El demonio de la Guerra

“En los momentos más difíciles de tu vida, yo siempre estaré a tu lado”. Esa era una de las muchas frases dichas por el hijo de Dios, Jesús, siempre inspirando a los pueblos a seguir la palabra de su padre con la excusa de que sus problemas serian solucionados si se arrodillan o entregan dinero. Pero Dios no necesita dinero, jamás le a importando y no porque sea piadoso, si no por que para el le era más útil tener ciervos o como a mi me gusta llamarles, esclavos emplumados que harían todo lo que sea para complacer a su Señor, al creador del mundo. Yo por mi parte también soy un hijo, pero soy el hijo mayor del Creador del pecado… El Diablo o Satanás, su nombre siempre va a variar dependiendo de cada cabeza. Soy Azael y soy la reencarnación de la guerra, la venganza y la ira; soy el heredero del Infierno y gobernare por tantos siglos como mi padre lo a echo hasta ahora. Durante siglos por donde caminaba se dispersaba la guerra o los deseos de venganza, sin miedo admitiré mi culpa cuando los hugonotes fueron masacrados en 1572 por los católicos. Los años seguirán pasando y sé que más guerras habrá, mas gente se matara por ideales estúpidos, por lo que es más comida para mí. Ahora me encuentro en el siglo quince haciendo contratos. Como un demonio de alta categoría puedo hacer contratos con los mortales, ellos se arrodillan y ruegan por mi presencia, pero a diferencia de Dios, nosotros aparecemos frente a ellos. Los contratos consisten en un intercambio, yo les doy lo que quiero y ellos me dan algo a cambio como sus almas, las vidas de sus seres queridos, su sangre o alguno de sus cinco sentidos. Elijo a mis carneros por deseos de venganza, cuanto mas hierva su sangre de ira y resentimiento, cuanto más lo cegara el odio, es mucho mejor para mí. – En verdad que es aburrido solo observar a estos seres – Exclamo mi hermano gemelo, Darel. – Solo es ver campesinos golpeando a sus esposas y ricos haciendo cualquier tontería de “clase alta”. – Darel no tiene mucha paciencia, mucho menos con los mortales ricos. – Solo tenemos que buscar discípulos, tampoco es tan difícil cuando se trata de llenar sus oídos con dinero, amor u comida. – Le dije. Estábamos parados sobre el tejado de una mansión mirando a los mortales para encontrar a cualquiera que tuviera algún d***o oscuro y así tomarlo. –No todos son tan estúpidos, incluso en las peores circunstancias algunos se niegan a abandonar sus creencias. – Nos reímos ante esa declaración. –Sabes muy bien que eso nunca será un pase al ultimo escalón del cielo. Ese tipo jamás permitiría que alguien este a su altura o más, para el son solo ciervos y lo serán hasta el fin. – Observe el cielo que estaba nublado, posiblemente lloverá. – Para ser el más devoto debes ser el más miserable. – –Suenas como padre, peor aun que te pareces a él. – Dijo Darel mientras afilaba la punta de una de sus flechas. Aun que somos gemelos, no nos parecemos en nada. El tiene los cabellos blancos de nuestra madre, largo y lacio, mientras que yo tengo el cabello n***o de padre y corto hasta la nuca. El es mucho más pálido que yo, contrastando sus ojos negros profundo y unas marcas de nacimiento alrededor de su cara. –Bueno al menos yo me parezco a él, bola de nieve. – Solté en un tono burlón. –Eres tan divertido Demonio de la Guerra. – Contesto con sarcasmo y después de eso seguimos atentos ante cualquier alma que podía ser un gran festín, pero solo vimos gente comportándose como idiotas. Incluso me atrevo a decir que en el infierno son mas civilizados y eso es mucho decir. Pasaron las horas y el sol se empezó a ocultar, desde la distancia escuchamos las campanas de una puta iglesia sonar. –¡¡Ese m*****o sonido!! ¡Preferiría que me metieran cuchillos en los oídos! – Darel se levantó y empezó a levitar. – Me largo a casa, también deberías hacer lo mismo o acabaras sangrando por las orejas. – –Iré al bosque, tal vez así escuche menos esa m****a de campana. – Me levante y mire a mi hermano. – Dile a padre que regresare en un rato. – Levite en lo mas alto y me adentre en el bosque. Oscuro, húmedo y frío era perfecto para alejarme un rato. Ser el príncipe del infierno era literalmente un infierno, pero saber que estoy cerca del poder y la riquezas me deja con una mayor satisfacción, aun así a veces quisiera ir a un lugar donde no haya una guerra, aun que es casi imposible y tal vez me aburra jajaja. Toque un árbol y este se empezó a caer hasta hacerse trizas, demoler me ayuda a calmar mi ira interior y así evito hacer tonterías que molesten a mi padre. Seguí recorriendo el bosque hasta que escuche esas palabras. ¬– “Ruego a ti. Dios de la venganza, demonio de la ira… Castiga aquellos que no tienen perdón sobre nosotros y estaré a tu disposición. No busco al Señor o a su hijo, porque ellos me han abandonado y ahora recurro a ti, Hijo del Infierno.” – La voz era aguda, temblorosa y no se escuchaba tan lejos. Alguien estaba rezando por mí, pero por alguna razón siento una gran carga, una gran emoción… Esta mortal, tiene un d***o de venganza ardiente, puedo oler su sangre caliente y los latidos de su corazón a mil por minuto. Y ahora tengo mucha hambre. Una sonrisa grande apareció en mi cara. – Pequeña carnero, no te preocupes que ya voy en camino. El Demonio viene en camino. – No pude más con la espera y me teletransporte hacia donde se encontraba mi próximo fiel.