Cuando el Ferrari se estacionó en el amplio estacionamiento de Reiner Corporation, Maxine y Lars salieron de él y entraron al edificio, caminando uno al lado del otro. Las miradas llenas de curiosidad no se hicieron esperar. Todos observaban a la hermosa chica que acompañaba al señor Donovan y se preguntaban, «¿Quién era?» Ellos no se detuvieron a saludar a nadie, ni le dedicaron la más mínima mirada a alguien, ni siquiera a la chica encargada del área de recepción, que los saludó a su llegada. Caminaban altivos y soberbios, robándose la atención de los hombres y mujeres que encontraban en su camino. Sus bellezas competían por igual, pero era Maxine la que más llamaba la atención, ya que nunca la habían visto por ahí y causaba sensación. No fue, sino hasta que llegaron al último piso de

