Permanecí callada, tenía razón, quizás estaba siendo demasiado paranoica con él. No se merecía que le tratase de esa forma, pero es que no podía evitarlo. Seguía teniendo clavada en mi la espinilla del pasado. Seguía con el corazón en pedazos y sentía en mi la necesidad de defenderme del posible dolor. Kilian se revolvió el pelo, intentando así calmarse. Clavó su mirada en mi, pero no se atrevió a decir nada. —¿A qué hora vas? —Pregunté después de que transcurrieran varios segundos. Esa pregunta le dejó sorprendido, al pareces esperaba de mi otra cosa. Revisó la hora que es y luego en su mente hizo cuentas. —Tengo que estar ahí en dos horas, con que salga en una hora y media basta—. Respondió a mi pregunta. Asentí con la cabeza y ambos volvimos a caer en un silencio mutuo. —¿Y hasta qué

