CAPITULO 3
GALA
PACTO DE SANGRE
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La llegada a la gran ciudad fue agotador, tres días de viaje en carruaje fue una tortura; mi hermano acerco su caballo a la ventanilla tocando en dos oportunidades mi cuerpo cansado se sobresaltó rodando la cortina y encontrándome con lo hermoso que era la gran ciudad, saque la mitad de mi cuerpo por aquel pequeño agujero para sentir el viento golpeando en mi piel, los rayos del sol daban calor a mis mejillas, desde la lejanía se podía ver la gran ciudad, un lugar lleno de habitantes, con el castillo real en la cima de una pradera se veía un palacio hermoso. Donde viviría después de mi boda con el príncipe oscuro, mi madre halo de mi vestido gritando mi nombre con esa voz aguda que sonaba odiosa cuando mi comportamiento le parecía poco ético.
—El carruaje podría pasar sobre una roca, caerías te lastimarías. No es un comportamiento digno de una señorita como tú —comento mi madre furiosa, mientras arreglaba sus valiosas joyas —. Serás la esposa de un príncipe, compórtate como tal, me he pasado la vida mostrándote los modales de una lady, no decepciones nuestra casa y nuestro emblema —volteando su mirada —. Serás la envidia de la mitad del continente, siéntete afortunada.
—En todas esas palabras que han salido de tu boca no te has preocupado madre en pensar si seré feliz en esta ciudad junto a un hombre que quizás me desprecie, me maltrate y me humille por el simple hecho de ser un príncipe con una armadura comandando las tropas del rey, quizás prefiera dormir en la cama de una prostituta que en la de su esposa —secando el par de lágrimas que humedecieron mi rostro de solo pensar en lo infeliz que sería en Miracle.
Su soberbia mirada me traspasaba con fuego, ella pensaba diferente nada la haría cambiar de opinión.
Las calles estaban llenas de habitantes de la gran ciudad lanzando rosas al carruaje, una multitud de personas gritaban mi nombre ¿acaso ya sabían que mi destino era permanecer en estas tierras a partir de ahora?. Mi madre me despertó de lo que parecía ser un sueño ordenando que saludara y mostrara una leve sonrisa en forma de agradecimiento por recibir a la casa Spintter con honores. Obedecí alzando mi mano y dando leves giros sonriendo; una hermosa niña de cabellos dorados corría tras el carruaje entregándome una rosa roja, me pareció un hermoso gesto por lo que aparte una cinta de mi costoso vestido color azul cielo y la entregue aquella hermosa criatura.
Terminamos de recorrer las calles antes de que abrieran las grandes puertas del castillo, mi padre abrió la pequeña puerta del carruaje estirando su mano ayudando a mi madre y luego a mí a salir del carruaje. Un hombre alto nos recibió presentándose como la mano del rey, mis doncellas arreglaron un poco mis cabellos que se habían despeinado por la ráfaga de viendo que recibí al salir por la ventanilla, el hombre caminaba al lado de mi padre comunicándole que la familia real nos esperaba en el gran salón.
Miraba la hermosura del castillo con servidumbres que tallaban el piso como si quisieran traspasarlo, pulían con gran dedicación lo que me hacía preguntarme ¿sí lo hacían por dedicación o porque serian castigadas?, grandes murales tallados en oro adornaban los pasillos del castillo, mi madre interrumpió mi inspección tomando mi brazo y volteándome hacia ella para revisar que me viera perfecta para el primer contacto con la familia real; susurro «haznos sentir orgullosos».
Dos guardias abrieron las dos grandes puertas de madera a la distancia podía ver el trono del rey, quien lucía una costosa capa roja con hilos de oro y una gran corona dorada con piedras preciosas, la mirada inspecciono las personas que acompañaban al rey, la hermosura de la reina quien no dejaba de sonreír al mirarme acercarme con pasos lentos, el futuro rey quien parecía observarme detalladamente aun en la distancia, las tres princesas y por último el quien parecía estar realmente aburrido.
—Alteza es un honor estar en Miracle para unir nuestras familias en un matrimonio —haciendo reverencia mi padre.
—Eres realmente hermosa como ha descrito tu padre Gala —sonriendo el rey, haciendo un gesto con su mano para que me acercara un poco más.
Di pasos cortos con cierta timidez, todos parecían observarme discretamente, evaluando si era una candidata digna de aquel hombre desinteresado incluso por mi presencia en castillo real. El rey se levantó de su trono y bajo los diez escalones que me separaban de él estirando su mano gruesa, puse mi mano sobre aquel lienzo rasposo de arduas batallas peleadas por el hombre más importante del continente, hice reverencia ante su cercanía y le regale una leve sonrisa.
—Gracias por recibirnos en su tan hermoso castillo su majestad, es un placer para la familia Spitter estar frente a usted —comente con voz suave.
—El honor es nuestro por unir nuestro apellido con tan respetable casa, a partir de ahora Miracle será tu hogar y unirás tu corazón a mi amado y talentoso hijo Kingston —mire de re ojo con cierto desprecio interno por este momento tan indeseable por mi persona.
Una de las princesas logro traerlo de regreso aquel castillo, golpeando con sutileza su hombro con un codo disimulado.
Bajo los diez escalones con evidente fastidio de casarse con una mujer que le era completamente indiferente, tomando mi mano junto a la del rey, no podría explicar esa extraña sensación que invadió mi alma el rose de su piel con la mía, incluso quise salir corriendo la energía oscura y soberbia de aquel hombre era arrolladora. La voz potente del rey dio paso a las siguientes palabras.
—Es un honor como rey de esta nación prometer a mi hijo Kinstong Callen, con la hermosa hija de un gran aliado y amigo Robert Spintter —mi padre se acercó con pasos firmes y orgullo de colocar una bandera con nuestro emblema sobre la bandeja de oro que sostenía un soldado.
—Es un honor para la casa Spintter unir en matrimonio a nuestra amada hija con su alteza el príncipe Kinstong —haciendo reverencia —. Solo pido como padre que sea cuidada, alimentada y amada por su ahora nueva familia, y por supuesto por su esposo.
Mi padre pedía aquel despiadado hombre que aun estando frente a mi sosteniendo mi mano no se había tomado ni un segundo de su valioso tiempo para mirar a su futura esposa, este momento parecía ser un verdadero fastidio que solo cumplía por petición de su rey.
Un nuevo soldado se acercó con una bandeja brillante como el sol, en medio reposaba una daga de acero real con empuñadura de oro con dos serpientes entrelazadas haciendo alusión al emblema real, su odiosa mirada por primera vez se encontró con la mía, por mi tardanza para tomar el armamento con el cual sellaríamos nuestro compromiso, incluso el soldado dio algunos pasos más hacia mi dirección reclamando en silencio mi torpe demora. Tome temblorosa aquella daga mirando fijamente la palma de su mano donde tendría que hacer un corte que le permitiera sangrar; elegí el centro de la palma haciendo un corte ligero con mis manos temblorosas y sudadas, con rapidez me desprendió del arma tomando mi mano con fuerza y haciéndola tensar eligiendo el mismo lugar para cortar, logrando que mis ojos se cerraran por sentir dolor, respirando profundamente evitando derramar lágrimas absurdas en nuestro compromiso, su mano se entrelazo con la mía uniéndose la sangre de ambos acercándonos a su ritmo rápido al soldado que sostenía la bandeja de oro con los estandarte de nuestras casas las gotas de nuestra sangre sellaron la futura unión, comprometiéndonos ambos en cumplir a cabalidad el pacto de sangre. De ser yo quien falte a mi juramento sellado en sangre deberé pagar mi falta con la muerte.