Prefacio
Esta historia habla de un lugar llamado Nueva Esperanza, no lo busques en el mapa porque ha sido creado por mí, aunque si hay algún lugar con ese nombre será mera coincidencia. No hablaré de un país, aunque uno de mis personajes principales visitará New York y ya sabemos dónde está.
Nueva Esperanza es uno de esos lugares como muchos donde el poder político y económico controla todo, donde las elecciones se han ganado de manera muy dudosa y no importa donde estemos ni de donde vengamos lamentablemente siempre habrá una Nueva Esperanza… lo importante sería que si hay una Nueva Esperanza sea donde las personas vivan felices y en paz.
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Creo que esta es la primera vez en muchos años que entro a un café sola, mi marido había venido a la ciudad de New York por negocios y yo lo había acompañado ya que tenía una reunión en la editorial, los niños están en la escuela y por la tarde se quedarían con la abuela en nuestra casa en Burlington aún no sé porque me detuve aquí tal vez es porque el destino me trajo, eso he pensado siempre cuando termino en un lugar que no tenía planeado, en la entrada me preguntaron si esperaba a alguien más y dije que no, me llevaron a una mesa pequeña me senté y como siempre me envolví en mis pensamientos estaba trabajando en mi siguiente historia llevaba días en eso pero nada pasaba después de publicar “Los Hilos del Destino” “La Jefa Manda” y “Del Caribe con Amor” entre otros la editorial me pedía una nueva novela pronto, tal vez por ese motivo decidí salir y distraerme un poco ya que esos días Charles estaba muy ocupado con sus negocios y yo también por mi lado, jamás podría imaginar que ahí en ese pequeño café encontraría la inspiración que venía acompañada de tanto dolor.
Miré la mesa del frente y vi a una chica que estaba realmente muy triste, tendría tal vez unos 25 años, tes ligeramente bronceada, cabello castaño claro hasta casi la cintura, debo reconocer que a pesar de su tristeza era una chica muy linda, veía como abría y cerraba una y otra vez algo así como un diario de vida y que apenas si podía controlar sus lágrimas, la verdad no podría sentarme a comer viéndola de esa manera así que no se si fue por mi o por ella que busqué en mi bolso y encontré un paquete de pañuelos desechables me levanté de mi silla y lo puse en su mesa, ella me miró con unos hermosos ojos cafés aunque hinchados se notaba de tanto llorar sólo bajó la cabeza tomó el paquete y entre sollozos me dio las gracias y pregunté —¿Me permites sentarme?
Ella sólo asentó con la mirada, fue casi como de resignación a decir que si sin decir una sola palabra y dije —No preguntaré si estás bien porque veo que no lo estás, tampoco sé si pueda ayudarte, pero hoy extrañamente tengo tiempo y si necesitas hablar con alguien puedo escucharte.
—Gracias —respondió con una voz casi quebrada.
Tal vez en mucho tiempo nadie le había ofrecido simplemente eso, el dejarla hablar, podía ver en su mirada que necesitaba desahogarse y sacar no se si su historia o sus emociones del alma así que me presenté —Hola, mi nombre es Lucy, soy escritora, ¿puedo saber cómo te llamas?
—Soy Claudia y te aviso que mi historia no tiene un final feliz si es eso lo que estas buscando —respondió mientras se secaba las lágrimas con uno de los pañuelos.
Sonreí al escuchar eso y dije —Aun no, pero de seguro lo tendrá —le respondí —estas aquí ahora tal vez con un sueño que se fue, pero lo único que puedes hacer es recomenzar y seguir escribiendo tu historia.
—Lo dudo desde hace un buen rato mi vida sólo ha sido sólo sufrimiento, estoy aquí ahora después de haber huido de mi Nueva Esperanza, me vine escapando del horror.
—Te escucho —respondí con la ilusión que al decir eso ella dejara salir lo que tenía en el corazón, la verdad es que no pensaba en una historia o tal vez si no estoy totalmente segura sólo sé que era hora de escuchar.
—Yo nací en un lugar llamado Nueva Esperanza, aunque lo único esperanzador en ese lugar es el nombre ahí el poder y el dinero se divide entre algunos, donde las elecciones se compran, donde votan hasta los muertos, donde todo se controla desde arriba y si piensas distinto te mueres.
—¿Has vivido algo así? —pregunté.
—Si, la muerte, se lo que es perder a un ser querido primero a mi madre, después a mi padre y también a...
En esos momentos se acerca la mesera a tomar la orden y dije —Pide lo que quieras yo te invito.
—¿De verdad? Mira que tengo mucha hambre, aunque sólo tengo dinero para unas tostadas y con suerte un café así que sólo pensaba pedir un vaso de agua no he comido en casi dos días.
—Tranquila —respondí, la mesera tomó la orden y dije —traiga mucho café por favor —y pude por primera vez ver una sonrisa en el rostro de Claudia.
—¿Por qué quieres escuchar mi historia si no tiene un final feliz?
—Te dije que tu historia recién se está escribiendo y aun te falta bastante, no permitas nunca que nadie te diga que tu historia ya terminó, tal vez viviste el momento más difícil, pero estás aquí ahora y sabes una cosa todos hemos vivido momentos difíciles yo también los míos a veces las historias me llevan a soñar con un final feliz pero mi final yo lo escribo cada día al menos la parte que a mí me toca, pero creo que tu dolor esta al comienzo de tu historia.
De pronto pude ver que ella comenzaba a calmarse podía ver el sufrimiento en sus ojos que de seguro estaba plasmado en las hojas de esa libreta que por ratos abrió y cerro varias veces, era obvio que no sería fácil abrirse, pero tenía tiempo la verdad bastante tiempo para escuchar y tomar una jarra de café si era necesario así que sólo pude decir —Te escucho.