La mañana siguiente, al despertar, tome una ducha y luego me asomé a la habitación de Emma y la vi dormir tranquilamente.
Recorrí todo el pasillo hasta llegar a la sala y ahí estaba mi madre.
—Buenos días hija, te preparé un rico desayuno— Dijo como si la noche anterior no hubiera pasado nada.
No le respondí, no pude hacerlo, simplemente, abrí la puerta y salí de la casa.
Tomé un taxi y luego de diez mi rudo estaba en la empresa de arquitectura.
Al entrar, lo primero que hago es fingir una linda sonrisa y saludar. —Buenos días.
Pocos segundos después, me encontraba ascendiendo al último piso.
Al salir del ascensor, caminé hacia mi escritorio, tomé mi table de apuntes y me acerqué a la puerta.
Respiré hondo y sin pensarlo más entré a la oficina de Zack.
—Buenos días señor— Le dije con nerviosismo.
—Buenos días Miranda. ¿Qué tenemos para hoy — Preguntó con esa frialdad que lo caracterizaba.
Me quedé en silencio, las palabras no salían de mi garganta, Zack levantó la cabeza al ver que yo le respondía.
—¿Qué pasa?.
—Aceptaré su propuesta señor— Finalmente le dije
Zack se echó hacia atrás y se balanceó en su silla, su bolígrafo daba vueltitas entre sus dedos y una sonrisa que no tenía significado para mí, se posó en su rostro.
—Lo siento, pero la propuesta solo fue hasta la noche de anoche, ya tengo a otra chica— Confesó.
—Pero aún está a tiempo de cambiar de opinión.
Zack se levantó de su silla y pocos pasos después estaba frente a mí.
—No soy hombre que cambia de opinión y eso usted más que q adíe lo sabe.
—Lo sé pero quizás este sea el momento ideal para que lo haga por primera vez.
—No Miranda, nada me hará cambiar de opinión, perdiste tu oportunidad.
Sin que él lo viera venir, me lancé a sus brazos y lo besé, en un principio lento y delicado pero después, él tomó el control y ese beso se volvió apasionado y rápido.
Sentí como sus manos atravesaron mi nuca, como mi cuerpo respondía a ese beso candente.
La mano de Zack se deslizó por mi pierna, hasta sentir que la había entrado por debajo de mi falda.
Me asusten un poco pero no podía darme el lujo de ser una mujer de pudor, al menos no ahora.
Sentí su manos atravesaron en lo más íntimo de mi, de repente, Zack me cargó y me sentí en el escritorio.
Abrió mis piernas un poco más, escuché el sonido de su correa y su zíper bajar.
Pero lo que más sentí fue ese leve apretón de cuando él se introdujo en mí con fuerzas, como si lo hubiese estado deseando.
Inesperadamente, tocaron la puerta, me asusté, pensé que se iba a abrir y alguien me vería en esa situación.
—No se preocupe, nadie entrará, la única que entra si tocar es usted— Me dijo al oído sin dejar de moverse en mi.
No supe qué responder, así que me quedé callada y cerré mis ojos una vez más, me dejaba llevar del momento.
Después de unos minutos, los movimientos se detuvieron, Zack dejó descansar su barbilla en mi hombro y luego se alejó mientras se abrochaba el pantalón.
Me bajé del escritorio e intenté acomodarme la ropa.
—Esto no significa que lo que te propuse siga en pie— Dijo en un tono de hielo.
—Pensé que.. quizás..
—Estamos de acuerdo en algo, serias muy complaciente conmigo y bueno no estaría mal, pero quizás debería de probar quién sería más complaciente, si la otra chica o tu.
Me sentí un tanto humillada, pero no por el, si no por mi misma.
Tragué salida hondo antes de volver a responderle. —¿Necesitaba algo más señor?— Pregunté.
—No, nada más.
Me giré para marcharme, abrí la puerta y ahí estaba Brandon su mejor amigo y el vicepresidente de la empresa.
—Buenos días Brandon— Le dije antes de desaparecer de su vista.
Me dirigí hacia el baño con la vergüenza más grande de mi vida, al entrar, abrí el grifo del agua y me lavé la cara.
Me decía en mi mente una y otra vez que me había vuelto loca, pero no era indiferente a esa locura que tenía nombre: Zack Ashford.
Regresé a mi escrito, sentía que todas las miradas estaban sobre mi, era como si supieran lo que había pasado hace unos minutos en la oficina de Zack.
Veo que Rosaura se me acerca y siento pavor, y empiezo a mover mis dedos en el teclado.
—¿Qué te pasa?— Me pregunta Rosaura.
—Nada… no es nada..
—No me mientas algo te pasa, ¿Le pasó algo a Emma?.
La miré un poco desesperada y no pude ocultar el dolor que tenía guardado en mi corazón.
—Amiga, mi madre perdió todo el dinero que había estado juntado en sus apuestas, dijo que pensó que lo multiplicaría, pero no, lo perdió todo— Le dije con un gran dolor.
—¿Qué? Tú madre se volvió loca, no puede ser cierto, ella no puede jugar con la vida de tu hermana así.
—Ya lo sé pero tengo una solución n q mi problema.
—¿Cuál?…
Estiré mi cuerpo para llegar más cerca de ella, y el hablé en voz muy baja. —Nuestro jefe me propuso que fuera su entretenimiento.
Rosaura se quedó mirándome atónita, no podía creer que eso fuera cierto.
—¿Y vas a aceptar?
—Cuando me lo propuso le dije que no, pero luego me di cuenta lo que hizo mi madre, así que hoy le dije que sí pero el ya tiene a alguien más, aunque confieso que tengo la esperanza de que me acepte.
—Miranda estas jugando con fuego.
—Ya lo sé, créeme que lo sé— Le respondí muy pensativa.
Antes de que ella pudiera responderme, mi móvil sonó, al ver la pantalla, era el doctor Liam, el doctor de mi hermana.