CAPÍTULO 2

1354 Words
Contener las lágrimas era un esfuerzo ante tanto frío helándome la piel, castigándome de una forma innecesaria. La lluvia, al parar, me dejó ver dónde realmente estaba: Un cementerio prácticamente abandonado. Lleno de ramas muertas y hojas de otoño enterradas en el barro, ahogándose. Había arboles en lo lejano del lugar, advirtiéndome que si ingresabas, no saldrías más de allí. No sabía exactamente a dónde ir, mi mirada estaba frenética, buscando algo que me diera una salida de aquel terrorífico lugar. Estaba en pánico, desnuda y con miedo. ¿Qué hacía allí?¡¿Por qué estaba viva otra vez?! Comencé a caminar, mis pies se hundían en el barrial viscoso. ¿Dónde estaba mi familia?¿Por qué me hacían esto otra vez? El llanto se me hizo incontrolable, estaba aterrada, no sabía adónde ir. Quería que mis hermanos y mi madre estuvieran conmigo, los necesitaba. Todo estaba prácticamente a oscuras, solo podía diferenciar las siluetas de las lapidas y nada más. Caminé, temblando y con el llanto sacudiéndome. —¡Ayuda por favor!—grité, con todas mis fuerzas, sintiendo como el frío ingresaba a mis pulmones. Nadie me oía, estaba sola. Y caminé, buscando a que apareciera alguien y me ayudara, que me diera por lo menos una manta para cubrirme. La neblina se disipaba a medida que avanzaba, pero sentía que no lo hacía realmente, que continuaba en el mismo sitio. ¡¿Qué hice para merecer esto?! —¡Yo no quería volver, Gabriel!—carraspeé—¡Yo no quería regresar!¡Yo era feliz!¿Por qué me haces esto! Entonces, creyendo que tendría una respuesta divina, lo único que conseguí fue el fuerte sonido de un relámpago que me hizo sobresaltar. Miré al cielo, y grité maldiciente por lo que me habían hecho. —¡Obedecí!¡Siempre obedecí a lo que me pidieron!¡Fui un ángel guardián de un estúpido niño asesino!¡Lo fui hasta que mi mandato se canceló!—grité, furiosa—¿Y me pagan así?¡QUIERO A MI FAMILIA!¡ESE ERA EL MALDITO TRATO! Como si mis palabras fueran el control del clima, comenzó a llover con ferocidad, mojándome de nuevo. ¿Aquella era la respuesta que iba a obtener?¡Malditos desgraciados insensibles! Vagué por el lugar, hasta que por fin encontré un puesto de flores pequeño que tenía un toldo. Corrí, como si aquello fuera a desaparecer sino me apresuraba. Me refugié allí, metiéndome lo más cerca de la puerta para poder hacerme un bollito contra ella. Si tan solo tuviera mis alas...podría cubrirme y armar mi propio refugio. Mis ojos se fueron cerrando, acumulando las lágrimas, tragándomelas para dejar de llorar. Esto era una pesadilla, no entendía por qué tenía que volver, yo no quería volver. Yo estaba en paz. —¡Angélica Williams!¡Eres una estúpida! Mis ojos se abrieron de par en par, alerta al escuchar una voz masculina. De la niebla, fui notando su figura baja, y como la lluvia no lo empapaba en absoluto. Me acurruqué más contra la puerta de vidrio, aterrada. Entonces lo reconocí, era el desgraciado de Gabriel y muy enojado. Sus bucles dorados eran una esponja en su cabeza y sus ojos azules echaban chispas. Llevaba una vestimenta gris, hasta planchadito lo tenía. Quise ponerme de pie y darle un puñetazo, pero me sentía demasiado avergonzada estando desnuda ante él. —Eres un hijo de perra, este no era el trato—mascullé algo tartamuda por el frío. Se cruzó de brazos, largando una sonora carcajada. —¿Yo soy el hijo de perra?¡Yo no te mandé al cielo!¡Por tu culpa casi me desplazan como guía! —¿A qué te refieres?¡Tú me dijiste que podía volver con mi familia aquel día en el aeropuerto!—grité, sintiendo como el enojo aumentaba cada vez más. ¡Estaban jugando con mi vida, como si fuera un títere! —Ahí estuvo el maldito error, y ni tú, ni Ethan pudieron detectarlo. Me llevé una mano al pecho, confusa y mareada. —¿Cuantos Ethan habían conmigo ese día?—pregunté, con un hilo de voz. —¿Cómo qué cuantos Ethan estuvieron contigo?—se escandalizó—¿Pero a ti qué te pasa, Angélica?¡Volviste a la tierra, no perdiste la cordura como para hacerme ese tipo de preguntas!¡Solo había un Ethan contigo!¡Uno! Entonces, Ethan Vinny era parte de la imaginación de mi hermana Olivia...él jamás fue real. Eso me hizo poner algo triste... Según Olivia, él era enfermero en donde a papá la había internado. Ella estaba enamorada de él, y llegó tanto a su corazón que hasta lo soñaba...eso interfirió con mi realidad. —¡No me grites!—solté, perdida—¡¿Por qué estoy aquí de nuevo?!¡¿Me puedes dar algo de ropa, hombre celestial estúpido?! Se sentó a mi lado, mirando la lluvia torrencial que había ante nosotros. ¿Por qué estaba tan tranquilo?¡Eso me irritaba! —No, ya no puedo interferir ni hacer milagros. Tú y Olivia cometieron un pecado muy horrible, Angélica. —¿Qué? Me miró, como si realmente estuviera apenado. Sentí miedo por lo que diría. Yo no había hecho nada malo. —Tu hermana y tú están tan conectadas que su imaginación alteró de una forma tan fuerte tu vida que...te mató. —¡¿De qué...?! —Cierra la boca o no te explico nada—espetó, interrumpiéndome—.Olivia quería a toda su familia reunida en el cielo, y tras morir en aquel lugar por el ataque de asma, te arrastró a ti y a Blenti de alguna forma, te hizo creer que yo era el que te decía que por fin había terminado tu mandato como guardián. Tu mandato terminaba en el fin del mundo, Angélica. Oh mi Dios... —Olivia es el mellizo ángel, no Blenti. Cuando Blenti murió, él tomó el lugar de su hermana para ser ángel guardián de alguien, y ella se mantuvo en la tierra con su capacidad celestial que desarrolló mejor con el pasar de los años al estar viva. Eso explica tu conexión con ella. >. —O sea que Olivia...es igual que yo: nació solo para ser ángel en la tierra—murmuré, sintiendo como las fichas comenzaban a caerme—. Dylan y Blenti...son humanos en su totalidad. —Así es—confirmó con un asentimiento de cabeza—.Lamento decirte esto pero...los arcángeles superiores a mí decidieron que todo el peso del pecado de tu hermana, que también te incluiría, caerá sobre ti solo para castigarla a ella. Olivia...¿cómo pudiste?Solo tenías que ser paciente para que yo pudiera regresar. —¿Qué pasara con Blenti?—pregunté, al borde del llanto. —Y es aquí en donde mi explicación tiene sentido—soltó, indiferente—.Blenti no será castigado, Olivia sí, fue abandonada como saco de patatas, no puedo decirte a donde. Blenti murió, así que eso justificó su llegada al cielo en el debate de los arcángeles. Está libre de pecados solo por ser un niño, así que tampoco puede ser juzgado y permanecerá con tu madre y tu hermano Dylan. Enterré mi rostro entre mis manos, sintiendo como todo a mi alrededor había dado un giro de ciento ochenta grados. —¿Por qué no puedes decirme a dónde está? No puedo creer que mi hermana nos metiera en esto—dije, dolida—. Agradezco que Blenti no haya sido enviado a la tierra al igual que yo, no soportaría la idea de tenerlo tan lejos. Olivia sabrá como cuidarse pero él no, es muy pequeño para esto. —Porque no puedo interferir, ustedes ya no son las guiadas—explicó—Sí, comprendo lo que dices—dijo él—. Olivia está en el mismo estado que tú; aislada del resto y está de más decir que está furiosa conmigo. —¿Qué pasara conmigo?—pregunté, algo aterrada. —Fuiste enviada a la tierra para que pases toda tu vida en ella, Angélica. Ese es el castigo, permanecer entre los vivos, sin envejecer y veras ver morir a la gente que te rodeara. No volverás a ver a tu familia nunca más ya que no eres aceptada en el cielo. Me abalancé sobre Gabriel, tirando de su traje, desesperada ante lo que oí. —¡No me hagas esto Gabriel!—supliqué entre llanto—¡No me pueden hacer esto por lo que hizo Olivia!¡Perdónanos por nuestros pecados, por favor!¡No pueden alejarme de mi familia!¡Tengo derecho a morir y verlos de nuevo!¡Perdona a Olivia por favor, lo hizo para mantenernos unidos! Me miró, aterrorizado y fue apartándome lentamente para mantenerme alejada a pesar de que yo forcejeé para que no fuera así. —No intentes suicidarte, no funcionara—dijo, poniéndose de pie, dispuesto a marchase—. Tus heridas sanaran. Te has vuelto un ángel caído...lo siento mucho y suerte en este infierno, la necesitaras. —¡NO GABRIEL, NO ME HAGAS ESTO!¡NO TE VAYAS!—grité, arrastrándome hacía él. No tenía fuerzas para ponerme de pie. Se desvaneció ante mis ojos, dejándome allí, a la deriva.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD