capitulo 4

1421 Words
El gran día finalmente había llegado. Giorgia se despertó con una mezcla de emoción y nerviosismo que le revolvía el estómago. Era el día de su primer concierto con la banda, un evento que significaba más que solo tocar en un escenario; representaba la culminación de meses de esfuerzo, de lucha contra sus inseguridades y de crecimiento personal. Mientras se preparaba, se miró en el espejo y sonrió. Hoy llevaría un vestido n***o que siempre había amado, uno que resaltaba sus curvas de una manera que la hacía sentir poderosa. Se peinó con cuidado, dejando que su cabello castaño cayera en suaves ondas sobre sus hombros, y se aplicó un poco de maquillaje. Quería verse bien, no solo para el público, sino también para ella misma. “Soy una estrella”, se repitió como un mantra mientras salía de casa. El camino hacia el local donde se llevaría a cabo el concierto estaba lleno de luces y música. Cada paso que daba la acercaba un poco más a su sueño, y a medida que se acercaba, el bullicio del lugar la envolvía como un abrazo cálido. Al llegar, encontró a los miembros de la banda en el camerino, riendo y bromeando. El ambiente era vibrante, lleno de energía y camaradería. Max estaba afinando su guitarra, Sara revisaba el bajo, y el baterista, Lucas, estaba haciendo malabares con unas baquetas. Giorgia sintió una oleada de alegría al verlos. “¡Chicos, estoy tan emocionada!”, exclamó, y ellos la recibieron con sonrisas y abrazos. “Hoy es nuestro día”, dijo Max, dándole una palmada en la espalda. “Vamos a mostrarles lo que tenemos.” Giorgia asintió, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a fluir por sus venas. Después de una rápida revisión de los últimos detalles, se dirigieron al escenario. La sala estaba llena de gente, y el murmullo del público era como un canto a la vida. Giorgia sintió un escalofrío de emoción. Nunca había estado tan cerca de cumplir un sueño. Cuando subieron al escenario, la luz les iluminó, y el público estalló en aplausos. Giorgia miró a su alrededor, sintiendo que el mundo se detenía por un momento. “Esto es real”, pensó, y su corazón latía con fuerza. El primer acorde resonó en la sala, y Giorgia se dejó llevar por la música. Al comenzar a cantar, se olvidó de los nervios. La melodía la envolvió, y cada nota la conectaba más con sus compañeros. La energía del público era contagiosa, y mientras avanzaban en el set, Giorgia se sentía más libre que nunca. “¡Vamos, todos juntos!”, gritó Lucas, y el público respondió con entusiasmo. Giorgia sonrió, sintiendo que cada palabra que cantaba resonaba profundamente en su corazón. La música era su refugio, su escape, y en ese momento, todo encajaba. Sin embargo, en medio de la euforia, una pequeña voz en su cabeza susurró: “¿Y si no les gusta? ¿Y si no eres lo suficientemente buena?” Pero esta vez, Giorgia eligió ignorarla. Había trabajado demasiado para dejar que esas dudas la detuvieran. “Soy una estrella”, se recordó, y cantó con más fuerza. A medida que avanzaban en el concierto, la conexión entre la banda y el público se hacía más intensa. Cada canción era una historia, un fragmento de su vida que compartían con los demás. La energía en el aire era palpable, y Giorgia se sintió como si estuviera volando. Al llegar a su canción original, la que habían escrito juntos, Giorgia sintió una mezcla de nervios y emoción. Era su momento de brillar. “Esta es nuestra canción”, dijo Max al micrófono, y el público estalló en aplausos. Giorgia comenzó a cantar, y cada palabra fluyó con naturalidad. La letra hablaba sobre la autoaceptación, sobre abrazar quien realmente era, y mientras cantaba, se dio cuenta de que no solo se trataba de ella, sino de todos en la sala. La música unía a las personas de una manera que pocas cosas podían. Cuando terminaron, el público estalló en vítores. Giorgia sintió que su corazón se llenaba de amor. Había superado sus miedos y estaba compartiendo su verdad con el mundo. “Gracias, gracias a todos”, dijo, su voz temblando de emoción. “Esto significa todo para nosotros.” Después de su presentación, la banda recibió una ovación de pie. Giorgia no podía creerlo. Había soñado con este momento durante tanto tiempo, y ahora era real. Se abrazaron, riendo y celebrando su éxito. La sensación de pertenencia era abrumadora, y Giorgia sintió que finalmente había encontrado su lugar en el mundo. Sin embargo, no todo fue perfecto. Mientras se retiraban del escenario, Giorgia notó a un grupo de personas en la esquina, mirándola con desdén. Unos comentarios hirientes alcanzaron sus oídos: “Mira a esa chica, ¿de verdad cree que puede ser cantante?” La voz de la inseguridad volvió a asomarse en su mente, pero esta vez, Giorgia tomó una respiración profunda y decidió no dejar que esos comentarios la afectaran. “¡Oye, no dejes que eso te toque!”, le dijo Sara, notando su incomodidad. “Tú eres increíble, y lo demostraste hoy.” Giorgia asintió, agradecida por el apoyo de sus amigos . “Tienes razón”, respondió. “No puedo dejar que las opiniones de otros me definan.” La noche continuó con celebraciones. La banda se reunió en un bar cercano, brindando por su éxito y disfrutando de la compañía mutua. Giorgia se sintió más viva que nunca, rodeada de personas que la aceptaban tal como era. Las risas y las historias compartidas llenaron el aire, y cada sorbo de su bebida era un recordatorio de lo lejos que había llegado. Mientras la noche avanzaba, Max se acercó a ella. “Oye, Giorgia, creo que deberíamos planear más conciertos. La gente realmente se conectó con nuestra música”, sugirió. Giorgia asintió, sintiendo que la emoción la invadía nuevamente. “Sí, definitivamente. Quiero seguir tocando y compartiendo nuestra música con el mundo.” Con cada nuevo proyecto que se les presentaba, Giorgia se sentía más segura de sí misma. El miedo que antes la había paralizado comenzaba a desvanecerse, y en su lugar, había una nueva perspectiva. “Soy una mujer fuerte y talentosa”, se repetía, y cada vez que lo hacía, lo creía más. Con el paso de las semanas, la banda comenzó a ganar notoriedad en la escena musical local. Sus conciertos se volvieron más frecuentes, y cada presentación era una oportunidad para que Giorgia brillara. Se dio cuenta de que la música no solo era un sueño, sino también una forma de sanar, de conectarse consigo misma y con los demás. Sin embargo, a medida que la popularidad crecía, también lo hacían las expectativas. Giorgia comenzó a sentir la presión de ser vista como una figura pública. “¿Cómo puedo seguir siendo auténtica mientras la gente me observa?”, se preguntaba a menudo. Un día, mientras reflexionaba sobre esto, decidió que necesitaba un tiempo para sí misma. Se alejó de las r************* y se tomó un descanso. Quería reconectar con la niña que había soñado con ser cantante, sin las distracciones del mundo exterior. Durante esos días de reflexión, Giorgia se sumergió en la música. Escribió nuevas letras, se dejó llevar por la melodía y comenzó a explorar diferentes estilos. La música se convirtió en su refugio nuevamente, un lugar donde podía ser auténtica sin el miedo de ser juzgada. Cuando finalmente regresó a la banda, se sintió renovada. “Chicos, quiero que nuestra música refleje no solo lo que somos, sino también lo que sentimos”, les dijo en una reunión. “Quiero que seamos reales, que conectemos con la gente de una manera más profunda.” Max y Sara asintieron, y juntos comenzaron a trabajar en nuevas canciones que hablaran de sus experiencias, de sus luchas y de su crecimiento. Giorgia sintió que cada palabra que escribían era un paso hacia la autoaceptación y la autenticidad. El próximo concierto se acercaba, y esta vez, Giorgia se sentía más preparada que nunca. Había aprendido a abrazar su verdadero yo, y estaba lista para compartirlo con el mundo. Mientras se miraba en el espejo antes de subir al escenario, sonrió y se dijo: “Soy una estrella, y estoy lista para brillar.” La música era su voz, su verdad, y estaba lista para compartirla con todos.
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