Cap 2

2082 Words
Camino fingiendo tranquilidad, pero, por dentro, quiero salir corriendo. Y mis ganas de desaparecer aumentan cuando entro a la habitación y una pareja que parecen matrimonio pero que, a simple vista se ve que son algún tipo de agente de algo, se ponen de pie y me sonríen. — Al parecer, estas personas son parientes lejanos tuyos y desean cuidarte a partir de ahora…—musita la oficial detrás de mí. Volteo a mirarla con las cejas fruncidas y ahora entiendo por qué está trabajando en una correccional de menores. — No eres muy inteligente, ¿cierto? —pregunto riéndome en su cara. La expresión en su rostro se oscurece y solo voltea para marcharse. Definitivamente nunca seremos amigas. Camino hasta la mesa, me siento en la silla y ellos aun me observan de pie. Intento, con todas mis fuerzas verme intimidante. Les sonrío arrogantemente mientras recuesto mi cuerpo en la silla y cruzo mis piernas como si no estuviera muerta de miedo. Las palmas de mis manos sudan y amo la sensación. A veces creo que soy un poco masoquista. Amo la adrenalina. El miedo solo me mantiene viva y la sangre abandonando mis manos para correr a mis piernas me emocionan. Por no decir que me excitan. — ¿No van a sentarse? No tengo tiempo ni ganas de que me mientan así que vayan al grano…— ordeno a un “matrimonio” que me sonríe con suficiencia. — Un gusto conocerte Elizabeth… — Sí, claro. ¿Quién eres? —inquiero a la mujer que sonríe orgullosa. — Tal vez sea difícil de comprender y te falte información, pero vendrás con nosotros a partir de ahora. — Ajam… ¿quién carajo son y para quien trabajan? Porque no son un matrimonio, al menos no uno feliz… de hecho, ni siquiera están casados ¿cierto? —. Continúo intentando sacarles información, pero solo sonríen satisfechos. — ¿Para qué mentirle, cariño? Parece que es mucho más astuta de lo que creíamos—. El hombre finalmente habla y mi vista se centra en él. Cruzo mis brazos sobre mi pecho mientras me enderezo un poco sobre la mesa para demostrar que no les creo nada de lo que dicen, y él finalmente suelta la sopa. — Elizabeth, ¿sabes quién es John Davis? Respiro profundo intentando hacer memoria, pero no tengo ese nombre en mi registro. Además, ¿quién recordaría a alguien que se llama “John Davis”? Uno de los nombres más comunes en el país. ¿Es una broma? — Sinceramente no tengo idea, ni me interesa… — Es el hombre que atendía ese minimercado que asaltaste hace dos años…— musita ella con una sonrisa satisfecha. — ¿Cuántas veces debo decir que no fui yo? — No es mi trabajo saber si lo hiciste o no, el problema es tuyo de todas formas. Ese hombre que estaba internado por una herida de arma blanca, por quien solo te dieron dos años en la correccional, ha muerto la semana pasada—. Un escalofrío recorre mi cuerpo y trago saliva. Ya estoy encerrada por apuñalarlo y nadie ha creído en mí. ¿Qué va a pasarme ahora? — He dicho mil veces que yo no he sido… — Y te creemos linda, en serio. Pero eso no importa. Porque no somos quién toma las decisiones. Y estás en una mala posición ahora. Las leyes han cambiado. La condena ha cambiado también. Cumples la mayoría de edad, no creo que vayan a dejarte marchar fácilmente…—. La señora que ni siquiera se ha presentado me mira con tristeza y siento las lágrimas asomarse en mis ojos. Pero no voy a llorar. He pasado por cosas peores, no voy a llorar frente a nadie. Seré fuerte porque tengo a alguien a quien proteger ahora. No puedo permitirme flaquear cuando soy la fuerte de la relación con Amy. Envío mis temores muy al fondo, y este no es el tipo de miedo que me gusta. — Entonces, ¿qué hacen ustedes aquí? — Podemos sacarte de este lugar. Cien por ciento legal…—. El hombre interrumpe. Observo las patas de gallos en sus ojos y las marcas de sonrisa en la comisura de su boca y no entiendo qué tanto debe reír una persona en la vida para llegar a los cincuenta con unos surcos tan marcados. Pero, lo que si comprendo, es que serán de su vida pasada porque desde que entré no ha sonreído ni una vez. — Quieren… sacarme— repito lo que ha dicho sin creérmelo. ¿qué podrían necesitar de una adolescente como yo? Una niña que no ha ido a la escuela, que ha vivido en la calle por tanto tiempo y que se ve desnutrida y poco inteligente. — No será gratis, por supuesto. Tenemos un trabajo que consideramos adecuado para ti. Fuiste afortunada. Entre tantas muchachas en tu situación, te hemos elegido para trabajar con una agencia tan importante como la nuestra. — Puedo saber, ¿por qué me eligieron? — Porque eres linda, y al parecer lo suficientemente inteligente como para saber que no somos un matrimonio real—. Observo a esta mujer que me da mala espina con toda mi atención. Su cabello rubio atado en un moño perfecto. Sus ojos marrones profundos que observan todo con atención y el falso anillo de diamantes en sus dedos me dicen más de ella de lo que podrían hacer sus palabras. Se ve adulta, pero está en forma. El traje blanco perla le queda demasiado perfecto, pero no es un color adecuado para ella. Es obvio que alguien la ha vestido como a una muñeca de porcelana. Esto no es algo que use todos los días. Cada tanto mueve los brazos de una forma extraña, como si las mangas del traje le picaran, Se la ve incómoda. — Porque soy linda… — Eres exactamente del tipo de chica que podría trabajar en la calle si quisiera. — ¿Van a prostituirme? —. La sangre abandona mi rostro y el hombre, finalmente estalla en una carcajada. — No sería precisamente “prostitución” pero creemos que podrías necesitar recurrir al sexo para atravesar esta prueba. — No estoy entendiendo un carajo… — Sht…—chista ella como si acabara de decir algo prohibido. —esa boca. — ¿No se supone que “podría trabajar en la calle”? — murmuro llegando al punto de la histeria. —¿Acaso creen que una chica de la calle es educada y habla con propiedad? Lamento decepcionarlos señores “elegantes” ¡YA ESTOY PRACTICANDO! — grito poniéndome de pie y caminando alrededor de la habitación. — Cariño, ven y siéntate linda—. Muevo los dedos de mis pies dentro de mis zapatos mientras observo por la ventana y entonces el rostro de Amy viene a mi mente. Seis meses. Tengo seis meses para conseguir un hogar para ambas. Pero ¿qué voy a hacer si termino en una cárcel de verdad? ¿Qué hará Amy en el mundo real sola? — Elizabeth… — Ya voy, “señor” —escupo con todo el veneno posible. Respiro profundo una y otra vez intentando calmarme y cuando sé que no voy a flaquear, me paro delante de ellos y hago la pregunta que realmente me importa. —¿Qué voy a obtener de todo esto? Ellos se miran y luego me observan con suficiencia, pero he leído sus expresiones desde el inicio. Sujetan sus manos como si fueran un matrimonio amoroso, pero no pueden engañarme. No han hecho contacto físico ni se han mirado si quiera una vez desde que he entrado al recinto. — ¿no te alcanza con saber que no irás a prisión? — Sinceramente no. ¿Qué piensan? ¿Acaso creen que soy barata? —sonrío tomando asiento frente a ellos y recostando mi peso en mis brazos que descansan sobre la mesa. — ¿Qué quieres? — Necesito una casa o departamento, algún lugar al que regresar cuando esto termine. A nombre de Amy Croyso. Es mi compañera aquí. Cuando salga dentro de seis meses, debe tener donde vivir. Y un trabajo estable. Alguna “ayuda del gobierno” sería bien recibida, ya saben que la situación financiera para chicas como nosotras está complicada. — ¿Algo más? — Y quiero poner una fecha límite para este trato. Nada de “hasta que la muerte nos separe”. Supongamos que en dos años haré lo suficiente para devolverles el favor, quiero que pongan una fecha y que me dejen vivir con ella luego. — Allí tenemos un pequeño problema… — ¿qué es? — Ahora saldrás de aquí y tienes un periodo de dos años de entrenamiento. La misión comienza luego… — ¿Cuántos años planean mantenerme atada a ustedes? —espeto con sorna. Me río un poco para ocultar mi temor, pero a ellos no les importa. — Tienes un objetivo y hasta que esté cumplido, no podrás irte. — A todo esto… no me han dicho qué es lo que esperan de mí. — Primero necesitamos asegurarnos de que estarás de nuestro lado… — ¿Esperan que firme una hoja en blanco? ¿Acaso, aparte de barata piensan que soy estúpida? Descuiden… prefiero la cárcel—. Me levanto de mi silla y la vuelvo a acomodar cerca de la mesa, como si nadie hubiera estado sentado allí. Intento controlar mi ansiedad y el temblor de mis manos, pero no lo logro. Cruzo mis ojos con los de la mujer y ella me da una sonrisa triste como si entendiera a la perfección lo que estoy sintiendo. No señora, no tiene ni idea. — Vivirás en un mundo difícil, pero si sabes jugar bien tus cartas podrías obtener mucho dinero por detrás, no nos molestaría eso. Si le caes en gracia a alguien importante, podrías convertirte en la señora de la casa y vivir rodeada de lujos. Y luego, simplemente desaparecerás del mapa sin dejar rastro. — Y todo esto ¿gratis? — Pondrás tu vida en la línea así que no lo llamaría “gratis”. Es peligroso. Por eso necesitas entrenamiento… para que no seas tan fácil de matar. — ¿Disculpa? —estallo en una carcajada nerviosa pero mis piernas pican por aceptar. Dinero, joyas y ¿“peligro”? Eso tiene mi nombre escrito… — Solo debes encontrar a alguien que ha desaparecido… — Van a entrenarme para encontrar a alguien… durante dos años. Pobre persona, lo dejarán a su suerte hasta que yo comience la “operación”. Para entonces ya estará muerto… si así lo protegen a él, no quiero ni imaginarme qué tan comprometidos están con proteger a alguien como yo. — No podemos decirte más… — De acuerdo. — ¿”de acuerdo”? — Sí. Voy a hacerlo…—. Me han tenido desde que dijeron: señora de la casa. Mi vida no será sencilla al salir de aquí. Soy una chica inteligente, pero tengo prontuario. Un trabajo sin estudios suena más imposible que ganar la lotería sin haber comprado un ticket. Solo debo entrenarme un poco, y utilizar mis encantos de mujer. Algún idiota caerá por mí. puedo hacerlo. Juntaré la mayor cantidad de dinero posible y cuando todo esto termine huiré con Amy. Voy a desaparecer del mapa y a llevarme unos cuantos dólares conmigo. Suena a que tenemos un plan. — ¿En serio? — Si no me creen, ¿para qué carajos preguntan? —. Volteo y me dispongo a marcharme, pero me detengo antes de salir por la puerta. —Si muero, solo quiero que Amy nunca se entere y que viva bien hasta armar su familia y convertirse en una anciana… o lo que sea que ella quiera hacer de su vida. — No morirás Elizabeth. — No suenan muy convincentes… — Créeme, haremos todo lo posible por mantenerte a salvo. — Sí, de acuerdo…—. Pongo los ojos en blanco y tomo el picaporte. — Vendremos a buscarte en unos días—. Agacho la cabeza cuando escucho esto y cierro los ojos con fuerza. Pensé que tendría un poco más de tiempo. Para pensar y prepararme mentalmente para lo que sea que tenga que hacer a partir de ahora. Al parecer no tengo tanta suerte. — ¿No cumpliré condena aquí? — Por supuesto que no… ve despidiéndote.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD