Capitulo 5

1203 Words
Sin decir palabra, le ofreció el otro pezón para que le hiciera el mismo tratamiento, y Alena accedió. Al mismo tiempo, se bajó la cremallera del pantalón y se sacudió el pene. En el momento en que ella levantó la cabeza del pezón, él abrió bien la boca y se abalanzó sobre el izquierdo, moviéndolo salvajemente con la lengua. Alena dio un grito ronco. Eric rió y le raspó el pezón con los dientes y la lengua, haciéndolo girar en la boca mientras ella se estremecía. A Alena nunca le habían chupado así. Momentos después, tomó el otro pezón de la misma manera. Alena sintió como si un rayo recorriera un arco de un pezón al otro y luego a su clítoris. De repente, lo deseó entre sus piernas y, con la esperanza de acelerar el proceso, lo animó con pequeños gemidos y susurros suaves. Inconscientemente envió una mano a su clítoris, frotándolo sensualmente. —¡SÍ! —gimió Eric, soltando su pezón para mirar sus dedos medio enterrados en su arbusto enmarañado mientras frotaba su clítoris. —¡Eso es! ¡Corre mientras te miro! —dijo, moviendo lentamente su pene. Sus palabras la devolvieron al momento. Alena se inspeccionó rápidamente, vio que su coño brillaba con sus fluidos y todos los pensamientos sobre su vello púbico enredado y rebelde se desvanecieron. Él la atrajo hacia sí por detrás del cuello y la besó apasionadamente con la boca abierta, un beso que Alena disfrutó muchísimo. Después, le reiteró su petición de que se masturbara mientras él observaba. —Yo... yo me masturbo. Pero... nunca nadie me ha visto —confesó, suplicándole con lágrimas en los ojos. —Siempre hay una primera vez, Alena. Vamos a compartir muchas primeras veces juntas. Por eso te pago. Es parte integral de la compañía que aceptaste. —Si quieres, te hago una paja —se ofreció ella. El anciano se rió en su cara. —Creo que harás más que eso. Anda, arréglate para mí. Extendió la mano, agarró dos almohadas y las colocó detrás de su espalda baja, dándole a Alena todo el apoyo que necesitaba para actuar para él. Sintiendo que ya no tenía elección en el asunto, Alena mojó dos dedos en su boca y después de separar los labios, los envió dentro de su v****a. —¡OH! —Muy bien —sonrió Eric y se rascó la barba—. Luego se acurrucó junto a ella para verla aún más de cerca. Alena tenía los ojos cerrados mientras metía y sacaba los dedos. Una mueca cruzó su rostro al empezar a usar ambas manos, separando los labios primero a un lado y luego al otro, con algún toque ocasional en su clítoris. De repente, ella cambió de postura, levantando las piernas para que toda su sección genital quedara expuesta para su placer. Un dedo se hundió por completo en su coño; un instante después, se metió tres dedos en su agujero, y él pudo oír el sonido blando que hacían al borbotear los jugos que emanaban de ella. Alena abrió los ojos para mirarlo, vio lo embelesado que estaba con sus acciones y llevó los dedos de su coño a su boca, sumergiéndolos sobre su lengua, y luego haciendo un alarde de lamerlos. —Dios, eres fantástica —dijo con un tono monótono y discordante—. Nunca pensé... Sus palabras la hipnotizaron. Alena empezó a frotarse la cara con los dedos, como si quisiera untarla con sus fluidos. Luego, sin dejar de frotarse la cara, introdujo tres dedos de la otra mano en su coño; comenzando lo que sería un recorrido de chupa-dedos, del coño a la boca y viceversa. La erección de Eric supuraba líquido preseminal casi profusamente. Ciertamente, él mismo nunca lo había visto, y lo único que deseaba era follársela con todas sus fuerzas en ese momento. Pero se contuvo, deseando aún más ver qué hacía a continuación. Alena empezó a jadear. Una larga secuencia de "OH" salió de su boca cubierta por la mano mientras sus dedos se hundían repetidamente en su coño húmedo y blando. Su orgasmo estaba a punto de ocurrir. Miró sus pezones hinchados y casi se desmaya. ¡Tenían el doble de tamaño que cuando los había mamado! Era irónico que la visión de sus pezones hinchados lo llevara al límite, eyaculando sobre su muslo. El calor de su semen, combinado con los dedos penetrantes, también llevó a Alena al orgasmo y llegaron al clímax juntos. Bueno, no del todo, pero casi. ________________________________________ Alena yacía despatarrada en la cama mientras Eric se ocupaba de limpiarse el semen de su pene con una esquina de la sábana y se preguntaba qué hacer a continuación. No tardó mucho en idear un plan. Tras decirle a la aturdida chica lo maravillosa que había sido, se abalanzó sobre ella y le dio un beso francés en su coño reluciente y abierto, y Alena se corrió en ese instante. Pero Eric había tenido muchas mujeres y sabía que para conquistar a Alena necesitaba perseverar. Sin esperar a que la joven recuperara el aliento tras el tumultuoso orgasmo, le separó los labios vaginales con los pulgares y la hundió profundamente con la lengua. Le acarició el clítoris con ambos pulgares y la lengua, y le chupó el chorreante coño hasta dejarlo seco. Alena nunca se había corrido tantas veces en tan poco tiempo. No tenía ni idea de dónde estaba en ese momento, ni le importaba. Cuando por fin abrió los ojos, un minuto después de que él apartara su cara manchada de coño de sus genitales, vio su erección cerniéndose sobre su rostro. —¿Vas a follarme? —graznó. Riéndose alegremente, él dijo: —Vamos a tomar un baño. Todavía tambaleándose por una fuga s****l, ella respondió tontamente: —Lo que sea, —mientras él la ayudaba a ponerse de pie y la conducía al baño, donde Alena le dio una palmadita juguetona en su erección y luego anunció que tenía que orinar. La ayudó a sentarse en el inodoro y ella orinó, felizmente ajena a su mirada vigilante. Luego, después de limpiarse, logró ponerse de pie por sí sola. —¿Un baño? ¿Quieres que me bañe? Pero me duché antes de llegar... —Quiero que te bañes conmigo —dijo lentamente para que ella entendiera lo que tenía reservado para ellos. —¡Ah, vale! Pero que el agua esté caliente. Esta mañana tuve que ducharme con agua fría. ¡Qué asco! Eric llenó la bañera hasta la mitad, probando el agua cada pocos segundos. Alena metió delicadamente un dedo del pie y le sonrió con suficiencia. —¡Perfecto! ¡Eric! ¡Simplemente perfecto! —y se metió en la bañera y se tumbó en el agua jabonosa. Un momento después, él entró en el jacuzzi, se hundió en el agua, la atrajo hacia su regazo y la besó. —¡Uf, sabes a coño! —se rió Alena, disfrutando de que fueran sus propios fluidos los que saboreaba. —Alena —susurró después de besarla una docena de veces más—, te pido disculpas de antemano por la brevedad de este polvo. No puedo evitarlo. ¡Ahora TENGO QUE FOLLARTE!
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