Aquel día, esos extraños hermanastros ya no peleaban en el auto. Derek estaba muy contento porque Mely se veía un poco más tranquila a diferencia de hace minutos atrás. Esa mentira de que se iban a reunir con unos diseñadores le había funcionado para tratar de controlar a su fiera, y a su vez la rubia no se dio cuenta de que sus intenciones en arruinar todas sus citas eran porque le gustaba. «Ah, por lo menos todavía no sospecha nada» pensaba el guapo pelinegro mirando a Mely con disimulo. Mientras que la rubia, un tanto alegre pensaba en que si tenía muchos clientes pudientes, tendría la posibilidad de separarse de su fastidioso medio hermanastro Derek. «Ojalá y que pueda tener algunos tratos con esas personas ricachonas amigas del gusano. Les cobraré bien caro para así poderme mudar

