—¿Cómo fue que lograron sacarnos de prisión? —preguntó Maxine, dirigiéndose a los tres hombres.
Ella y Lars iban sentados en en el asiento trasero del coche y los dos abogados en la parte de enfrente.
—El mismo oficial lo dijo —acotó Iain, viendo por el retrovisor en dirección a Maxine—. No tenían ninguna prueba que los incriminara, más que la palabra de su tío y de su madre.
Maxine asintió y llevó su mirada al retrovisor para encontrarse con aquellos ojos marrones que la veían con mucha intensidad. No entendía qué era lo que aquel hombre provocaba en ella, que la ponía un poco inquieta. Sin embargo, le mantuvo la mirada y observó sus labios moverse en medio de aquella espesa barba que salpicaba su rostro tan masculino.
—Cuando Lars me llamó desde la prisión, me dijo que ustedes tenían
