendo eso —sonrió el chico, metiendo con elegancia sus manos en los bolsillos de su pantalón —En fin, la quiero en la oficina temprano, señorita White, haciendo como que nada pasó esa noche, porque nada pasó, eh.
Se acercó a ella y la tomó de la cintura —Aún no la hago mía de esa manera… tendré paciencia.
—Andrew…
—Pero fue mía de muchas otras formas y eso, yo no lo voy a olvidar, señorita White. En fin, hagamos como que no pasó nada.
Era gracioso ver como jugaba con ella, porque a leguas se notaba la forma en la que la miraba.
Antes de irse le robó un beso y la dejó en medio de la playa, totalmente descolocada, con su índice en alto y su mirada perdida en el vacío.
—Nada pasó —se repitió la rubia, llevando sus dedos a sus labios —Nada pasó, nada pasó… Nada pasó con el ogro… Nada pasó…
Y así dio media vuelta y se fue repitiéndoselo en voz alta, hasta desaparecer de mi campo de visión.
Sonreí, miré había el mar y me concentré en las altas olas que crecían en en mar y llegaban a mis pies como una simple y delicada espuma.
Por un segundo pensé en lo injusto que era el amor, que te ilusionaba y luego te botaba, pensé en cómo muchos soñában con encontrarlo y en cómo yo le huía sin ningún problema, y luego pensé en lo bonito que sería encontrarse así, justo como Danna, sabiendo que en en fondo no lo olvidaría y que aquello que ella se negaba a aceptar que había pasado, era solo el inicio.
Era obvio.
La abuela una vez me dijo. "cuando sientas que el aire te falte, que tus ojos pican, que tu corazón brinca entre suspiros agonizantes y todo se vuelva frío a tu alrededor, es porque te has enamorado"
El amor quita el aliento con sólo una mirada, un roce, una sonrisa… Algo que no quería volver a sentir en mi vida.
Sentir aquello era morir en mi diccionario.
Dentro de la cabaña todo parecía estarse yendo al caño y yo no podía hacer nada. Me preguntaba quién había sido tan ruin para poner esas pruebas entre los regalos de boda, también me preguntaba quien era aquel chico que había entrado en plena discusión al salón, alegando ser el papá del bebé de Chris, y dentro de tantas dudas que pasaban por mi cabeza, no me percate del momento en el que un bello ángel de ojos celestes se sentó a mi lado, viendo el mar con la misma detención que yo. Llevaba consigo una botella de vino a medio comenzar.
—¿Estás bien?.
Giré mi rostro hacia él y sonreí con un poco de nostalgia.
—Solo pensaba.
—Si quieres que me vaya solo dime y lo haré —llevo su mano a su frente, como si fuera militar.
Reí y negué, regresando la mirada hacia el mar.
De repente me sentía nostálgica, quizás por pensar en la abuela, quizá por lo que le estaba pasando a Chris o simplemente porque me sentía sola.
Cómo sea, tenerlo a mi lado aunque no lo conociera mucho, me ayudaba a desplazar un poco la soledad.