(...) —¿Por qué no me dijiste que habías vivido toda tu vida en ese internado?. —¿Era necesario?. —Le paré la conversación, mirando hacia la ventana del auto — Para el contrato que tenemos no hace falta saber nada de nuestras familias. —Lo que lo hace injusto porque tu sabes todo de la mía, así que eso me pone en desventaja. En eso tenía razón, pero sus desventajas eran mis triunfos, así que ignoré sus quejas y entregué mi entera atención al camino. Íbamos en el auto había la casa que sería de Chris, o eso pensaba, ya que sin aviso Christian reviró al otro lado de la carretera aprovechando que no habían muchos autos cerca y nos cambió de dirección. —¿Qué haces?. —giré mi rostro con reproche. —¡¿Nos quieres matar?! El castaño no dijo nada, siguió conduciendo con su mirada fría

