Llegó hasta el Ferrari y estaba más que dispuesto a marcharse de ahí. Sin embargo, en el último segundo, se dejó dominar por sus impulsos. Le propinó una fuerte patada a la puerta del deportivo y realizó el camino de regreso. Azotó la puerta con tanta fuerza que provocó un estruendo y el chico con el que Maxine estaba se sobresaltó, le dio un empujón para quitársela de encima y tembló al ver a aquel hombre endemoniado avanzar hacia ellos.
—¿Q-Quién es él? —titubeó, tan asustado, que a Lars le causó más rabia.
«¿Cómo podía estar con un niñato como ese?», se preguntó.
Era un niño para él. No sobrepasaba de los 25 y era tan marica que no podía pararse como hombre y dejar de temblar.
—Di-Dijiste que estabas sola —continuó, tratando de taparse las pequeñeces que cargaba.
Maxine estaba arro
