CAPÍTULO 1.

1169 Words
Posé mis manos sobre el césped, sintiendo el cosquilleo leve. Que precioso prado contemplaban mis ojos y el leve viento que hamacaba a las copas de los arboles, hacía una danza sincronizada tan lenta que podrías quedarte toda una vida viéndolas. —¿Sabías todo sobre mí?—le pregunté a Olivia, quien estaba a mi lado acariciando una margarita. —Cada paso que dabas—contestó—, pero no distinguí la realidad de lo irreal. Miré a mi hermana, quien había crecido mucho desde mi partida. Su manto de cabello n***o le llegaba a la cintura y sus ojos oscuros parecían en paz, como si cualquier tipo de tormento en la tierra por fin terminó. Era una adolescente, y me sentía mal por no poder compartir aquella etapa junto a ella... —¿Te cuento bien lo que ocurrió realmente? Entonces dejó de mirar la margarita que tenía en su mano y volcó toda su atención en mí, ansiosa. —Morí en el choque, no lo recordé y vagaba por la casa como si aún estuviera viva—le conté, acariciando el césped—, conocí a otros ángeles que estaban al igual que yo; perdidos entre la vida y la muerte. Un arcángel me arrancó Blenti, que era un pequeño fantasma y agradecí tenerlo de nuevo aquí, en este lugar lleno de armonía. —¿Cómo explicas que pudieran verte hasta el ultimo momento de tu desaparición ante los ojos de los vivos?—preguntó ella. —Eso fue lo irreal Olivia, tú querías que me vieran viva porque no soportabas la idea de que estuviera muerta. Por eso mis compañeros de colegio, amigos y hasta los animales me veían. Eso fue producto de tu... —No lo llames imaginación, porque todo se sintió real e hice todo lo que pude para mantenerte con vida—apoyó su cabeza sobre mi hombro, acariciando los pétalos de la flor. —Cuando me despedí de mamá, de ti, y de Dylan...se sintió tan real... —Necesitabas una despedida que te desligara de ellos... —Y aquí es donde me di cuenta, que de alguna razón...nosotras dos estamos conectadas—supuse—.Tu imaginación fue mi realidad, Olivia. Podías ver lo que yo pasaba y tú lo alterabas a tu manera a medida que transcurría los hechos y... —Dejé de imaginar cosas cuando tú te volviste un ángel—me interrumpió—, podía ver lo que hacías cuando eras un simple fantasma...al igual que a mamá, a Blenti y a Dylan. Cuando te volviste un ángel, yo ya no podía hacer más nada...solo te veía en mis sueños, pero continuabas con alas preciosas en tu espalda. —Entonces, para resumir todo este lío que armamos; ¿tú me imaginaste como fantasma hasta que por fin me volví ángel y pude controlar mi alma de cierta forma? Hay muchas cosas que aún no me cierran, Olivia... —Nada tiene sentido o explicación, Angélica. Hay que superar todo esto y agradecer que por fin estamos todos juntos. Sonrió, y no podía distinguir si era porque estaba orgullosa de mi deducción o porque por fin teníamos a algo en qué pensar. Todo era un completo lío pero...si le buscábamos el pelo al huevo, podría jurar que no me gustaría saber lo que iba a encontrar. Mi nombre era Angélica Williams y morí en un accidente automovilismo junto a varios integrantes de mi familia; mi madre y mis dos hermanos. Mi padre y Olivia fueron los únicos sobrevivientes aquella tarde en donde mi vida fue arrebatada por una jugada del destino. Papá encerró a Olivia en un manicomio por su perdida de cordura al imaginarse que aún continuábamos con vida, pero ella tenía razón...porque nos veía. Con mi madre y mis hermanos seguíamos viviendo en la casa, como fantasmas y jamás pudimos distinguir si estábamos vivos o muertos...seguíamos vagando sin saber que pasó. Lo que supuestamente imaginaba, ocurría de verdad ante la alteración de su mente. ¿Habría sido ella una excelente vidente?¿Una psíquica? Ya nada importaba...todos estábamos muertos. Dylan se acercó a nosotras con Blenti en sus brazos. El sol les pegaba en el rostro e iluminaba sus sonrisas. Sonreír y sonreír; me encantaba como se sentía y como sonaba aquella palabra. —No sabes cuanto me alegra que estés aquí de nuevo, hermana. Te echaba de menos—me dijo mi hermano mellizo, sentándose a mi lado con el más pequeño de nosotros. —Tarde o temprano vendría...supongo. Le revolví el cabello a Dylan, quien era más alto que yo y vivía con aquellas mejillas sonrojadas. No dejó de ser el mismo nunca. A veces, cuando la nostalgia me invadía, lloraba de la emoción porque...ellos me veían. Ellos podían verme el cabello, leerme los ojos y ver mis lágrimas. Me veían...y no me habían olvidado. Mi familia, me recordaba y podían sentirme. —Te dije que volveríamos, tonta—soltó Blenti, con una sonrisa de triunfo en sus labios—. Yo le pedí un deseo a la estrella fugaz y ahora mami me ve, pero p**i no sé dónde está. Silencio e intercambios de miradas se presenciaron entre nosotros. ¿Cómo explicarle que papá era un alma en pena en la tierra y que se había quedado allí por mentiras y engaños?¿Cómo? —Papá fue un hombre malo, Blenti—se animó a decirle Olivia—. Pero él te quería y mucho ¿sabes? Blenti se miró las manitos, con el entrecejo fruncido, asimilando aquello. Mi pequeño, mi amado pequeño jamás comprendería toda la historia completa. —¿Reunión familiar? Todos levantamos la vista hacía mamá, quien se sentó acostó en el césped, creando con su manto de pelo n***o un enorme abanico. Blenti empujó a Dylan y fue corriendo para tirarse encima de mi madre, con besos y abrazos. —Vaya, pero si no me he ido a ningún lado, Blen—dijo mamá, entre risas mientras lo abrazaba con fuerza. Aquella era la viva imagen de lo que me hacía feliz...pero algo pasó...          Las gotas de lluvia fueron las que me despertaron del todo, el agua que se acumulaba alrededor de mi cuerpo acostado, y el frió que se metía en mis dedos, fueron el inca pie para que me diera cuenta de que algo malo estaba pasando. No veía nada, todo era oscuro y la luna estaba más allá de las nubes para que pudiera a guiarme. Estaba empapada, había algo viscoso debajo de mí. Pude distinguir el charco de lodo que se había formado, ensuciándome por completo. Mi respiración se sentía real, estaba respirando. Me llevé las manos sucias al cabello, shockeada. La lluvia no paraba y los truenos castigaban mis oídos, dejándome prácticamente sorda, perdida. Quise ponerme de pie a toda prisa, pero me resbalé y volví a caer al charco. No, no podía ser cierto. A pocos centímetros de mi cara, había algo firme en lo que logré sostenerme para salir de aquel barrial. Hacía mucho frío y por culpa de eso, me estaba entumeciendo, volviéndome más frágil para escapar. Entonces, la lluvia fue parando poco a poco y el viento se hizo cada vez más fuerte, haciendo notar su presencia con cada envestida que daba. Me faltaba el aire. Me sostuve como pude pero en cuanto me di cuenta que no era una simple piedra con forma, me aparté bruscamente y volví a caerme en el charco. Era una lapida. Me paralicé, abriendo como pude los ojos y me arrastré hacía ella. No estaba en cualquier tumba. Era la mia. Las lágrimas se mezclaron con el barro en mi rostro, y mi boca se secó, despertándome de toda confusión. —No—murmuré, agitada—, no por favor...¡NO POR FAVOR, EN LA TIERRA OTRA VEZ NO!
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