—Papi, ¿algún día tendré un hermanito con el cual pueda jugar?
La niñita ladeó la cabeza hacia arriba y observó el perfecto rostro perfilado de su padre. Él bajó la mirada y observó a su hija con dulzura. Estaba recostada a su costado, sobre la pequeña cama, y él le leía el cuento de Hansel y Gretel.
Cada noche era la misma rutina: él la visitaba en su habitación antes de dormir y le leía un cuento, hasta que ella se quedaba dormida. Pero, esta vez, su hija había decidido sacar a relucir aquella conversación que a él le resultaba un tanto delicada por ciertos factores un tanto desagradables.
—Te prometo que algún día te daré un hermanito —susurró.
—¿Mañana? —cuestionó ella con su voz cantarina.
Él soltó una risada llena de diversión y negó.
—No, mañana no.
—¿El domingo?
—Ta
