La primera noche
Punto de vista de Miranda.
Estoy sujetando del brazo a mi jefe, está completamente mareado, no tiene control sobre su cuerpo.
Lo subo a su auto, tomo la llave nerviosamente del bolsillo de su pantalón, y lo enciendo.
—Lo llevaré al hospital— Dije con mucha angustia.
Pero él me sujetó el brazo e intentó con todas sus fuerzas mirarme a los ojos.
—No… Lléveme a mi departamento, es la orden que le doy— Dijo mostrando su poder imponente, incluso en ese momento.
No le respondí, yo soy su secretaria y por lo tanto debo respetar sus decisiones.
Así que, puse el auto en marcha y lo llevé hasta su departamento, como pude lo llevé hasta la puerta y la abrí.
Al entrar lo dejé caer sobre el sofá, me iba a dar la vuelta para marcharme en silencio, cuando de repente su brazo me jaló hasta él.
Mi cuerpo cayó sobre él, nuestros labios se rozaron sin que yo lo provocara.
—¿Vas a dejarme así?— Preguntó mientras se flojeaba su corbata.
Intenté pararme antes de responderle, pero sus fuertes brazos me estaban rodeando.
—Le prepararé un café señor— Le respondí con el corazón latiéndome más de lo normal.
—No quiero café, te quiero a ti— Dijo antes de hacer algo que me dijo asombrada.
Sentí como sus labios entrelazarse con los míos, en un principio no correspondí, pero no pude mantener mucho mi boca cerrada.
Correspondí a sus besos, mi cuerpo tenso, empezó a desmoronarse y a sentir la calidez de su cuerpo.
—Señor está confundiéndome— Le intenté decir en voz baja.
Pero inesperadamente, me hizo a un lado, se levantó del sofá y luego, sin previo aviso, me cargó entre sus brazos y me llevó hasta lo que parecía una habitación con poca luz.
Me hizo caer sobre la cama, él se dejó caer sobre mi, mi respiración estaba muy agitada, no podía controlarla.
Sentí como sus labios se deslizaban por todo mi cuello, como sus manos acariciaban mi brazo, pero también como luego, esas mismas manos, acariciaban mi abdomen.
Yo llevaba un vestido puesto, que pronto fue quitado al bajar el zíper, mi cuerpo quedó completamente desnudo ante él.
Sus manos recorrían mi cuerpo hasta provocarme escalofríos.
Vi como se desnudó en frente de mi, como me hipnotizó con su cuerpo perfecto.
Volvió hacia mi, besó mi oreja con pasión y luego regresó a mis labios, sentí como hizo mi ropa interior a un lado y luego volvió a hablar a mi oído.
—Ya no lo soporto más— Me dijo en tono excitado.
No fui capaz de abrir mi boca para responder, estaba justamente en la situación que siempre estuve peor en mis sueños.
Sentí como estaba a punto de tomarme por completo, pero con mi mano, instintivamente, lo detuve.
—¡Espera!— Exclamé en voz baja.
Él se detuvo a mirarme, me quedé en silencio silencio total, hasta que vi que sus labios empezaron a moverse para hablar.
—¿Qué pasa? ¿No te gusta?.. Ahh.. ya se, vas a decirme lo que te gusta que un hombre te haga— Dijo sin ningún reparo, sin ninguna pizca de vergüenza.
Mi rostro se llenó de vergüenza, mi lengua se enredó, no le pude responder al instante pero si después.
—Nada de lo que dijo, es solo que.. soy virgen aún, nunca he estado con un hombre, esta sería mi primera vez—Dije avergonzada.
Mi jefe se quedó viéndome por unos segundos, y luego vi como sonrío. —Tranquila, lo vas a disfrutar.
Estaba dispuesta a responder pero no me dejó, sus labios me callaron en ese momento, sus besos apasionados, me hicieron olvidar todo.
Sentí como abrió un poco mis piernas y luego volvió a susurrar a mis oídos. —Dolerá un poco, pero después vas a disfrutarlo.
Pocos segundos después, sentí como algo en mi parte más baja de abría, como podía sentir un pequeño y leve dolor que era soportable.
—¡Ahh!— gemí sin poder evitarlo.
Sentí como sus movimientos eran suaves, como intentaba tomar control de mi cuerpo, y lo lograba.
—¿Te gusta?— Me preguntó sin sentirse avergonzado.
—Si, me gusta— no pude evitar responder con voz excitada.
Sus movimientos empezaron a intensificarse cuando él notó, que definitivamente, ya no dolía como al principio.
Su cuerpo tomó control de él mío, sus movimientos, eran feroz y me gustaba.
—Nunca olvidarás mi nombre, siempre vas a recordarme, eso te lo aseguro— Dijo a mi oído.
Después de un largo rato de pertenecerle, finalmente todo había terminado, se dejó caer a mi lado en la cama.
No me atreví a mirarlo, pero cuando lo hice, sus ojos estaban cerrados y su respiración agitada, empezaba a escucharse normal.
No pude dejar mis manos quietas, acaricié su mejilla y sonreí.
—Me has hecho la mujer más feliz esta noche, aunque sé que no te pertenezco— le dije en voz muy baja.
Me quedé a su lado viéndole sin casi poder parpadear, hasta que me quedé dormida completamente.
La mañana siguiente, escuché una alarma sonar, así que la apagué rápidamente.
Miré a mi lado, y aún mi jefe dormía tranquilamente.
Traté de levantarme sin hacer mucho ruido, no quería que se despertara y me viera la cara después de lo de anoche.
Tome mi ropa y como pude me subí el zíper del vestido, caminé en puntilla hasta salir de la habitación.
Salí del departamento, fui directo a su auto, pero estaba con seguro, mi bolso se había quedado ahí pero no estaba dispuesta a regresar.
Así que tome un taxi que me llevó hasta mi casa, le pedí que esperara unos segundos, entré por el dinero y luego salí a pagar y regresé dentro.
—¿Dónde estabas?— Preguntó mi hermana Emma.
—Shhh.. habla bajito, no quiero que mi madre sepa que no dormí en casa— Le pedí aterrorizada.
—Tienes que decirme todo.
—No puedo ahora, debo tomar una ducha e ir al trabajo— Le respondí intentando esquivarla.
Corrí hasta mi habitación para evitar darle explicaciones.