Cuatro días para el fin.
Al amanecer del tercer día, el cielo sobre Ciudad Celestial se tiñó de rojo sangre.
No era el sol.
Eran cien mil fénix de fuego inmortal volando en formación perfecta, cubriendo todo el horizonte.
En la punta de la formación, Fernando flotaba con las manos a la espalda.
Túnica negra imperial bordada con dragones dorados y fénix rojos.
A su derecha, Isabella Fenghuang, con armadura completa de batalla y una sonrisa de reina absoluta.
A su izquierda, Long Tian, riéndose como un loco con ganas de masacrar.
Debajo de ellos…
Ciudad Celestial entera temblaba.
Las nueve grandes familias habían cerrado sus formaciones protectoras al máximo.
Millones de habitantes miraban al cielo con terror puro.
En la muralla principal, Valeria Valdés estaba arrodillada en el barro desde hacía cuatro días, sin dormir ni comer.
La marca en su frente brillaba cada vez que intentaba moverse más de cien metros.
El patriarca Arturo Valdés, ahora reducido a un viejo débil por el sello del 1%, gritaba con voz rota:
—¡Abrid las formaciones! ¡Rendíos! ¡Ya no hay esperanza!
Pero los otros ocho patriarcas se negaban, aferrados a su orgullo.
Entonces…
¡BANG!
El espacio frente a la muralla principal se rompió.
Fernando apareció caminando por el aire, paso a paso, como si subiera una escalera invisible.
Cada paso hacía temblar las formaciones protectoras de las nueve familias.
Cuando llegó a cien metros de la muralla, se detuvo.
Miró directamente a Valeria.
—Valeria Valdés…
—Te dije que volvería en siete días.
—Han pasado exactamente tres días y veintitrés horas.
Valeria alzó la cabeza.
Tenía los ojos hinchados de llorar, el rostro cubierto de barro y lágrimas.
—¡Fernando! ¡Por favor! ¡Misericordia! ¡Haré lo que sea!
Fernando sonrió con frialdad.
—Hoy no vengo a matarte.
—Vengo a que veas.
Alzó la mano derecha.
¡DING!
El sistema resonó en todo el cielo para que todos lo oyeran:
[Misión principal completada con antelación: «Humillación pública de la ex-esposa»]
[Recompensa extra: Liberación de la Marca de Esclavitud en Valeria Valdés → ahora puede hablar y moverse libremente… solo para suplicar]
La marca en la frente de Valeria desapareció.
Ella se arrastró de rodillas hasta los pies de Fernando y abrazó sus botas.
—¡Amo! ¡Perdóname! ¡Fui ciega! ¡Fui estúpida! ¡Castígame, pégame, mátame si quieres, pero no destruyas a mi familia!
Fernando la miró desde arriba.
—Demasiado tarde.
Entonces habló con voz que retumbó en todo el continente:
—Ciudad Celestial…
—Durante miles de años habéis pisoteado a los débiles, humillado a los pobres y adorado solo el poder.
—Hoy… ese ciclo termina.
Chasqueó los dedos.
¡BOOM!
Las formaciones protectoras de las nueve grandes familias explotaron al mismo tiempo como burbujas de jabón.
Gritos de terror llenaron el aire.
Fernando continuó:
—A partir de este momento, las nueve familias quedan abolidas.
—Sus tesoros serán repartidos entre los pobres y los huérfanos que una vez pisotearon.
—Sus nombres serán borrados de la historia.
—Y sus descendientes… vivirán como esclavos durante cien generaciones.
Entonces alzó la mano.
Cien mil fénix de fuego descendieron rugiendo.
¡WHOOOOSHHH!
En menos de diez segundos, los palacios de las nueve familias ardieron con fuego inmortal que no se apagaba con nada.
Gritos, llantos, súplicas… todo fue ahogado por el rugido de las llamas.
Valeria seguía abrazando sus botas, temblando.
Fernando se agachó y le susurró al oído:
—Míralo bien, Valeria.
—Esto es lo que pasa cuando traicionas al Guerrero Supremo.
Entonces se puso de pie y dio media vuelta.
Justo en ese momento…
¡CRACK!
El espacio frente a él se rompió como un espejo.
Una mujer salió caminando del vacío.
Belleza absoluta que eclipsaba incluso a Isabella.
Cabello n***o con mechones plateados que llegaban hasta el suelo.
Vestido imperial de los nueve cielos, bordado con estrellas vivas.
Ojos que parecían contener el universo entero.
Cultivación… ¡imposible de leer!
La mujer miró a Fernando y sonrió con tristeza y arrepentimiento infinito.
—Fernando…
—O debería decir… mi esposo de la vida pasada.
Fernando se quedó completamente quieto.
Long Tian abrió los ojos como platos.
—¡¡Emperatriz Xihe!!
—¡¡La traidora número uno que te selló hace diez mil años!!
La mujer —Xihe, la Emperatriz de los Nueve Cielos— cayó de rodillas frente a Fernando.
¡PLAF!
Golpeó el suelo con la frente nueve veces, sangre corriendo por su cara.
—¡Esposo!
—¡Fui engañada! ¡Los dioses antiguos me lavaron el cerebro con el Veneno del Olvido Eterno!
—¡Creí que eras el demonio que destruiría los cielos!
—¡Cuando desperté y recordé la verdad… ya habías sido sellado!
Lágrimas reales caían de sus ojos.
—¡He buscado tu reencarnación durante diez mil años!
—¡He matado a los once discípulos traidores con mis propias manos!
—¡He destruido tres cielos enteros buscando redimir mi pecado!
Se arrastró de rodillas y abrazó las piernas de Fernando.
—¡Castígame! ¡Mátame! ¡Hazme tu esclava más baja!
—¡Pero por favor… dame una oportunidad de expiar mi traición!
Isabella miró la escena boquiabierta.
Long Tian temblaba de furia.
Fernando miró a la mujer que una vez fue su esposa daoísta…
la misma que le clavó la espada en el corazón hace diez mil años.
Y habló con voz completamente fría:
—Xihe…
—Tu traición me costó todo.
—Diez mil años de sellos.
—Diez mil años de dolor.
Ella lloró más fuerte.
—¡Lo sé! ¡Por eso he venido a pagar con mi vida!
Fernando la miró un largo segundo.
Luego habló:
—Levántate.
Xihe obedeció temblando.
Fernando continuó:
—No te mataré.
—Porque la muerte sería demasiado fácil.
—A partir de hoy… serás mi sombra.
—Seguirás cada uno de mis pasos.
—Verás cómo reconstruyo mi imperio.
—Y cada vez que recuerdes tu traición… sufrirás mil veces más que yo.
Xihe asintió llorando.
—¡Sí, esposo! ¡Sí, mi señor!
Entonces Fernando se giró hacia la ciudad en llamas.
—Y ahora…
—Ciudad Celestial ya no existe.
Chasqueó los dedos otra vez.
¡BOOM!
Un terremoto destruyó las murallas por completo.
Cuando el polvo se asentó…
solo quedaban ruinas humeantes y millones de personas arrodilladas mirando al cielo.
Fernando habló una última vez:
—El que fue débil… hoy es el fuerte.
—Recordad este día.
—Recordad el nombre del Guerrero Supremo.
Entonces desapareció junto a Isabella, Xihe y Long Tian.
Detrás de él…
el antiguo orden del Continente Sagrado acababa de morir.
Y el nuevo orden…
acababa de nacer.