Corro hacia el baño y vomito los restos de la cena de ayer. Becca me lo ha dicho ayer, después de que todas despertaran con resaca. Ella dijo que fuéramos con el doctor que me atendió la anterior vez, debía de hacerme todos los exámenes que me había pedido y que no me he hecho. Pero no puedo porque no tengo dinero, mi padre pude que lo tenga, pero sigo siendo menor de edad y sobrevivo con mesadas. Miro el techo de mi baño, el mundo se me está derrumbando. Debo de hacerle caso a Becca y consultar al doctor, podría estar corriendo algún riesgo y yo no voy a enterarme hasta hacerme los dichosos exámenes, pero para ello tengo que decirle a mi padre primero.
Me visto para la escuela, el pantalón me queda algo ajustado. Bufo, ya están comenzando los cambios corporales. Miro mi vientre, el engendro sigue creciendo y yo aún no decido nada. Bajo a la planta baja de la casa y entro en la cocina. Me detengo abruptamente, la asistenta de mi padre está preparando el desayuno…
- Hola
Saluda sonriente.
- Lauren… - balbuceo, me sorprende su presencia - ¿Dormiste aquí?
- Eh… - la joven veinteañera se sonroja al instante – Sí… - confiesa, saco el jugo del refrigerador sin quitarle los ojos de encima – Susan…
- Me alegra verlos tan felices juntos – le sonrío con sinceridad – Deberían ya hacerlo oficial, después de todo mi padre es el jefe y nadie podrá decir nada en contra tuya…
- Susy…
Lauren sonríe, yo hago lo mismo.
- ¿Vas a desayunar? – papá entra en la cocina intentando anudar su corbata – Que milagro
- Lo sé… - sonrío – Creo que el tener una buena cocinera ayuda a despertar mi apetito…
- Espero que te guste
Lauren coloca un plato con panqueques frente a mí.
- Gracias…
Olfateo mi plato, tiene un muy buen aroma. Corto un gran pedazo con mi tenedor, lo cubro con mucha miel y me lo llevé a la boca. Corro al lavabo y escupo estrepitosamente ¡Sabe a mierda! Me lavo la boca en el fregadero y me giro, mi padre y Lauren me miran sorprendidos. Me maldigo por dentro.
- ¿Pasó algo? – pregunta Lauren, tomando mi plato - ¿Tenía algo raro? ¿No sabía bien?
- No… - le tranquilizo – Estaba rico, solo que… me quemé la lengua
- Oh…
Me mira raro, es obvio que estoy mintiendo
- Bueno… - tomo mi mochila – Iré a la escuela
- ¿Y el desayuno?
Pregunta papá.
- Lo siento Lauren
Suelto, tomando mi mochila y corriendo fuera de casa. Mierda, el engendro ahora ya no me deja ni siquiera comer en paz ¿Qué más me puede pasar? No quería ofender a Lauren, y ahora tanto ella como mi padre de seguro comenzarán a preguntarse si me sucede algo extraño ¡Mierda sí! ¡Sí me ocurre algo terriblemente extraño! ¡Estoy embarazada! ¡Embarazada! A los diecisiete, sin haber terminado la escuela. Llevo una mano a mi panza, el engendro está ahí adentro seguro de todo lo horrendo de este mundo. Suspiro, el engendro no tiene nada de culpa, la idiota fui yo, la que permitió que Jared se sobrepasara fui yo, no el engendro, él no tiene que sufrir mi odio… pero tampoco puede tener mi afecto.
Llego a la escuela, para mi mala suerte “Economía Doméstica” es mi primera clase. Llego a mi aula, mis amigas ya están ahí adentro con sus muñecos afuera y expresiones de fastidio en el rostro a excepción de Lila y Lucy. Me siento en mi mesa y saco al muñeco de mi mochila, reuniéndolo con los demás sin nombres. Suelto un suspiro, he tenido que apagar el bendito aparato de su espalda para poder concentrarme en estudiar y ahora de nuevo lo voy a encender…
- No debiste apagarlo
Lucy me mira, miro mi muñeco.
- ¿Por?
- Tienen un grabador detrás, es para monitorear el trabajo
Explica y todas quedamos boquiabiertas.
- Oh… - soltó Lila – Entonces quedará grabado que se me cayó anoche por las escaleras
- Recuérdame nunca pedirte que cuides a uno de mis hijos
Ríe Mindy y todas le seguimos.
- ¡Bollo con patas! – le llama Jordan – Ven ya, antes de que te arrastre hacia aquí
- ¿Qué le cuesta ser amable?
Masculla Mindy, sosteniendo una botella de juguete con un líquido blanco.
- Ay… mi santa madre
Se lamenta Tabatha, levantándose con el muñeco en brazos y yendo donde Chris.
- Jonathan… - Lila se le acerca – El bebé se me cayó
- ¡¿Qué?! – Jonathan se golpea la cabeza - ¿Nadie me quiere cambiar esta idiota por alguien con cerebro?
- No soy idiota – Lila sonríe, abrazándose a su brazo – Estoy muy por encima de ti en el cuadro de honor
- De seguro le pagas a los profesores
- Hola…
Me giro, Jared se sienta a mi lado.
- Hola
Contesto con sequedad, moviendo el bebé hacia él.
- ¿Por qué sigue desnudo?
- Porque no sé dónde se compra ropa para muñecos
Miro hacia otro lado.
- Se supone que debes de confeccionarle ropa
Toma al bebé de una pierna, el aparato comienza a hacer ruido.
- Ten más cuidado, esta estupidez nos va a monitorear – le arrebato el bebé y comienzo a mecerlo – Además… - le miro – Ya que me lo estás dejando a mí sola y que soy yo quien soporta a este engendro mientras estudia, tú deberías de conseguir lo que sea que necesite… - bajo la mirada – También es tu hijo…
- Con mi brazo roto no puedo ir a muchos lugares
- Púdrete, irresponsable…
- No necesitas ser desagradable…
Me guiña un ojo, acariciando mi mejilla. Aparto su mano con brusquedad, no voy a dejar que me intimide de nuevo, ya no más.
- No soy desagradable, te trato como mereces
- ¿Merezco que me trates como si fuera una piedra en tu zapato?
Me mira con fingida indignación, esbozando su sonrisa burlona, yo aprieto la mandíbula.
- Eres una piedra en mi zapato y en un grano en mi trasero
Me giro a ver al bebé, esa cosa horrenda parece dormir.
- Bueno, no creo que grano… - susurra, acercándose a mi oído - Pero sí he estado en tu trasero…
Alzo la mirada, él sonríe de forma petulante.
- Imbécil…
Mascullo.
- Vamos Susy, no seas terca – me acaricia la mano por debajo de la mesa – Llevemos la fiesta en paz para terminar este proyecto
- De acuerdo… - quito su mano – Solo para este proyecto actuaremos como si nos llevásemos bien
- ¿A caso no nos llevamos bien?
- No lo creo
- Yo pensé lo contrario cuando gemías mi nombre…
De nuevo toma mi mano y la acerca a su entrepierna.
- ¡¿Puedes callarte?!
Grito y todos en el aula nos miran.
- Eres un chiste Susy…
Ríe, recostándose en el respaldar de la silla.
- ¿Qué pretendes? – le pregunto y él me mira sin entender - ¿Me quieres ridiculizar? Anda, dile al mundo entero que te acostaste conmigo ¿Qué más da? Haces eso con todo el mundo y yo solo sería parte de tu historial – frunce el entrecejo – Eres un marica…
- No… - me mira, aún con esa expresión de confusión - No quiero hacer eso…
- ¿Entonces qué? ¿Hacerme sentir mal? Lo único que siento por ti es repulsión – dejo el muñeco en la mesa – De no haber estado ebria aquella noche jamás me hubiese fijado en ti – tensa la mandíbula, clara señal de que lo había enfadado - ¿Cómo me voy a fijar en un chico mediocre como tú?
- Cállate…
- Y ahora estás peor que antes, ya que no puedes jugar futbol que al parecer es lo único que sabes hacer
- Estás a punto de cruzar mi límite de paciencia…
- ¿Y qué hay de esa pareja que dicen ser tus padres?
- ¡Cállate!
Me mira con pánico en los ojos.
- ¿Por qué los niegas? ¿Qué te sucede? A mí me encantaría que alguna mujer me criara como si fuera mi madre y me quisiera como si yo fuese suya, solo eres un maldito mal agradecido que…
- ¡Suficiente! – golpea la mesa, todos de nuevo nos miran, ahora también murmuran – No sabes de lo que hablas – me apunta con su dedo – Ahora cierra esa puta boca tuya que no te quiero escuchar hasta que termine la clase
Jared regresa la mirada al frente de la clase justo cuando la profesora entra. Le miro por unos cuantos segundos, algo en el tema de sus padres debía de molestarle ¿Qué podrá ser? Sacudo mi cabeza, su vida debería importarme un comino. Me llevo la mano al vientre. Tan cerca del hombre que me embarazó y aun así un abismo nos separa. No le voy a decir nada, definitivamente, no le iba a decir nada nunca. Creo que ya he repetido esto muchas veces, pero ahora más que nunca siento que es una verdad fehaciente. Él jamás será el padre de engendro y mucho menos un apoyo, de nada me servirá decirle. Miro al muñeco, este sigue haciendo ruidos de estar dormido. No puedo evitar sonreír, quitando todo el plástico esa cosa es bonita. Me llevo otra vez una mano al vientre ¿Cómo se verá el engendro? Ese pensamiento me lo he estado tratando de eliminar, pero cada tanto vuelve a mí. No puedo crear sentimientos hacia el engendro, pero lastimosamente estos se están creando solos.
Las clases llegan a su fin. Me siento horrible. No he podido probar ni un bocado de mi almuerzo sin que este me produjese náuseas. Lo peor es que no como desde hace días y solo bebo agua para llenar el estómago, eso no es alimentarse. Becca insiste en el hospital, y tiene razón. Podría usar mis ahorros para hacerme esos dichosos exámenes tempranos, pero después voy a necesitar más ayuda financiera, y eso solo lo lograré si le digo a mi padre, porque no creo que mis amigas puedan aportar dinero. Además, eso me lleva a otra encrucijada ¿Qué haré después? No tengo trabajo, y no creo que embarazada me quieran contratar. Lo más sensato es darlo en adopción, pues solo así el bebé podrá crecer sin restricciones.
- ¿Quieres?
Pregunta Becca, extendiéndome un caramelo.
- Gracias… - me siento demasiado débil – Aunque no creo que mi estómago lo resista
De todas formas, me lo meto en la boca. El dulce sabor invade mis papilas gustativas ¡Es demasiado rico! Sonrío, hacía mucho que no comía algo con sabor y que mi estómago no lo rechazase. Tomo otro caramelo, Becca sonríe, le gusta verme alegre.
- ¿Ya te sientes mejor?
- Sí…
Sonrío.
- Ya tienes dos meses de embarazo… - Becca me mira y yo asiento – Pronto se te notará…
- Lo sé…
- ¿Ya te decidiste?
Me detengo, sosteniendo mi vientre.
- Tengo miedo de querer a este engendro y no poder luego entregarlo… - mis ojos se llenan de lágrimas – Además… ¿Y si no consigo una buena pareja para él? ¿Y si tengo que entregarlo a algún orfanato? No voy a poder
- Lo lograrás… - Becca posa su mano en mi hombro y me sonríe – Eres Susan Duncan – limpia mis lágrimas – Tú eres la más lista de la escuela, es obvio que sabrás qué hacer…
- Ojalá el engendro fuera como un problema de matemáticas, sencillo de resolver y que no implica decisiones difíciles…
- Ya Susy…
Nos abrazamos, pongo el auto en marcha. Dejo a Becca en su casa, me he desviado un poco, pero necesitaba este momento de paz y meditación con ella. Atravieso el portón de mi casa y me estaciono, salgo de mi auto…
- ¡Benjamin espera!
Escucho gritar a Lauren. Al instante veo a mi padre bajar por las escaleras a toda velocidad con el rostro lleno de ira. Retrocedo un paso asustada, mi padre se me acerca con pasos apresurados y los puños cerrados. Lauren lo sigue corriendo, con lágrimas en los ojos y mirada temerosa ¿Qué ocurre?
- Pa… papá…
No me contestó, solo abofeteó mi rostro.
- ¡Benjamin!
Lauren se le lanza encima, alejándolo y luego abrazándome. Miro a mi padre, este sigue mirándome con enojo. Mis ojos se llenan de lágrimas, Lauren solo me abrazaba, sollozando. Papá respira y aprieta más los puños, está fallando en su intento de calmarse.
- El hospital llamó – abro mucho mis ojos – Era… era el… ¡Maldito Ginecólogo! – Lauren me aprieta más contra su cuerpo – Preguntó cuándo es que ibas a venir, que está preocupado porque mi ¡Maldita hija de diecisiete años está con dos meses de embarazo y no se ha hecho los exámenes para ver su salud!
- Papá…
Las lágrimas caen por mis ojos.
- Benjamin… calma…
- ¡¿Estás embarazada?!
- Papá…
Lloro.
- ¡¿Cómo es posible Susy?! – gritó aún más alto, jalándose los cabellos - ¡Tú no haces estas cosas!
- Fue un accidente… - lloro – En la fiesta de Jordan… - papá miró al techo, cerrando sus ojos – Bebí y…
- ¡No quiero seguir escuchándote! – grita, pateando la mesa de té - ¡No! ¡Mi hija no puede estar embarazada!
- Pero papá…
- ¡No! – toma mi brazo y me separa de Lauren - ¡Vamos ahora a solucionarlo! ¡Aún hay tiempo!
- ¡Benjamin!
Lauren se ve horrorizada, yo estoy igual, mi padre no podía estar diciendo aquello.
- ¡Papá! – intento separarme, pero él sigue presionando mi brazo - ¡Papá!
- Nos desharemos de él – saca las llaves del auto – Y haremos como que esto nunca ocurrió
- No… - lloro - ¡No quiero!
- ¡¿De qué demonios hablas Susy?!
- ¡No lo voy a abortar!
Grito, separándome de mi padre, este me mira con ojos sorprendidos.
- ¡¿Es una puta broma?! ¡No puedes tener un bebé a los diecisiete!
- ¡No voy a matarlo!
- ¡Susan!
- Lo daré en adopción… - miro mis pies – Pero no lo mataré…
- ¿Serás capaz? – miro a mi padre - ¡Respóndeme! ¡¿Serás capaz de dejarlo?!
- Yo…
- Es lo que creí… - abre la puerta – Entra…
- No…
- ¡Entra de una puta vez!
- ¡No! ¡No iré contigo! ¡No dejaré que lo mates!
- ¡Entra al puto carro!
- ¡No! – grito aún más alto - ¡Es mi decisión! ¡No tuya! ¡Y decido que nacerá! ¡Si me encariño con él ya veré qué hacer!
- ¡No estás pensando bien!
- ¡Tú tampoco! ¡Ninguno está pensando bien en este momento!
- ¡Entra al puto carro!
- ¡No!
- ¡No permitiré que críes un bebé antes de terminar la escuela!
- ¡Mejor eso que abandonarlo tan pronto nazca!
- ¡Cállate!
Papá volvió a abofetearme.
- ¡Benjamin, detente!
Suplica Lauren, llegando a nosotros.
- Si esa es tu decisión entonces bien… - veo a mi padre con los ojos bien abiertos – Pero aquí no vas a estar
- Papá…
Lo miro con horror.
- Benjamin…
- Fue tu error y es tu responsabilidad, no voy a pagar para tener un bebé en la casa
La mirada en su rostro es sombría.
- Papá…
- Ya verás cómo te las arreglas, pero en esta casa no será…
- Papá…
Vuelve a dentro de la casa, Lauren me abraza fuertemente. Comienzo a llorar, esto no puede estar pasando, acabo de ser echada de mi casa. Mi padre, el hombre que me crió y me dio amor incondicional, aquel al que le podía contar todo, mi mejor amigo, acababa de echarme de casa, dándome totalmente la espalda. Papá vuelve con una maleta y me la extiende, junto con mi almohada y mi “Pororo” de peluche, lo miro sin comprender.
- No te quiero en mi casa…