EL EMPERADOR DE LOS 33 CIELOS

Una lluvia torrencial azotaba la Ciudad Celestial como si los cielos mismos quisieran borrar la vergüenza que estaba a punto de suceder. En el gran salón principal de la familia Valdés, uno de los cuatro grandes clanes de la ciudad, más de trescientas personas se habían reunido para presenciar el evento del año: el divorcio oficial de la diosa del clan con el yerno más inútil de la historia. En el centro del salón, sobre el frío mármol blanco incrustado con vetas de jade espiritual, un joven de veintitrés años permanecía arrodillado. Su ropa estaba rota y manchada de barro. El cabello n***o le caía desordenado sobre la cara, ocultando unos ojos que nadie se había molestado en mirar durante los últimos tres años. Fernando Valdés. El hazmerreír de Ciudad Celestial. El yerno que entró por la puerta siendo un mendigo sin una sola vena espiritual despierta y que, tres años después, seguía sin despertar ni una. El patriarca Valdés, Don Arturo Valdés, un anciano de barba plateada y cultivo en la novena etapa del Reino Condensación Espiritual, golpeó con furia el apoyabrazos de su trono de jade. —¡Silencio! —su voz retumbó como un trueno. El salón entero se calló al instante. Don Arturo apuntó con un dedo tembloroso de ira hacia el joven arrodillado. —¡Fernando Valdés! ¡Tres años! ¡Tres malditos años has vivido bajo nuestro techo comiendo nuestra comida, durmiendo en nuestros patios y respirando nuestro aire espiritual! ¡Y sigues siendo un inútil sin cultivación! ¡Eres la mayor vergüenza que ha tenido la familia Valdés en mil años! Una ola de risas crueles recorrió el salón. —¡Ja ja ja! ¡El rey de los inútiles! —¡Dicen que ni siquiera puede levantar una espada de madera! —¡Tres años casado con la diosa Valeria y ni un solo hijo! ¡Obvio que es impotente también! En la primera fila, sentada junto al patriarca, estaba la persona que más dolía mirar. Valeria Valdés, diecinueve años, conocida como la Perla de Ciudad Celestial. Rostro perfecto, piel como jade, cabello n***o azabache que caía hasta la cintura y un cultivo ya en la sexta etapa del Reino Condensación a su corta edad. En ese momento, su brazo estaba entrelazado con el de un joven vestido con una túnica dorada bordada con dragones negros vivos que parecían moverse. Liam Ferroc. Veintidós años. Genio número uno de la generación joven de la Secta del Dragón Eterno. Poseedor del legendario Cuerpo Dragón Ancestral de rango divino. Dicen que con solo veintidós años ya había alcanzado la primera etapa del Reino Formación del Núcleo. Valeria levantó la barbilla con arrogancia y habló con una voz tan fría que podría congelar el aire: —Abuelo, no hay necesidad de seguir perdiendo el tiempo con esta basura. Hoy mismo me divorcio de Fernando Valdés y anuncio oficialmente mi compromiso con el joven maestro Liam Ferroc. ¡Plaff! Un pergamino rojo sangre, el pergamino oficial de divorcio del clan, cayó justo frente a las rodillas de Fernando, salpicando gotas de agua sucia. —Firma —ordenó Valeria sin siquiera mirarlo—. Y desaparece de mi vista para siempre. El patriarca asintió satisfecho. —A partir de este momento, Fernando Valdés queda expulsado de la familia Valdés y de Ciudad Celestial entera. Si alguien vuelve a verlo dentro de un radio de cien kilómetros… mátelo sin piedad. Sus restos serán arrojados a los perros demonio del Bosque n***o. Dos guardias del octavo nivel de Condensación agarraron a Fernando por los brazos y lo arrastraron hacia la salida como si fuera un saco de basura. Mientras lo arrastraban, las burlas seguían lloviendo: —¡Adiós, rey de los inútiles! —¡Espero que los lobos del bosque te coman vivo, escoria! Ya en la puerta principal, uno de los guardias le dio una última patada en el estómago que lo hizo volar varios metros y caer de bruces en el barro fuera de las murallas. La enorme puerta de acero espiritual se cerró con un estruendo que parecía sellar su destino. La lluvia caía sin piedad. El frío calaba hasta los huesos. Fernando se levantó lentamente, tambaleándose. La sangre le corría por la comisura de la boca, mezclándose con el agua. —Tres años… —susurró con una voz tan baja que solo él podía oírla—. Tres años tragando humillaciones, tres años limpiando sus letrinas, tres años durmiendo en el establo como un perro… y así me pagan. Apretó los puños hasta que las uñas perforaron la piel y la sangre goteó. De pronto, un dolor insoportable explotó en su cabeza, como si alguien le estuviera clavando miles de agujas al mismo tiempo. ¡DING! Una voz metálica, antigua y majestuosa resonó directamente en su alma: [Sistema del Guerrero Supremo Primordial detectando sangre del huésped original…] [Verificación de alma completada… 99,999% de coincidencia] [¡Fusión iniciada!] Una luz dorada cegadora envolvió su cuerpo destrozado. En ese instante, recuerdos que no le pertenecían… o que habían estado sellados durante diez mil años… inundaron su mente como una marea destructiva. ¡Él había sido Fernando el Inmortal! ¡El Guerrero Supremo que dominó los nueve cielos y las diez tierras! ¡El ser que con un solo pensamiento podía hacer colapsar galaxias enteras! ¡El mismo que fue traicionado por sus doce discípulos más confiables y por su propia compañera daoísta, sellado en 10 000 capas y asesinado cruelmente! Y ahora… había renacido en el cuerpo de este yerno inútil que llevaba exactamente su mismo nombre. Los ojos de Fernando se abrieron de golpe. Dos rayos dorados atravesaron la cortina de lluvia como si fueran espadas divinas. Una sonrisa escalofriante apareció lentamente en su rostro cubierto de barro y sangre. —Valeria… familia Valdés… Liam Ferroc… —Todos y cada uno de los que me humillaron hoy… Su voz era baja, pero cada palabra parecía hacer temblar la tierra bajo sus pies. —Pronto… muy pronto… —Se arrodillarán ante mí suplicando la muerte. En su mente, una pantalla transl] ¡DING! [Bienvenido de vuelta, Emperador de los Nueve Cielos] [10 000 capas de sellos detectadas] [Primera misión de regreso activada] [Misión: «Primer Sangrado del Regreso Invencible» – Mata a los 12 guardias que te arrastraron y humillaron hoy] [Recompensa: Romper las primeras 3 capas de sellos + Técnica Prohibida «Puño que Aniquila los Cielos» (nivel divino inicial) + 10 000 puntos de ira] Fernando alzó la cabeza hacia la muralla. Justo en ese momento, la puerta lateral se abrió y salieron exactamente doce guardias riéndose a carcajadas, con botellas de licor en la mano. —¡Ja ja ja! ¡Vamos a celebrar el compromiso de la señorita Valeria! ¡Y de paso, si vemos a esa basura, le damos la paliza final! El líder, un hombre corpulento del noveno nivel de Condensación, escupió al suelo. Fernando los miró en silencio. La lluvia seguía cayendo. Pero ya no tocaba su cuerpo. Una aura dorada y negra, tan densa que parecía sólida, comenzó a girar lentamente a su alrededor. —Doce… —susurró Fernando con una sonrisa que helaría la sangre de cualquier dios. —Perfecto.