Capitulo 3 "Cachaza"

4998 Words
Está inventada condición hizo que muchos no quisieran molestar a Karen, temían que ella se pusiera grave, alejándola de tener amigos. Chopo se acercó rápidamente con su hermana, estaba desconcertado y preocupado. —Karen— dijo —¿Qué haces aquí? — preguntó cuándo estuvo más cerca. —Es lunes y tengo clases— respondió su hermana, seguía su andar sin siquiera detenerse —además es hora de comer y tengo hambre. —Deberías estar en casa, durmiendo— Carlos se interpuso en el camino de Karen deteniéndola, ella lo miró a los ojos y empezó a ruborizarse, sin más empezó a sonreír, ocultó su boca con la mano, algo inútil ya que Chopo sabia por que se comportaba de esa manera —No, no, no puede ser que solo hayas venido a la escuela a escuchar sobre la “Minina” —“La Minina”— alejó la mano de su boca para poder abrazarse a sí misma —¿No es encantador? Un nombre perfecto— Karen sonreía sin miramientos, su actitud era más liberal, Carlos se encontraba furioso. —Se acabó, nos vamos a casa— la afirmación hizo que Karen dejara de sonreír. —¿Qué? ¿Por qué? — cuestionó la chica. —Vamos a casa para tomar una decisión, héroes o una vida normal, no ambos. —Bien, elijo ser la minina, te veo en la casa— Karen dio media vuelta, caminó alejándose de su hermano. Carlos estaba confundido, no pensó que para Karen la decisión sería tan fácil. El muchacho regresó al salón de clases conflictuado, sus pensamientos habían mitigado su hambre. El aula estaba medio vacía y justamente en su lugar se encontraba Mara, sentada leyendo el libro de Historia, se quedó parado en el marco de la puerta, miraba a su compañera con fascinación, ahora, su única ancla para estar en la escuela. Eso le recordó que tenía que hablar con su hermana. Llegó a su pupitre y, aunque Mara intentó hablarle, guardó sus cosas en su mochila y se despidió de su amiga quien exigía una razón del porque se iba antes de que terminaran las clases, Chopo no le dio explicación alguna y se fue a toda prisa. Capítulo 3 “Cachaza” Mara tomaba, de forma exasperada, agua en un vaso de cristal, se encontraba sentada en un sillón en la casa de Carlos y Karen. La chica vestía de forma casual, usaba un delgado suéter morado y unos pantalones de mezclilla. —Odio subir— decía Mara de forma agitada después de acabarse el agua —Por la estúpida pendiente ¿No les molesta subir día tras día hasta aquí? — preguntó a los mellizos, Carlos, quien usaba el pantalón de su uniforme y una playera, estaba sentado en un sillón frente a Mara, Karen se encontraba sentada del lado derecho de la cansada chica, ella vestía un pantalón de mezclilla, una sudadera que le ayudaba a ocultar su cola y llevaba puestas sus orejeras. —Nos acostumbramos— respondió Chopo, se encontraba un tanto confundido con la visita de su amiga. —¿Desde cuándo viven aquí? — curioseó la chica, se reclinaba en el sillón, sostenía el vaso con su mano izquierda y empezó a juguetear con la mano de Karen usando su mano derecha. —Como hace año y medio— respondió Karen, ella de igual forma jugueteaba con Mara. —¿Año y medio? Y antes de eso ¿Dónde vivían? — cuestionó Mara inocentemente, solo buscaba alargar la conversación, con una perdida expresión, hablaba y oía, pero no prestaba atención. —Mara— pronunció Carlos y se levantó del sillón —Dijiste que no podías hablar y que necesitabas agua, ya tomaste agua y te ves descansada, ahora ¿Por qué estás aquí? —¿Te molesta mi presencia? — se enderezó la chica soltando a Karen. —No, por supuesto que no— le dijo Carlos —Es solo que son las 7 de la noche, ¿No se supone que estarías celebrando a la licenciada? —Sí, yo— Mara se levantó del sillón —am, pensé que ustedes estarían ahí, celebrando con nosotros— caminó de un lado a otro. —Creí que no querías, solo te daba tu espacio. Karen se mantenía expectante de la conversación, no quería perderse ni una sola palabra o acción. Mara dio un gruñido. —Sí, resultó que fue mi culpa, el que tú y tu hermana se quedaran solos el día de las madres, traté de decírtelo, pero al final te fuiste y no contestabas… Mara dejó de hablar cuando el celular de Carlos sonó dentro del bolsillo del chico. —No contestes— ordenó la chica, Carlos ya tenía el celular en la mano, la pantalla mostraba al contacto “Lic. Saraí Luna Cortez” la madre de Mara, el muchacho se negó al mandato de su compañera. —Sí, bueno — contestó Carlos. —Bueno, Carlos— se escuchaba la voz agitada de la licenciada —Buenas noches, disculpa que te moleste, lo que pasa es que Noemí, ella huyó de casa— Carlos volteó a ver a Mara, levantaba una ceja en señal de asombro —Quisiera saber si ella está ahí con ustedes, tiene el celular apagado y ya está oscuro, no es hora para que ella esté… —No se preocupe— interrumpió el joven cuando notó que la voz de la mujer empezaba a quebrarse, no quería oírla llorar, ni sufrir —Ella está aquí conmigo, con nosotros, en mi casa— Mara volteó en señal de pena, estaba avergonzada y angustiada, no quería que su madre la encontrara. —Gracias a dios— la voz de la licenciada se había compuesto —Esa escuincla, si antes no sabía quién era, ahora si me va conocer. Chopo al ver afligida a su amiga, llevó la conversación a otra parte, no sin antes ordenarle a Karen que no se acercaran a la puerta de la entrada, Carlos salió de la casa, al ser las 7:30 de la noche la oscuridad ya era completa. —Licenciada— Carlos se apartó 2 pasos de la puerta y caminó de un lado a otro dentro del patio, meneaba la mano espantando mosquitos que volaron del foco de la entrada a la cara del joven —Me podría decir ¿Qué fue lo que pasó? — no hubo respuesta, si no fuera por el ruido de fondo que se escuchaba, más la respiración rebajada por la calidad de la llamada, hubiese creído que la llamada se había cortado —Profesora Luna— dijo para que supiera que seguía esperando respuesta. —Eso no te incumbe— respondió la profesora en baja voz —Son cosas de familia, solo manda a mi hija de vuelta, o mejor aún, retenla hasta que yo vaya por ella, dime tu dirección— la voz de la mujer tenía tintes de arrogancia. —Profesora Luna, con todo respeto, debo insistir en saber qué fue lo que pasó— solicitó el chico. —¡Y YO YA DIJE QUE ESO NO TE INCUMBE! — vociferó la licenciada. —Tiene razón— Carlos parecía estar tranquilo, aun así, sentía perder el control y su furia se acrecía —No me concierne, nunca me debí haber metido, aun así, usted me puso en medio de su relación, confabulando, usándome para encausar a su retoño por buen camino— la respiración de Carlos estaba agitada —Se lo preguntaré una vez más, ¿Qué sucedió? — de nuevo la profesora se quedó en silencio —Bien señora Luna, así va a ser— Carlos colgó la llamada, llevó su mano desde la frente hasta la nuca, peinándose hacia atrás en el proceso, enseguida timbró de nuevo el celular, al ver el nombre de la licenciada se enojó, ubicó el teléfono en su palma y lo aplastó sin esfuerzo. “Maldita sea” —Rudo— en ese momento y de la nada se escuchó una voz femenina etérea venida por encima de la cabeza de Carlos, el joven alarmado, rápidamente alzó la mirada, sin embargo, no había nada, ni nadie, solo podía ver el cielo nocturno. —¿Quién eres? — Carlos tomó una postura de ataque, observaba de un lado a otro —Karen— susurró a su hermana —Sin importar lo que oigas no te acerques, no salgas y cuida a Mara— Carlos confiaba que había sido escuchado, algo que afirmó cuando escuchó un “¡Ok, vamos a mi habitación!” de su hermana venido desde dentro. —Vamos, no vengo a hacerles daño— dijo la voz, a pesar de que Carlos la escuchaba no lograba verla, ni precisar su ubicación, el sonido parecía venir de cualquier parte y resonaba por todo el patio. —Entonces, dime ¿Por qué te ocultas? —¿Por qué dices que me oculto? Tal vez sea invisible, por eso no me vez. —Sí, claro, mi visión me permite ver todo, incluso lo invisible, eres buena eludiéndome, eso me dice que ya sabias sobre mi vista— Carlos daba vueltas por todo el patio, saliendo de ahí hasta llegar a la banqueta pasando por la cerca. —De acuerdo— la vaga voz se mantuvo estática y al fin Carlos logró identificar de donde venía. Por encima de él a 7 metros de altura, suspendida en el aire, observo una figura, era una niña que enseguida bajó, la gravedad parecía no afectarle mucho ya que descendía lentamente, llegó hasta la altura de Carlos para poder mirarse cara a cara, la chica no tocaba el piso, se mantuvo flotando, parecía tener 13 años, era delgada y su cabello era anaranjado cobrizo, era largo, lacio y estaba amarrado con una cola de caballo, curiosamente el cabello flotaba y ondulaba en el aire lentamente, de un lado a otro, como si no tuviera peso. Vestía una sudadera roja, pantalones negros con franjas naranjas a sus costados. Lo que llamó la atención de Carlos fueron el color de los ojos, los iris, de la chica que eran, al igual que su cabello, naranjas, además que brillaban, Carlos nunca había visto algo igual o mención de algo remotamente posible. —Wow— dijo la chica quien daba vueltas alrededor de Carlos para mirarlo, a este punto el joven ya había bajado la guardia —sino fueran por tus ojos, el parecido con Fernando es… —Ya veo— el muchacho la interrumpió —mi padre te envió. Carlos fruncía ligeramente el ceño y cruzaba las manos, no era raro presenciar esa actitud cuando el nombre de su padre era mencionado. —No del todo— aclaró la garganta —Me llamo Devi— le sonrió a Carlos —D-E-V-I— deletreó —aunque me llaman Shade. —La heroína fantasma de Londres— Carlos la identificó a la heroína con habilidades fantasmas cuando escuchó el nombre de Shade, un nombre que le dio la prensa inglesa. —Correct— pronunció la chica en inglés, parecía estar orgullosa —Me conoces. —Tus hazañas altruistas, son mención para elogios. —Gracias, supongo— Devi parecía confundida, posiblemente por no entender la jerga que usó el joven —Tengo un mandato de Fernando. —¿Cuál es ese “mandato”? — cuestionó agresivamente. —Preferiría decírtelo dentro de la casa— la chica flotó lentamente hacia la entrada de la casa —me han contado muchas cosas sobre este lugar… Carlos se interpuso en su camino y la abrazó deteniéndola. —No puedes entrar— expuso y miraba en dirección de la puerta, temiendo que en cualquier instante se abriera. —¿Qué? ¿Por qué no? Espera ¿Cómo es que puedes tocarme? — Devi estaba algo abochornada —nadie puede tocarme a menos que yo lo permita, soy mitad fantasma. —Es parte de mis habilidades, si quiero puedo interactuar con el mundo espiritual, soy capaz de ver a los fantasmas, tocarlos y escucharlos— Carlos explicaba sin soltarla —Y no puedes entrar porque tengo una invitada, ella no sabe nada sobre mí o este mundo. —De acuerdo, mi lo entiendo y no paso, si no paso. Es decir no deseo que tengas problemas— decía muy lentamente, denotando un muy marcado acento inglés que antes no era perceptible, la chica no parecía estar disgustada por el abrazo, de hecho, parecía disfrutarlo, Carlos la soltó y se alejó, Devi por otro lado flotaba acercándose remisamente hacia el muchacho —De acuerdo— soltó una risilla —Hace dos meses— comenzó a relatar —Llegaron a la villa de mi familia 3 chicas, Gina, Kocoa y Pichi, conocidas de Fernando. —Nunca oí hablar de esas personas— expresó Carlos. —No me extraña, Fernando es un poco… —Idiota— declaró Carlos levantando una ceja. —Reservado— corrigió Devi —En fin, se quedaron conmigo hasta hace una semana que Fernando mandó una carta pidiendo que las chicas vinieran aquí, a la “Casa del barranco”— Devi sustrajo del bolsillo de su sudadera un papel muy arrugado. La chica se la dio a Carlos, quien, a pesar de la oscuridad, pudo leerla sin problemas. —Está en inglés— comunicó el joven, enseguida leyó en voz alta —“Cambio de planes, llévalas a México, Pichi conoce el camino hacia la casa del barranco, avisa a Carlos” — Carlos fruncía el ceño —Bien, de acuerdo, ¿Dónde están las chicas? — el humor del chico cambió, a pesar de no estar del todo de acuerdo con su padre, se mostraba gentil. —Llegarán en 10 horas, a las 6 de la mañana— Devi pegó su hombro con el de Carlos usando la excusa de ver la carta. —Menos mal— Carlos se alejó de la chica y le regresó el papel —Estaremos preparados— indicó, como una despedida. —Bien— Devi entendió —Debó irme, ya mañana, espero, que podamos entrar a la casa y tal vez— la chica se acercó a centímetros del rostro de Carlos —Pasar más tiempo hablando. El joven dio un paso atrás y sonrió. —Sí— tosió —Escucha, en verdad eres muy linda y todo, pero eres una niña— Devi se le acercó lentamente. —Lo dices porque parezco una niña, pero es solo mi aspecto fantasmal, como humana tengo 17 años— se insinuó, por cada paso que retrocedía Carlos, la chica lo seguía —Además, yo conozco tu historia, pareces tener 15 años, pero sé que solo tienes 2 años de edad— reveló mientras sonreía, Carlos se detuvo, la chica, por su habilidad, continuó hasta atravesar al chico. —Será mejor que te vayas— habló directamente Carlos —Y un favor, no sé qué relación tienes con Fernando, pero no me gusta que hablen sobre mi y que ventilen información como si nada— sin más entró a la casa, no cerró la puerta del todo, la dejó entre abierta para poder ver como la chica fantasma volaba en dirección hacia el barranco para desaparecer. Carlos chocó su frente contra la puerta para cerrarla del todo y miró el celular destruido que mantuvo en su mano en todo momento. Rescató el chip y la memoria para enseguida desecharlo en un bote de basura cercano a la puerta. Ahora era necesario encargarse de Mara y su problema. Por mucho que lo intentó no entendía el porqué del comportamiento de Mara, ella es una chica con un profundo respeto por su madre, una chica que si bien rompía algunas reglas por causa de fuerza mayor, siempre intentaba seguir las normas, no había motivo por el cual Mara desobedeciera a la licenciada. Chopo tomó aire y se enderezó, subió a la habitación de Karen y tocó la puerta. —¿Chicas? — se podían escuchar murmullos, las dos chicas platicaban, pero guardaron silencio cuando escucharon a Chopo —Mara, Karen, ¿No quieren cenar? Carlos durante la cena pediría explicaciones a su amiga. La puerta se abrió y las dos chicas salieron, Mara no tuvo contacto visual con el joven evadiéndolo por completo. Los tres bajaron al comedor que se encontraba a un lado de la sala. —Y que se les ofrece— preguntó Karen a su hermano, recibía pedido como una camarera. —Estoy bien con lo que ya este hecho— respondió Chopo, se arrimó a la mesa y le dio un asiento a Mara, ella se sentó y a su lado la acompaño Carlos. —¿Y tú Mara? —Yo estoy bien así— contestó la chica sin animo, la expresión de la chica era vacía, al notarla Carlos le habló. —Tu madre— posó su mano cerca de Mara para que la tomara —no me quiso decir lo que pasaba— ella se agitó y al verla tan temerosa Carlos se desalentó y se apiadó —Descuida, no te obligaré ¿Necesitas tiempo? Bien, tu madre no sabe dónde vivimos y no le di la dirección, sin embargo, eres mi invitada y sería una lástima no atenderte como mereces— al fin ella levantó la mirada y sostuvo la mano de Chopo, el muchacho decidió no seguir inmiscuyéndose en los asuntos de la familia López Luna, de todas formas, como le dijo la profesora de etimología, a él no le incumbía. Igualmente no quería que su amiga se fuera, él se encontraba muy feliz de que ella estuviese ahí. —Entonces— Carlos habló de nueva cuenta y apartó su mano —¿Qué quieres de cenar? —Estoy bien con pan y un té— contestó Mara con más ánimo. —¿Pan? ¡Sí! ¡Pan! ¡Quiero pan!— decía Karen alegremente. —¿Por qué esta tan feliz? — cuestionó Mara con incertidumbre. —Es porque— empezó a explicar Carlos —la panadería más cercana está a 4 cuadras de aquí y no es tan buen pan que digamos, esta duro e insípido, así que aprendí a hornear pan, Karen le agarró gusto. —¿Tú haces pan? Que hábil— menciono Mara con una gran sonrisa mientras subía y bajaba sus cejas —Eso no es nada— platicó Karen muy animada —es mejor cuando hace pizza. Mara volteó a ver a Chopo con una gran sonrisa, cosa que el muchacho interpretó enseguida como una petición. El chico solo resopló y se dirigió a la cocina donde rápidamente reunió los ingredientes para hacer la masa, las chicas observaban como el joven se apresuraba, hasta que mandó a Karen hacer la salsa y a Mara a rallar el queso. En una rápida encuesta entre las dos se decidió que la pizza seria mitad salami para Karen y mitad hawaiana para Mara, después de treinta minutos de preparación y otros treinta de horneado la pizza estuvo lista, Mara estaba encantada cuando la pizza salió del horno, incluso antes de eso, cuando la veía a través del cristal, el cómo se cocía y el delicioso olor que inundaba la cocina. —Mi hermano… —Te tiene prohibido entrar a la cocina— interrumpió Carlos cuando Mara intentó relatar —Si, me lo contaste hace 3 meses. Los tres jóvenes empezaron a comer, hablaban y reían sobre cosas tan superficiales, historias venidas en cualquier conversación. Para Carlos era un deleite tener a Mara ahí, comiendo la pizza que ella alababa con cada mordisco que daba, con descripciones que Carlos creía solo eran una exageración. Sin darse cuenta el reloj ya marcaban las 11 de la noche y fue ahí, cuando se veían con la intención de levantarse de la mesa, que Karen hizo una pregunta. “¿Van a dormir juntos?” El lugar quedó en silencio. Tanto Mara como Carlos compartieron una mirada llena de anhelo. —Oh si quieren, ella puede dormir conmigo— propuso Karen interrumpiendo a los jóvenes enamorados, Mara se sonrojó y volteó a ver a otro lado, Carlos continuo contemplándola. —El, el sillón estaría bien— expuso Mara y se levantó de la mesa, rejuntó su plato y vaso y lo llevó al fregadero, donde los lavó. —No sería justo para nuestra invitada— razonó Chopo —Que duerma incomoda, usa mi cama, Karen deberá dormir en su cuarto, sola, para que pueda descansar sin sus orejeras, yo dormiré en el sillón— impuso el muchacho sin que nadie objetara, Mara lo escuchó claramente desde la cocina, enseguida se incorporó con los mellizos pidiendo un permiso para ir al baño, no sin antes pedir un cepillo de dientes, ya que ella no traía uno con su persona, Carlos, la llevó al baño pasando por la entrada siguiendo un pasillo, hasta el fondo, una vez dentro, el muchacho sacó de un mueble, debajo del lavabo, un cepillo nuevo, era color morado, y se lo dio a la chica, también le enseñó donde estaba el hilo dental y la pasta de dientes, asimismo donde podía dejar el cepillo después de usarlo, un lugar cercano al de su compañero, un cepillo verde, en un accesorio de baño de porcelana, junto a este estaba un cepillo rosado y blanco promocional de la serie minina miau miau, con la imagen de la heroína de dicha serie. El joven salió del baño directo al comedor, la mesa ya estaba limpia, Karen lavaba los trastes, una vez solos, los hermanos, platicaron sobre los temas entre manos. —No puedo creer que insinuaras que Mara durmiera conmigo— Chopo cruzó las manos y se paró cerca de la isla de cocina. —Ni que lo digas, te di la oportunidad y no la aprovechas— insinuó su hermana. —¿Aprovechar? ¿Oportunidad? ¿De qué hablas? — discutió Carlos nervioso. —Tú mismo lo dijiste en la tarde, te quedarías en la escuela solo por Mara y me preguntaba ¿Si ella es parte de tu vida afuera de la escuela, sería posible, tal vez, que tú ya no quieras ir? —Ella y yo tenemos un plan y no seré más que un respetuoso amigo hasta que ella decida lo contrario— declaró, aunque Karen no podía creer lo que su hermano decía, toda su vida, en sus dos años de edad, ella siempre obtuvo lo que quería, usualmente, Carlos era el que hacia ello posible, no podía entender por qué su hermano era tan rigoroso consigo mismo —Ahora, yo me encargare de patrullar justo cuando Mara se quede dormida y tú te quedaras a vigilarla… —¡Yo no quiero quedarme!— interrumpió Karen casi gritando, azotando uno de los platos en el fregadero y rompiéndolo. —Baja la voz quieres, Mara puede escucharte— Carlos apartó a su hermana del fregadero, movió algunos trastes y rápidamente rejuntó todas las piezas del plato roto, no tuvo problema alguno, a pesar de lo afilado que parecían ser los trozos, no se cortó. —Yo quiero ir a patrullar, es mi deber como heroína— exigió Karen encaprichada, Carlos tiró las piezas a la basura y termino de lavar los platos que faltaban. —Bien, quieres ir, adelante, pero ve con cuidado y procura no excederte, al fin y al cabo, yo debo quedarme para recibir a las “invitadas” —Es cierto, lo que dijo la inglesa— Karen se mostraba más tranquila aunque curiosa. —Nos escuchaste— dedujo Carlos —Más o menos, no te hagas el sorprendido, sé que querías que escuchara— Carlos le dio la razón a su hermana, era por ello que había leído la carta en voz alta. —De acuerdo, debo recibirlas y prepararlas para que no atosiguen a Mara cuando la vean, ni se les ocurra hacer mención de nuestras habilidades. —¿Quiénes serán esas chicas? — curioseó Karen, Chopo por su parte había terminado de lavar los trastes y se secaba las manos. —Conocidas de Fernando tal vez, aunque no sé qué relación tienen con nosotros como para que vengan. —¿A qué te refieres? —Shade, la chica fantasma de Inglaterra, no creo que sea coincidencia que ella tenga poderes y que conozca a Fernando, sin embargo ella no viene a vivir con nosotros, no, eso debe ser que estas chicas tienen algo en común con nosotros, mas allá de conocer al bastardo de Fernando. —Y si son nuestras hermanas— declaró Karen como una opción, Carlos miró a su hermana —Tal vez el hizo más de nosotros, unas trillizas. —Puede ser— departió con seriedad —Me preguntó si tendrán poderes. —Yo, me voy a mi cuarto y saldré por la ventana— avisó Karen, no podía quedarse más tiempo ya que no cabía en su emoción, el pensar que tendría hermanas la llenó de gozo, aun así, sabía que si demostraba una señal de agitación, su hermano se molestaría. Subió rápidamente, por su parte Carlos subió a su propio cuarto y buscó, en su ropero, 2 cobijas y un par de sábanas, sin perder tiempo cambio las cobijas y sabanas de su cama para, acto seguido, bajar a la planta baja e intentar acomodar las cobijas en el sillón más grande, sin embargo Mara se encontraba sentada en el sillón elegido. —Me siento mal en decomisar tu cama, insisto en que yo debo reposar en este lecho— Mara se acostó en el sillón —De ninguna manera— Carlos dejo caer las cobijas sobre Mara —Ya hablamos de esto, eres mi invitada, no podría dejarte aquí, solita, no, debó protegerte— la acción de Carlos combinado con una graciosa y tosca voz, le provocó una sonrisa a Mara, rápidamente se quitó las cobijas. —De acuerdo— se puso de pie y empezó a acomodar las sabanas y cobijas para Carlos —¿Y dónde está Karen? —Se fue a dormir— le mintió hábilmente —Te aconsejo, que hables lo más bajo que puedas y no entres a su cuarto, ella no tiene sus orejeras— Mara tapó su boca con su mano. —No lo sabía— susurró. —No es necesario que susurres, con tal de que no grites cerca de su puerta, ni entres a su cuarto, todo va a estar bien. —De acuerdo— Mara siguió susurrando —Me puedes decir donde dormiré. Carlos llevó a su compañera al segundo piso y de ahí al cuarto, Mara daba pasos silenciosos, caminaba en puntitas con largas zancadas, sobre todo cuando caminaron frente al cuarto de Karen. —Pareces una caricatura que está evitando despertar a un perro guardián— comparó el joven, el comentario hizo reír a la chica, al llegar al cuarto, Chopo presentó el lugar, abriendo la puerta sin entrar —Bien— la chica entró —Aquí estas, supongo que te veré en la mañana. —De acuerdo— Mara dio un gran suspiro —Gracias, por entender y por dejarme quedar— el muchacho asintió y cerró la puerta, desde dentro ella le deseo una buena noche. Carlos apagó las luces del pasillo y bajó al baño para lavar sus dientes, se contempló en el espejo arriba del lavabo, sonriendo cuando recordaba que Mara estaba en su casa, al terminar y dejar su cepillo observó el cepillo de su amiga, empezó a imaginar un escenario, un posible futuro en el que Mara se quedara con él por más tiempo. Le gustaba esa sensación. Salió del baño y antes de dormir se cercioró en apagar todas las luces que estaban encendidas, quedando en un oscuridad completa, una vez en el sillón, se quitó los zapatos, pantalones y calcetines, para finalmente acostarse. Rodó por el sillón varias veces, no podía dormir, se levantó y deambuló por la sala, estaba ansioso y, por alguna razón, acalorado, tenía el deseo de subir y hablar con Mara, su templanza se lo impidió, al menos eso creyó y se convenció de subir, no para visitar a su ambrosía, si no para cerciorarse que el cuarto de su hermana estuviese cerrado con llave, por si su compañera intentaba entrar. Enseguida que puso su pie en el último peldaño de la escalera vio a Mara, estaba parada al final del pasillo, salía del cuarto de Carlos. Para él la imagen de su amiga era clara a pesar de la oscuridad, por alguna razón ella se había puesto una playera de él y no tenía pantalones. —Chopo ¿Eres tú? — preguntó Mara a susurros, algo nerviosa, cuando vio la figura del chico subir por la escalera. —Sí, tranquila, ¿Todo bien? — contestó el joven, igual susurrando, Mara guardó silencio, solo se podía escuchar las notas de un grillo solitario, de repente empezó a caminar hacia Chopo, su paso era lento y titubeante, sosteniéndose de la pared por culpa de su escasa vista. —No puedo dormir, es muy silencioso— Mara decía. Chopo se encontraba ansioso, mirar a Mara siempre lo ponía así, aunque esta vez era diferente, era más hermosa y el que vistiera con una playera suya tenía algo que ver, de un momento a otro ella ya estaba frente a él —Acércate, no se puede ver bien con esta oscuridad. —Quieres que encienda la luz— Carlos intentó llegar al interruptor, Mara lo frenó sosteniendo su mano derecha. —No quiero— rogó la chica —No estoy presentable. Chopo vio cómo su compañera se ruborizaba, percibió la dulce fragancia que emanaba de ella y sintió perder la cordura, su respiración se agitó, la abrazó con suficiente fuerza y sutileza, pudo sentir sus brazos temblar, Mara acomodó su cabeza en el pecho del agitado muchacho y sin perder más tiempo los dos encontraron sus labios, fue un beso apasionado, tan esperado, en otros momentos sería posible de controlar pero en ese instante, contenerlo era imposible.
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